sábado, 20 de diciembre de 2014

Versos de un poeta escéptico

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Copio unos versos de Ramón de Campoamor, poeta escéptico del siglo XIX (1817-1901):

que humo las glorias de la vida son.

(...)

La dicha que el hombre anhela,
¿dónde está?

(...)

la belleza sólo está
en los ojos del que mira;

(...)

todo espectáculo está
dentro del espectador;

(...)

sobre arena y sobre viento
lo ha fundado el cielo todo.

(...)

que en este mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.

Ramón de Campoamor 


Al parecer, Ramón de Campoamor era un poeta escéptico, y como tantos poetas, tenía algo de místico. Los versos que he copiado valen para ilustrar ideas que bien podrían ser tomadas como orientales, no-dualistas, etc. Lo digo por lo de la relatividad y fugacidad del mundo. Desconozco si su visión era predominantemente pesimista o si había vislumbrado la trascendencia de lo Absoluto. Pero de cualquier modo, algunas de sus palabras se pueden aplicar perfectamente al cambiante y temporal mundo de la dualidad, como también cuando dice (sigo copiando de la fuente que indico abajo del todo): 

Sostiene que vivir es olvidar; que tarde o temprano es infalible el mal; que todo es sombra, ceniza y viento; que vivir es dudar; que todo se pierde; que el bienestar del hombre es la muerte; que al hombre sólo le afectan el calor y el frío; que él es quien regula la conciencia; que no hay honor ni virtud más que en la lengua; que fuego es amor que en aire se convierte; que gloria y fe para el hombre son un sueño; que el placer es la fuente del hastío;

(...) el variar de destino sólo es variar de dolor (...).

En fin, varias de estas frases me han gustado (supongo que porque las interpreto a mi manera). Alguna no la entiendo, como esa de que "fuego es amor que en aire se convierte".

Fuente: Publicado en Revista contemporánea, una revista del siglo XIX, este número con la fecha 28 de febrero de 1877 (o sea, que cuando se publicó este artículo, Ramón de Campoamor todavía vivía... de hecho vivió 24 años más, hasta 1901). Esa parte de la revista la he tomado de aquí: http://www.filosofia.org/hem/dep/rco/0070521.htm (los versos que he copiado —así como las líneas que he copiado después de los versos— están todos en la sección III de ese reportaje escrito por Manuel de la Revilla en 1877).

PD: Recordando un post que escribí recientemente —"La belleza está en el que la ve"— creo que si hubiera encontrado antes estos versos de Rafael de Campoamor, podría haberlos citado en el post, pues se parecen al título y hubiesen sido unos relámpagos brillantes para disimular un poco mi estilo de anodina prosa jejeje. Hubieran quedado muy bien porque son un par de versos muy bellos; me refiero a estos:

la belleza sólo está
en los ojos del que mira;

(...)

todo espectáculo está
dentro del espectador;
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martes, 16 de diciembre de 2014

Cuando 2+2=5

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Este post es principalmente para los aficionados a Un Curso de Milagros (UCDM), ya que quienes no estén familiarizados con él podrían encontrar el siguiente texto un tanto descontextualizado. Por lo tanto:

AVISO: Es necesario estar familiarizados con los conceptos de UCDM para tener la seguridad de no malinterpretar completamente lo que se dice en el texto que voy a copiar. Si lo lee alguien no familiarizado con el Curso, convendría hacerlo con el corazón muy abierto y usando bien la intuición (tal vez ayude conocer algunos conceptos de advaita o de alguna tradición de no-dualidad). De lo contrario podría pasar como pasó con algunos que leyeron la Bhagavad Gita sin entender, y pensaron que era una obra terrible que justificaba la violencia, algo totalmente opuesto tanto a la Bhagavad Gita como a todo mensaje de enfoque no-dual.

Dicho esto, primero introduciré un poco el tema:

Como sabéis, Kenneth Wapnick es una de las principales referencias en la interpretación no-dualista de Un Curso de Milagros. Hasta su muerte, por cáncer, a finales de 2013, fue un autor muy prolífico sobre este tema. O más bien fue un orador, pues buena parte de sus libros son simplemente adaptaciones de sus charlas, publicadas por escrito.

Aparte de sus grandes obras aclaratorias sobre UCDM, como el extenso libro «El mensaje de Un Curso de Milagros», también se han publicado pequeños libritos suyos muy reveladores, como «Las preguntas más comunes en torno a Un Curso de Milagros» o la obra que voy a mencionar en este post: «Cuando 2+2=5». Los libros de Ken que ya han sido traducidos a nuestro idioma pueden encontrarse en la editorial El grano de mostaza: http://elgranodemostaza.com/

Este libro, «Cuando 2+2=5», es muy recomendable para aquellos que resuenen con UCDM y están familiarizados con él. Voy a copiar íntegro el capítulo 6, que consiste en unas pocas preguntas y sus respuestas. El resto del libro es igualmente interesante.

