sábado, 8 de mayo de 2010

Annamalai Suami

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Extraigo un fragmento de conversaciones con Annamalai, del libro "Últimas Conversaciones con Annamalai Suami", de David Godman.

Annamalai Suami fue un discípulo directo de Ramana Maharshi, el gran sabio del sur de la India que vivió al pie de la montaña sagrada de Arunachala durante más de medio siglo.

Annamalai Suami: La mente no es más que una sombra. Todos los intentos de atraparla son en vano. No son más que sombras persiguiendo sombras. Una sombra no se puede controlar ni destruir persiguiéndola o agarrándola con la sombra de una mano. Son juegos de niños.

Una vez, Ram Tirtha contó la historia de un niño que iba corriendo por la calle intentando alcanzar la sombra de su cabeza, pero no lo conseguía porque, por muy deprisa que corriera, la sombra que proyectaba su cabeza siempre estaba delante.

Su madre, que se desternillaba de risa al verlo, le gritó: «¡Ponte la mano en la cabeza!». Al hacer lo que le dijo su madre, la sombra de su mano atrapó la de su cabeza y, por fin, el chico se quedó satisfecho.

Puede que este tipo de consejo le sirva a los niños para sentirse felices, pero no va a aportar resultados satisfactorios por lo que respecta a la sadhana y a la meditación. No pierdas el tiempo persiguiendo esas sombras que son los pensamientos ni esa sombra que es la mente con técnicas de control mental, porque esas técnicas también son sombras. Regresa al origen de esa que es la mente y quédate ahí. Cuando permanezcas ahí, te sentirás feliz y ya no sentirás ningún deseo de perseguir esas sombras de pensamientos.

Bhagavan
(Ramana Maharshi) contaba con frecuencia la historia del hombre que intentaba enterrar su propia sombra para librarse de ella. Después de cavar la fosa, se puso de pie cerca del borde de tal forma que la sombra cayera justo en el fondo del hoyo que acababa de excavar y, manteniendo esa alineación, empezó a echar tierra sobre su sombra para intentar enterrarla. Pero, lógicamente, por mucha tierra que echara en la fosa, la sombra siempre quedaba por encima.

La mente es una sombra insustancial que te perseguirá vayas donde vayas y es inútil intentar eliminarla o controlarla mientras exista la más mínima creencia de que la mente es algo real y que se puede controlar con alguna actividad física o mental.

Pero esta sombra que es la mente habrá que eliminarla de alguna manera.

Cuando uno se vuelve consciente del Ser, la mente deja de existir, lo cual no quiere decir que uno quede sumido en la conciencia del Ser si elimina la mente, sino que es algo que sucede cuando comprende y se da cuenta de que la mente no ha existido nunca. Se trata de reconocer lo que es auténtico y real, y de despojarse de esas ideas erróneas sobre la realidad y la importancia de esa efímera sombra que llamamos
«mente».

Por esa razón, Bhagaván
(Ramana Maharshi) y muchos otros maestros ponen siempre como ejemplo la analogía de la cuerda y la serpiente: en el suelo hay una cuerda pero, si tú la confundes con una serpiente, esa serpiente sólo existe en tu mente, en forma de idea, y esa idea puede hacer que te preocupes mucho y te entre miedo. También puede que desperdicies mucha energía mental planteándote qué puedes hacer para evitar esa serpiente o para matarla. Pero una cosa es cierta: la única serpiente es la que está en tu imaginación. Por eso, cuando por fin ves la cuerda, se desvanece de inmediato el sustrato sobre el que se superpone tu idea errónea de que hay una serpiente. Lo que ha desaparecido no es una serpiente auténtica. Lo único que ha desaparecido es una idea errónea.

El sustrato sobre el que se superpone la idea errónea de la mente es el Ser. Mientras se vea la mente, no se puede ver el Ser, el sustrato, porque lo oculta una idea errónea pero persistente. Y al revés: cuando se ve el Ser, no hay mente.

Pero ¿cómo puede uno deshacerse de ese falso concepto de que la mente es algo real?

De la misma forma que uno se quita cualquier idea equivocada de la cabeza: dejando de creértela. Si eso no se produce de forma espontánea cuando recibes esa verdad de un maestro, no dejes de repetirte: «No soy la mente. No soy la mente. La mente no existe. La mente no existe. Sólo existe la Conciencia». Si estás firmemente convencido de que ésa es la Verdad, un día esa firme convicción madurará hasta el punto de que la experimentarás de forma directa.

La Conciencia es lo único que existe. Si vas convenciéndote firmemente de que ésa es la Verdad, esa firme convicción acabará siendo tu experiencia directa. Tenlo siempre presente y ni te permitas considerar que cualquier otra cosa puede ser real. Si fracasas y le concedes a la mente aunque sólo sea un mínimo de realidad, se convertirá en tu propia falsa realidad. Una vez que se establece esta falsa identificación inicial de «soy la mente; la mente es real», lo que sigue después no son más que problemas y sufrimiento.

No le tengas miedo a la mente. Es un tigre de mentira, no es de verdad, y algo que no es real no puede hacerte ningún daño. Si te crees que ronda un tigre de verdad por los alrededores, entonces puede que te entre miedo y ansiedad. Puede que alguien esté imitando los ruidos que hace el tigre para gastarte una broma y meterte miedo pero, cuando te dice quién es, se te pasa todo el miedo porque, de repente, te das cuenta de que ese tigre no existía más que en tu imaginación.