Citar este capítulo 6 en solitario supone presentarlo de manera un tanto descontextuada, por lo que se entiende mucho mejor leyendo el libro completo. Para paliar un poco esta descontextualización, voy a explicar brevemente una de las metáforas que aparecen: lo de los números. Esta explicación es ligera, simplemente por darle un poco más de sentido a lo que voy a copiar más abajo; la explicación sólida se capta al leer el libro en sí, pues ahí explica sin prisas, de manera inspiradora tanto en lo teórico como en los ejemplos.

Así que brevemente:

1+1=1 Ken usa en este libro esta metáfora para referirse a la Verdad Absoluta de la Unidad. Todos los seres son uno. Cristo y el Padre son Uno (1+1=1). O dicho de otro modo: nadie está separado de la Unidad del Ser. O sea: no existe la separación; la dualidad no es real. La Verdad Es. 1+1=1 sería equivalente, diría yo, al archiconocido "Soy lo que Soy".

1+1=2 Esto hace referencia a la dualidad, sobre todo en su principio metafísico: la creencia en la separación de la Plenitud. O con otro lenguaje: la creencia de que Cristo se separó de Su Padre (1+1=2). Es la creencia pura de separación, todavía sin necesidad de hacer referencia a las formas, pues se centra a nivel mental (la limitación a nivel abstracto). Lleva implícito el contexto de un concepto de UCDM muy repetido por Ken: el doble escudo (el doble velo) para ocultar la verdad, para ocultar a Dios, ocultar al Ser: el primer escudo es creer que uno se ha separado de la Totalidad (1+1=2), y el segundo escudo o nivel es la proyección del mundo de las formas (2+2=4), el universo de espacio/tiempo en el que se simboliza mediante formas y problemas la creencia del primer escudo. Ambos escudos son ilusorios.


2+2=4 Esto representa el nivel del mundo: los cuerpos, el universo de espacio, tiempo y formas, los problemas diarios en este mundo dual, etc. Simboliza el pensar del mundo (la creencia usual en la separación, al nivel humano de las formas). Representa la limitación a nivel concreto (simbolizada mediante formas). Es lo que Ken ha llamado, en este y en otros libros, el segundo escudo contra la verdad. El objetivo de este segundo escudo —el propósito de este universo espaciotemporal de las formas— es distraernos y olvidarnos del error de percepción inicial: la creencia en habernos separado de la Plenitud (1+1=2); esta creencia errónea en la separación (1+1=2) queda reprimida en nuestro inconsciente, tras el velo del mundo de las formas (2+2=4). O sea que 2+2=4 oculta el error principal de 1+1=2, el cual oculta la Verdad Absoluta de 1+1=1.

2+2=5 Esto representa el reflejo de la Verdad dentro del sueño. No es la Verdad Absoluta, pero sí su reflejo en el mundo dual, el cual señala hacia el despertar. 2+2=5 representa la percepción correcta o mentalidad correcta, la cual pasa de largo las falacias de 2+2=4 para así discernir sin inmutarse el error primordial de 1+1=2, el cual es corregido, aceptando así recordar la Verdad de 1+1=1. O sea, que podríamos decir que 2+2=5 es el reflejo de 1+1=1 dentro del mundo. En el lenguaje de Un Curso de Milagros, 2+2=5 es lo que se llama el mundo real (normalmente se usa como equivalente a lo que en otras tradiciones se llama iluminación). El que sabe que 2+2=5 puede vivir en el mundo aparente de 2+2=4 y parecer uno más que sigue las leyes del 2+2=4 (o sea: come, bebe, respira, hace lo que haga, etc), pero ningún acontecimiento de las formas (del 2+2=4) jamás podrá afectar a su constante paz interior, pues se vive en el 2+2=4 pero con la certeza de que 2+2=5 (vivir en el mundo sin ser del mundo). Esto conduce al reconocimiento del 1+1=1, en el cual el universo de las formas desaparece, o mejor dicho, nunca existió.

Las preguntas también están descontextualizadas, pues surgieron como una petición de que se aclarara algo que se había dicho anteriormente en la charla. A pesar de eso, lo esencial se entiende (la falta de contexto afecta mucho más al comienzo del texto que en el resto), pues los aficionados a UCDM ya están familiarizados con un contexto general que ayuda a entender la onda de las explicaciones. Y conforme se sigue leyendo, lo que al principio puede resultar extraño (debido a la falta de contexto) acaba cobrando más sentido a medida que las explicaciones avanzan y aparecen algunos ejemplos más. Aún así, al leer el libro completo es cuando todo se ve claramente.

Los ejemplos que aparecen en este capítulo (como lo de jugar al póker o matar una araña) pueden cambiarse por cualquier otro ejemplo que le interese al lector: por ejemplo si le preocupa algo sexual, o de comidas (vegetarianismo o lo que sea) o cualquier tema que le inquiete o de lo que se sienta culpable.

Y ahora vamos al punto. Aquí va este capítulo 6:

Capítulo 6 — PREGUNTAS

P: Dijiste que podríamos sublevarnos, pero implícito en la palabra «sublevarse» está «contra algo». ¿Cómo se va a la guerra y se remata a la gente, pero haciéndolo con la mentalidad correcta? 

R: No; lo que se hace es ir a la guerra y no rematar a la gente. Puedes ir a la guerra y saber que no estás en el sueño. Es un ejemplo extremo, sin duda; pero lo haces porque —por la razón que sea— esa es en cierto sentido la clase en la que te encuentras. La mayoría de la gente coincidiría en que decir una mentira piadosa a un niño por amor es algo apropiado, mientras que no lo sería asesinar a personas con una ametralladora Uzi. No obstante, las dos cosas solo parecen diferentes porque la gente cree que el cuerpo es real y que hay una jerarquía de ilusiones. Cuando dices una mentira piadosa a un niño o a cualquier otro, la intención puede ser amorosa. ¿Por qué no puedes ir a la guerra y seguir teniendo la intención de ser amoroso? En principio, se podría disparar un arma sin hacerlo por un espíritu de rabia o de satisfacción perversa. Pero solo puedes ir a la guerra con la mentalidad correcta cuando tu mente se ha sanado. 

En términos generales, no podemos evitar matar cosas vivientes en nuestro mundo. La idea es no hacerlo motivados por el odio o el miedo. No hay una manera que sea correcta o errada, pero es posible vivir la vida sin tratar intencionalmente de ocasionar daño a nada ni a nadie. También es posible que una persona se halle en un estado de mentalidad correcta y no mate una araña, por ejemplo, o que se halle en un estado de mentalidad correcta y la mate. No hay un comportamiento que sea correcto o errado, solo hay pensamientos de mentalidad correcta o de mentalidad errada. Un curso de milagros resulta muy difícil porque es totalmente radical. La palabra "radical" deriva de «raíz», 'ir a la raíz de algo'. La raíz del mundo del ego es 1+1=2, que se manifiesta al considerarnos separados de alguien, ya sea de una araña, de un enemigo en el campo de batalla o de una persona con quien vivimos o trabajamos. Esa percepción errónea es el problema. Una vez que nos damos cuenta de que 1+1=1, no tiene importancia lo que hagamos en cuanto al comportamiento. Simplemente, queremos tener claro que no creemos que 1+1=2. 

Así y todo, algo anda mal si sentimos culpa por matar una araña, pero no la sentimos por matar psicológicamente a una persona: ya sea a una persona de la familia, un amigo o una figura pública. Las personas suelen tener problemas al respecto. Recuerdo que, en nuestro Centro en Nueva York, una persona habló de cuánto le disgustaba ver a alguien matar insectos porque consideraba que los insectos eran seres vivientes. Sin embargo, no tenía reparo alguno en juzgar o utilizar a otros para satisfacer sus propias necesidades. Esto muestra que algo no está bien porque, si en verdad nos importara la araña, debería importarnos todo lo demás —animal o vegetal— que consideremos viviente, sin importar la posición que ocupe en la llamada cadena de los seres. Establecer condiciones nos muestra que algo anda mal en lo que estamos haciendo. Tener esta información es útil porque, con frecuencia, estos fuertes sentimientos respecto a matar una araña vienen acompañados de mucha rabia contra la gente que sí las mata. Es difícil asumir una posición como esa sin que de alguna manera se juzgue a la gente que no practica lo mismo que nosotros. Siendo así, estamos diciendo que hay algo sagrado en una araña, pero no tan sagrado en una persona que las mata. Así que la Filiación se ha fragmentado, y la Integridad de Cristo se ha destruido. 

Hay muchos otros ejemplos: nuestro coche no funciona y damos un portazo; somos jugadores de béisbol y la pifiamos al batear, regresamos al banquillo y damos una patada al bebedero; el jefe nos llama la atención y, al llegar a casa, nos desquitamos con el perro. En todos estos ejemplos, la cuestión no es si lo que hemos atacado tiene vida o no, o si ocupa una posición superior o inferior en la cadena evolutiva. Lo que importa es lo que está dentro de nosotros, y que estamos proyectando nuestra propia culpa en forma de enfado. La gente siempre juzga el comportamiento, motivo por el cual cree que 2+2=4. Lo que lo unifica todo es lo que está pasando en la mente. Dar una patada a un coche, a un bebedero, a un animal, a una radio que no funciona o atacar a una persona: todas estas acciones son iguales. Se derivan de la proyección de la culpabilidad; y la decisión de la mente de elegirla es el único problema. 

A menudo lo que la gente hace —un ejemplo de formación reactiva, donde se niega lo que está en la mente haciendo lo opuesto en el nivel del comportamiento— es anunciar que nunca matarán ciertas cosas vivientes, pero si eso no se generaliza para aplicarlo a todos y a todo, lo que están haciendo, entonces, es en realidad tratar de contener mágicamente su autodesprecio y sus tendencias asesinas. Esto no difiere de esas personas que siempre tienen que llevar el control y tenerlo todo perfectamente en su mundo externo. Es su reacción a sentirse fuera de control por dentro. Siempre que tenemos empeño en algo externo, estamos reaccionando a lo opuesto por dentro. La formación reactiva es una regla psicológica sin excepciones. Siempre que nos empeñamos en que las cosas sean de cierta manera y creemos que es importante hacer o no hacer algo, estamos afirmando que 2+2=4. Y es una reacción a nuestra creencia de que 1+1=2. Nos abruma la culpabilidad por el pensamiento que nos llevó a eso: yo destruí, traicioné, rechacé y abandoné el amor, lo cual dio por resultado que 1+1=1 se convirtiera en 1+1=2. La culpabilidad por motivo de este pecado percibido es tan enorme que, ahora, tratamos de ocultarnos de ella al proclamar que no somos así en absoluto. De hecho, lo amamos todo y amamos a todo el mundo. ¡Pero no es así! Solo amamos ciertas cosas y a ciertas personas. Otra vez, cuando se tiene una fuerte necesidad de no matar o de no comportarse de cierta manera, es solo porque se está tratando de mantener a raya la necesidad inconsciente de hacer todo lo contrario, con la esperanza mágica de evitar el castigo por el pecado percibido de haber rechazado el amor. 