Se puede tener una experiencia temporal del Ser, de la realidad subyacente, pero dicha experiencia acaba esfumándose. ¿Puedes darnos algún consejo para conseguir estabilizar ese estado?

Es posible que la vela se apague si hace demasiado viento. Si quieres que dé luz otra vez, tendrás que volverla a encender. Pero el Ser no es así. No es una llama que pueda apagar el viento de los pensamientos y de los deseos, sino que siempre está brillando, resplandeciendo; siempre reluce. Si no eres consciente del Ser quiere decir que lo has ocultado con una cortina o con un velo que te impide verlo, pero el Ser no se esconde detrás de ninguna cortina. Eres tú quien corre esa cortina al creerte toda una serie de ideas que no son ciertas. Si una cortina se abre, pero se vuelve a cerrar después, quiere decir que aún te crees toda una serie de conceptos equivocados pero, cuando los erradiques por completo, no volverán a aparecer. Mientras sigan ocultando al Ser, seguirás necesitando hacer sadhana sin parar.

Por tanto, volviendo a tu pregunta, al Ser no le hace falta estabilizarse porque, de por sí, ya está pleno, completo. La mente sí que se puede estabilizar o desestabilizar; pero el Ser no.

Cuando dices «hacer sadhana sin parar», ¿te refieres a la autoindagación? ((Para leer sobre la autoindagación entre otras sugerencias de Ramana Maharshi se pueden leer libros como el que aparece en el link del post relacionado, puesto más abajo; el libro principal de ese link es "Sea como usted es")).

Sí. Con la fuerza de la práctica, al hacer esta sadhana desaparece ese velo y ya no queda impedimento alguno. Puede que alcances la cima de Arunachala, ((Arunachala es una sagrada montaña de la India, donde vivió Ramana Maharshi y también el propio Annamalai Suami)) pero si no estás atento, si no prestas atención, puedes resbalar y acabar en Easania Math [institución hindú al pie de la colina].

Para tomar conciencia del Ser, hay que esforzarse al máximo porque es muy fácil hacer un alto a medio camino y volver a caer en la ignorancia. Puedes volver a caer en cualquier momento. Cuando se llega a la cima por primera vez, para quedarse ahí hay que hacer un tremendo esfuerzo, con toda la fuerza de voluntad; pero, con el tiempo, llegará un momento en que ya estarás plenamente establecido en el Ser y, desde ahí, ya no se puede caer. Habrás llegado a tu destino y no hará falta que te esfuerces más. No obstante, hasta que llegue ese momento, es necesario hacer sadhana sin cesar.


¿Es importante tener un guru durante esa etapa, durante ese período en el que se requiere un esfuerzo constante?

Sí. El guru te va guiando y te va diciendo que aún no basta con lo que has hecho. Si quieres llenar un cubo de agua, mientras no esté lleno del todo podrás echarle más; pero si ya está completamente lleno, lleno a rebosar, no tiene sentido que le intentes añadir más agua. Puede que creas que ya has hecho bastante y que tu cubo ya está lleno; pero el guru está más capacitado y ve que aún queda sitio, que aún hay que echar más agua. En estas cosas, no te fíes de tu propio criterio. Puede que te dé la sensación de que el estado que has alcanzado es la plenitud que es el final; pero si el guru te dice: «Tienes que hacer más sadhana», hazle caso y sigue esforzándote.

Muchas veces, Bhagavan decía: «El guru físico está fuera, diciéndote lo que tienes que hacer y empujándote hacia el Ser. Pero, al mismo tiempo, el Guru interno, el Ser interior, va tirando de ti hacia Sí mismo».

Cuando te estableces definitivamente en el Guru interno -el Ser-, desaparece esa distinción entre guru y discípulo y, en ese estado, ya no necesitas que te ayude ningún guru porque tú eres Eso, eres el Ser.

Hasta que el río desemboca en el mar, se ve obligado a fluir sin cesar; pero, al llegar al mar, se convierte en mar y el agua deja de correr. El origen del agua del río está en el mar y, al fluir por su cauce, lo único que hace es regresar a sus orígenes.

Al meditar o hacer sadhana, estás fluyendo hacia tu origen, hacia el lugar de donde provienes y, cuando alcanzas ese manantial, te das cuenta de que todo lo que existe -el mundo, el guru, la mente-, todo es lo mismo y no hay diferencias ni distinciones.

La ausencia de dualidad es gñana. La dualidad es samsara. Cuando consigues desprenderte de la dualidad, lo único que queda es Brahman y te das cuenta de que tú mismo eres ese Brahman. Pero para hacer ese descubrimiento es necesario meditar constantemente. No establezcas unos tiempos para meditar. No consideres que es algo que se hace cuando te sientas y cierras los ojos. Esta meditación tiene que ser algo ininterrumpido. Medita al comer, al caminar, hasta cuando estés hablando. Hay que meditar sin cesar.


Post relacionado (con links a libros de Ramana Maharshi incluidos) aquí: http://jugandoalegremente.blogspot.com/2009/09/unidad-una-foto-y-unas-parabolas.html

¡Saludos!
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