Esto no quiere decir que la disciplina sea mala, pero no resolverá el verdadero problema. Actuar basándose en la idea mágica de que al controlar las cosas externas se controlan las internas jamás funciona. Lo que está dentro sigue estando dentro, y lo que permanece inconsciente se proyectará automática e inevitablemente. De modo que siempre estaremos luchando por dentro contra ese odio. Por eso, es prudente evitar a los fanáticos religiosos —para citar una de las formas que esta dinámica suele adoptar—, porque sus protestas de amor y argumentos a favor de la veracidad de su religión son una defensa para ocultar el hecho de que creen precisamente lo contrario (de nuevo la formación reactiva). El odio que hay dentro siempre necesita una salida; por eso, los devotos fanáticos están llenos de juicio. De hecho, los fanáticos de cualquier nivel —político, religioso, social— están proyectando hacia fuera lo que no quieren mirar adentro. 

Si somos de mentalidad correcta y vivimos en un mundo de 2+2=4, no nos alteramos, porque sabemos que 2+2=5. Por lo tanto, no damos poder a nada en este mundo para que nos quite la certeza de ese amor, la certeza de saber que aquí nada significa nada. Sin la culpabilidad ni sus proyecciones, nada interfiere con el amor que fluye de la mente. Siendo así, somos bondadosos con todo el mundo, y este es el caso matemos o no a una araña, comamos una vaca o lancemos una bomba. 

El punto aquí es querer utilizar los pensamientos y sentimientos de nuestro cuerpo para regresar a la mente. Una vez más, no hay nada de bueno ni de malo en un comportamiento. Después de todo, en este mundo hay que hacer algo con el cuerpo. Todos tenemos necesidades, preferencias, aversiones, etcétera. Sin embargo, no tenemos que darles poder para que afecten nuestra paz o nos aparten de nuestros hermanos. La idea es no juzgar nuestro comportamiento o pensamientos ni juzgar a otros por los suyos. 

P: Me gusta jugar al póquer con los amigos los lunes por la noche. Y siempre me siento culpable al terminar porque me parece que no debí haberlo hecho. Al final, mi corazón late deprisa, y decidir si debo ir o no se convierte en una obsesión. 

R: Eso es precisamente lo que el ego quiere, pues entonces se vuelve: jugar al póquer o no jugar al póquer... he ahí el dilema. Es un poco tonto, ¿cierto? ¿Qué clase de dilema es ese? ¿Crees que a Jesús le importa realmente si juegas o no juegas al póquer? En todo caso, Jesús sería un pésimo jugador de póquer, porque para él una mano ganadora sería una y la misma*

* Nota [copiada de la nota a pie de página]: De "Una mano" —one of a kind— es un juego de palabras con múltiples sentidos: 'una mano única en su género', 'ejemplar', 'del mismo palo', 'tal para cual' (N. del T.).

El jugar al póquer en sí no tiene importancia. Lo que sí importa es que al trasladarte al lugar estés en paz, que mientras juegas sigas en paz y que al regresar a casa estés en paz. El dilema no está en jugar al póquer o no. Todos caemos en esa trampa. ¿Hago esto? ¿O no lo hago? Está implícito en lo que estás diciendo que el póquer no es una actividad espiritual; por lo tanto, piensas que, en vez de jugar al póquer, deberías estudiar el Curso o escuchar uno de esos profundos discos compactos, meditar sobre las verdades eternas o hacer algo que consideras espiritual. Pero podrías tener el mismo instante santo jugando al póquer con los amigos que haciendo cualquier otra cosa. La lección para ti es que puedes jugar al póquer, pasarlo bien y no darle demasiada importancia. Si ganas, ganas; si pierdes, pierdes, pero han sido unas cuantas horas agradables con personas que te caen bien y a quienes no juzgas. El póquer se convierte, entonces, en una clase para aprender a no darle poder al mundo. El ego nos hace creer que hay una jerarquía de ilusiones y que el póquer ocupa un lugar bastante bajo en la escala; y los que lo juegan, aún más bajo. Pero ¿cómo va a ser posible eso si no hay ninguna jerarquía? Solo el contenido de amor es verdad en el mundo de la ilusión. 

P: Hay una película muy tierna acerca de los pingüinos, y a todos les molesta una escena donde el cuervo ataca a un pingüino bebé, pero nadie dice nada acerca de la escena donde los pingüinos se comen a los peces. 

R: ¡Por supuesto! Y nadie piensa realmente en el pobre cuervo. Eso es lo que hacen los cuervos; se comen a los pingüinos y ellos a su vez comen; y hay otras aves depredadoras de los cuervos. De eso se trata la vida: uno o el otro (mata o te matarán). Es lo que puede considerarse canibalismo: alimentarnos de algo externo para satisfacer nuestras necesidades. Todos hacen distinciones en un mundo donde 2+2=4. Decimos que hay versiones de esta ecuación que son mejores que otras. Por ejemplo, algunos animales son tiernos e inocentes y se les puede disculpar su canibalismo, mientras que otros son terribles y crueles. Todos aquí son terribles y crueles porque, para empezar, fue un pensamiento terrible y cruel el que nos trajo hasta aquí.

Fuente: «Cuando 2+2=5», de Ken Wapnick.
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lunes, 15 de diciembre de 2014

No hay barreras: justo ahora ya lo eres todo

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Nada puede impedirte ser lo que eres. Ya eres lo que eres. No hay barreras reales que te impidan disfrutar de tu Ser. Nada te separa realmente de tu plenitud ilimitada. La eternidad está a tu alcance ahora, en ti, y siempre estará disponible.

La única "barrera" es aparente: tus imaginarios pensamientos de separación. Conceptos como "lo diferente", "el tiempo", "el espacio", "la forma", "los límites", "los problemas", etc, son meras fantasías que te has permitido aceptar. Comienza a cuestionarlas y tu proceso de despertar se comienza a acelerar.

Ahora mismo tienes acceso a la Totalidad de tu Ser. Ahora mismo, en este mismo Momento eterno, tienes acceso a la Plenitud. El tiempo es una proyección/fantasía con la cual tratas de seguir jugando a que aún no puedes reconocer tu Ser. Pero el tiempo es ilusorio. Puedes comenzar a cuestionarlo ahora. En este mismo instante.

Este Momento de ahora, despojado de sus "adornos duales", es el mismo Momento de Ser que vive en toda la eternidad. Ya lo eres Todo, ahora.

Nunca te faltará la certeza de ser, ni siquiera mientras aún pareces dormido en la dualidad. La certeza de ser es el aroma que te recuerda la eternidad. La certeza de ser está disponible ahora. Y poner tu atención en el ser, te reconecta a reconocer tu Realidad.

No le concedas importancia al tiempo; no te creas las apariencias. Fluye entre ellas con confianza, acompañado por la infalible certeza de ser que siempre te acompaña. Nada te separa de Ti, pues ya eres Tú: ahora.
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domingo, 14 de diciembre de 2014

¿Soy valioso?

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No te permitas dudar de tu valor. Si te surgen dudas, al menos procura no regodearte en ellas, para no reforzarlas. Aprende (estableciendo el hábito) a cuestionar ese pensamiento de falta de valor.

Nunca pienses "yo no valgo nada", porque eso es un pensamiento equivocado, un juicio erróneo, una enorme distorsión de la verdad. Cuando dices o piensas que no vales nada, te estás mintiendo a ti mismo.

Lo que haces no vale nada (en términos absolutos) porque es ilusorio, pero lo que eres es eterno y tiene un valor infinito. Lo que importa no es lo ilusorio y temporal, sino lo verdadero que es eterno. Lo que importa no es lo que haces, sino lo que eres.

Sé práctico. No niegues por completo algún valor relativo a lo que haces en el mundo. Pero date cuenta de que es algo relativo y temporal, y así no te apegarás. Debes "apegarte", por así decir, únicamente a la verdad, a la eternidad, a la Unidad de tu Ser. Tú eres. Nada ni nadie puede robarte esto, porque además no existe nada fuera de este Ser que eres. No hay nada ni nadie que pueda estar contra ti —excepto tú mismo, pero solo imaginariamente, porque en verdad jamás cometerías un perjuicio contra Ti Mismo, porque Eres inmutable y básicamente bueno. La Unidad no puede agredirse realmente a Sí Misma. Deja atrás las imaginaciones de que puedes hacerte daño. O juega con ellas, pero cuando sientas las sufridas consecuencias, recuerda que puedes dejar todos esos juicios atrás. No son más que imaginarios pensamientos, falsas suposiciones.

En el mundo, hay cosas que tienen un valor relativo. Todo aquello que te inspira a amar y despertar, tiene valor relativamente, mientras crees estar en este sueño de dualidad. Todo aquello que interfiere en tu amor y en tu proceso de despertar, no tiene otro valor que el de jugar a sufrir: si no quieres sufrir, no le atribuirás valor. En última instancia, lo único que tiene un valor absoluto es la Verdad de lo que Eres, más allá de este mundo de dualidad. Pero para recordar tu puro Ser absoluto, sé tranquilo y déjate fluir mediante las cosas que en este mundo tienen un valor relativo, las cosas que te ayudan a despertar: ante todo amar y bendecirlo todo, sin condenar nada (esto no te impide tomar las medidas oportunas cuando sea preciso), sin resistirte a nada [para evitar malinterpretar esto, puede leerse lo que escribí hace poco sobre esto en la tercera entrega de la serie de posts titulada "Búsqueda externa", aquí: Búsqueda externa (III)]. Ama, bendice y perdónate a ti mismo por creer y experimentar que eres un ser separado de los demás, separado de la plenitud. La separación que te separa de los demás es la misma separación que te separa de tu propia plenitud de ser. La separación es solamente una creencia, una actitud, pero no una realidad. Por eso se dice aquello de "no juzgues, pues si lo haces serás juzgado", ya que al juzgar te estás juzgando y limitando a ti mismo. No existe otro ser aparte de ti.

Lo que haces no tiene valor absoluto, simplemente déjate inspirar por el amor y fluirás en un proceso lo más dulce que se pueda dar en este mundo, fluirás atendiendo a los valores relativos que te ayudan a despertar. Lo que haces no tiene valor eterno, pero lo que eres sí es lo que es, ahora y siempre. En este mismo momento ya eres lo que eres. Tú eliges dónde centras tu atención: en lo temporal, o en lo eterno de tu ser. O pones tu atención en lo ilusorio (el pasado, el futuro, los problemas), o la pones en lo eterno (el ahora, la certeza de ser, el amor). Mientras tu experiencia sea que sigues aquí, usa la noción de pasado y de futuro como apoyos para desenvolverte en amor y despertar, pero sin darles importancia ni creer que tengan un valor absoluto. Solo tu ser tiene valor absoluto y es eterno. Solo tu ser existe, y nada más.

Nada puede hacerte daño, pues eres inmutable. No eres un cuerpo, sino pura conciencia, puro espíritu, pura Unidad intemporal. Lo que haces no tiene valor absoluto. No te preocupes si tu cuerpo/personaje parece hacer algo torpe, o es criticado, o alguien piensa que no tiene valor. Nada puede dañarte. Nadie puede criticarte: solo existe el Ser, y eres Tú, y la Unidad no se critica a Sí Misma, simplemente ama, simplemente es.

Nadie puede perjudicarte. Los personajes pueden criticar o perjudicar en apariencia a los personajes, pero todo eso no son más que imaginarios pensamientos en la conciencia. Tú no eres tu personaje, sino que eres Tú, la conciencia pura, la Unidad eternamente inmutable. Tu personaje/cuerpo en apariencia puede ser criticado, fotografiado, atacado, perjudicado, etc. Pero lo que verdaderamente eres no puede ser visto ni fotografiado ni criticado ni atacado, etc. Lo que eres solamente puede "serse". El ser solamente se comparte siendo. Y se comparte Consigo Mismo, pues no existe nada más que este amor infinito.

El valor de lo que haces es finito y temporal, y por lo tanto relativo y sin importancia en términos absolutos. Es neutral, no "malo" ni "bueno". Son ilusiones. Si tu corazón está abierto a despertar, serás inspirado a despertar experimentando las ilusiones que sean útiles para expresar amor y despertar. El amor surge espontáneamente cuando dejamos de separarnos de los demás. Surge al dejar de juzgar.

Aunque el valor de lo que haces es finito, lo que eres tiene un valor incalculable, un valor infinito. Un valor infinito es indescriptible. Es tan máximo que la propia palabra "valor" deja de tener sentido. Es totalidad. Plenitud eterna. Es tu "herencia", la cual reconocerás cuando dejes de poner tu atención en lo temporal, cuando dejes de juzgar.

Es importante que dejes de juzgar (en realidad es suficiente con que estés ligeramente dispuesto a aprender a dejar de juzgar, ya que el cese total del juzgar se produce al final del proceso, es la iluminación) y no tases a nadie por debajo de su valor: ni a ti ni a otros, pues todos somos el mismo Ser. Cuando percibas a otros, no los confundas con sus cuerpos/personajes. Al igual que tú, ellos no son cuerpos limitados, sino el ilimitado espíritu inmutable. Si los consideras limitados, te limitas a ti mismo. Ámalos y libéralos. ¿Cómo? No considerándolos cuerpos limitados, sino como a tu propio ser, pues todo lo verdadero forma parte de un mismo Ser (al igual que Tú, Ellos no pueden ser realmente dañados, pues son el mismo Ser que Tú: lo eternamente inmutable). Incluso si ves que otros se confunden a sí mismos con su cuerpo o personaje, mantente mentalmente consciente de lo que en verdad son, para no reforzar la ilusión en ellos y por tanto en ti mismo (no necesitas decirles nada; simplemente recuerda la verdad, por ti y por ellos). Al limitar a otros, te separas de tu propia plenitud. Por eso es muy importante, si quieres acelerar tu despertar, no creerte las percepciones limitadas que tienes de ti mismo o de los demás, y recordar la verdad ilimitada del puro Ser que todos somos. Aunque "somos" se escribe en plural debido a las reglas del lenguaje, el Ser es Uno. La Unidad es Totalidad ilimitada. Así pues, en tu caminar por este mundo imaginario, mientras finaliza tu proceso de despertar, no te fijes en las limitaciones de los demás (no les atribuyas importancia, pues son apariencias temporales), sino recuerda la ilimitada verdad. Tal como ves a los demás, te ves a ti mismo.

No te juzgues a ti mismo, ni a los demás, pues te estarías juzgando igualmente a ti mismo, pues nadie está separado de ti. No juzgues nada. No juzgues la vida, no juzgues a Dios. Simplemente bendícelo todo y ábrete a ser. Deja de seguir negándote a Ti Mismo. No estás separado. Eres lo que eres. Sigues siendo tu ser, el cual serás siempre. No puedes dejar de ser perfecto porque tu ser es inmutable. Sé agradecido a Ti Mismo por esto. El agradecimiento tiene varias versiones. La más elevada es simplemente lo absoluto: ser.

Estás a salvo porque no puedes dejar de ser lo que eres. Tus juegos imaginarios no pueden afectarte realmente. Eres la Vida eternamente inmutable. Ya eres el puro Ser.
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sábado, 13 de diciembre de 2014

Búsqueda externa (y III): Sé práctico: vive temporalmente en la dualidad, pero no te la creas

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Cuando uno se da cuenta de que la búsqueda externa no conduce a nada, sino que solo en nuestro interior hallaremos todo, ha de llevar todavía cuidado de no caer en fanatismos ni malinterpretaciones. Ante todo, hay que ser natural. Esto quiere decir, en cuanto a los asuntos externos, que en el mundo nos comportemos de manera sencilla y normal, sin artificios.

Por ejemplo, si sabemos que el cuerpo es ilusorio, no por ello dejaremos de lado el alimento o los cuidados higiénicos. Aunque el cuerpo y el oxígeno sean ilusorios, no dejaremos de respirar, ¿verdad? Porque mientras nuestra experiencia en la práctica sea experimentarnos como un cuerpo, haremos bien en dejar de lado fanatismos imprácticos. En vez de eso, usaremos el camino del medio: una actitud discernidora, acompañada de un comportamiento sencillo y normal en cuanto a las cosas del mundo. Se trata simplemente de no provocar artificialmente irritaciones innecesarias en nuestro ánimo. Si nos sentimos enfermos, no nos prohibimos ir al médico (o a lo que nos dé confianza); pero recordaremos que la enfermedad es ilusoria, como también el cuerpo y el médico, y el mundo de espacio/tiempo en que se desenvuelven.

De este modo nos permitimos estar abiertos a la inspiración que nos guía a cada uno de manera concreta. A unos les conviene ir al médico normal para así lidiar con el menor miedo posible, a otros les conviene algún terapeuta alternativo, otros podrían simplemente estar a gusto sin hacer caso a la ilusoria enfermedad (incluso si eso desemboca en la también ilusoria muerte). Igualmente, unos se sentirán llamados a la vida retirada, otros a la vida en ciudad, unos se casarán, otros no o incluso algunos serán célibes, unos resonarán con la dieta vegetariana, otros no, unos buscarán vías directas para el despertar, otros no, otros la "no-vía" (jejeje), etc. No hay regla fija, por eso conviene estar abiertos a la inspiración, la cual nos proveerá una guía perfectamente adecuada a nuestro particular proceso de despertar.

La actitud mental es “no te resistas”. Pero si alguien agrede a nuestro hijo, intervenimos de manera oportuna. Al haber discernimiento, se puede intervenir sin necesidad de odiar, pero con total efectividad. El discernimiento amoroso no implica debilidad, sino firmeza y fortaleza desprovistas de odio (incluso cuando surge odio, tampoco nos resistimos; lo dejamos pasar).

Si alguien te roba, puedes hacer lo que sea oportuno, incluso denunciarlo a la policía si te sientes inspirado a eso. Tal vez ese “ladrón” necesita que lo atrapen e incluso podría ser, a veces, que la cárcel sea lo mejor para él. O cualquier lugar/situación donde tenga una oportunidad de reflexionar y abandonar su actitud autodestructiva.

Por supuesto que en el fondo todo eso es ilusorio. Es imposible enfermar, que agredan a tu familia, que te roben, etc. Todo eso es irreal. Pero mientras nos experimentamos todavía como cuerpos en un mundo temporal, tendremos aparentemente experiencias corporales y temporales, y será sensato usarlas para despertar del sueño, en lugar de para reforzarlo. En un sueño de hambre, aceptar comida puede ser lo más relajante incluso si ya vislumbramos que se trata de un simple sueño. Porque privarnos artificialmente de las necesidades habituales en el mundo de la forma, no haría sino reforzar nuestro miedo. Y puesto que la dualidad es un sueño de separación y miedo, si actuamos de manera que reforcemos el miedo, estaremos reforzando el sueño. Estaremos eligiendo alargar el sueño y retrasar nuestro despertar.

Por eso somos prácticos. A nivel mental somos osados, firmes, no hacemos concesiones que vayan contra el discernimiento. O sea: a nivel mental, admitimos que el mundo de las formas separadas es un sueño, no es real y depende de nosotros despertar a la verdad. Pero a nivel de las actividades corporales, actuaremos de manera sencilla y sensata: comeremos, nos vestiremos, cerraremos con llave la puerta de nuestra casa, etc, lo que a nosotros en particular nos resulte normal... ¡o al menos respiraremos jejeje! Respirar es también ilusorio —algo relativo al cuerpo, la forma, el tiempo— pero mientras nos experimentamos aún dentro del sueño, no tratamos de negar nuestra experiencia práctica. Simplemente estamos dispuestos a ir más allá de ella y despertar a la verdad. Pero mientras tanto, respiremos sin resistirnos a nuestro proceso ilusorio de despertar. Que aunque sea un proceso ilusorio, en la práctica se despierta. Tras despertar nunca hubo sueño (ni necesidad de despertar, ni hubo realmente un despertar en términos absolutos), pero antes de despertar no conviene entorpecer el proceso de despertar... ¿Paradójico? No, más bien lo sensato en la práctica.

Sabemos que todo el bien está dentro de uno mismo. Pero no por ello nos negamos a vivir en el mundo que nos parece estar experimentando. Simplemente procuraremos no apegarnos a nada, ni siquiera a seguir viviendo corporalmente. Y así podemos seguir nuestra ruta, la que sea: tener una pareja, coche, trabajo, posesiones, etc. Pero esto sí: el apego a todo esto será menor cuanto más claro tengamos que lo externo es ilusorio y la verdad se encuentra en nuestro propio ser. Y entonces vivimos en el mundo sin ser del mundo. Porque lo externo no nos afecta —o cada vez menos, conforme el discernimiento cala en nuestra mente. Nos casamos o comemos, pero no nos apegamos a que nuestro cónyuge y la comida siempre estarán con nosotros. Al no haber apego, todo lo que nos resulte útil mientras aún siga el proceso de despertar, aparecerá. Y lo útil coincide siempre con aquello que nos ayude a despertar.

Ser prácticos nos permite simpatizar con alguien pero no desesperarnos si se va. Nos permite preferir el día soleado (o lluvioso) pero no deprimirnos si surge un día contrario a nuestra preferencia. Nos permite sabernos iguales a todos (todo es la conciencia) a pesar de que aún estemos percibiéndonos como corporalmente diferentes y separados. No negamos nuestra experiencia práctica evidente, y en cuanto a lo que percibimos hacemos lo oportuno. Pero tampoco nos lo creemos. No negamos que estemos percibiendo ilusiones, pero tampoco nos las creemos. No negamos que nos duele una muela, pero sabemos que eso es un símbolo externo de lo que se cuece en nuestro interior. Y no resistimos el símbolo. No lo detestamos, ni tampoco lo deseamos. Simplemente lo dejamos ir. Y cualquier cosa deja de molestar mucho más rápidamente cuanto menos nos resistimos y menos nos apegamos. La resistencia es apego.

La búsqueda interior significa simplemente dejar de buscar fuera. Buscar externamente nunca nos dará plenitud. La búsqueda externa nunca nos ha dado plenitud inmutable; ¿por qué la daría ahora? Lo temporal nunca será inmutable. Eso sería contradictorio. Lo inmutable solo lo encontraremos en la inmutabilidad de nuestro ser.

La búsqueda en sí misma es un concepto, pero mientras hagamos juicios, habrá búsqueda, la llamemos así o no. Dejar de juzgar acaba con la búsqueda y abre el reconocimiento de la paz. El que está en paz ya no busca porque se ha encontrado a sí mismo.

Todo se vuelve benigno cuando comprendemos que todo lo externo son meramente símbolos neutros. Depende de nuestra interpretación que algo parezca favorable o desfavorable, pero, en sí, las ilusiones son neutras. Y al ser neutras, podemos dejar que el Maestro interior se ocupe de ellas. Ante cualquier problema, miedo o duda, dejemos el asunto en manos del Maestro interior, pues Él lo sabe todo mientras que nosotros —el limitado ser ilusorio con el que nos hemos identificado— no sabemos nada. Cuando nos despertemos, será evidente que no hay diferencia entre lo que somos y el Maestro interior. El concepto de “Maestro interior” ya no será necesario, pues ya no habrá dudas ni ilusiones.

Concluyendo: seamos prácticos. Sencillos. Naturales. Así no seremos impertinentes ni con nosotros ni con los demás. Si alguien muere, no le ladraremos a sus familiares que no pasa nada porque la muerte no existe ni el mundo existe ni el cuerpo existe... Si molestamos a los demás usando la “verdad” como arma, no habremos comprendido nada. En vez de eso, respetemos el dolor de los demás. Es ilusorio, sí, como ilusoria es la circunstancia en que aparece. Pero nadie es mejor o más sabio que nadie (excepto en lo temporal, que es apariencia) y si hay quienes están manteniendo la experiencia del dolor ante una muerte, respetemos todo. No resistamos. No es importante decir nada. No es importante decir “la verdad”. La auténtica Verdad ya se ocupa de Sí Misma; simplemente Es, sin necesidad de luchar por imponerse, pues sabe que no existe nada excepto Ella. La clave es siempre lo interior. Si nos parece que algunos sufren por ignorancia, la ignorancia está en nosotros que la percibimos. Sanando nosotros mismos nuestra propia mente, soltando los juicios y las diferencias, dejando ir los miedos y la arrogancia de creernos especiales, estaremos abiertos, inspirados, y si algo ha de ser dicho o hecho a través de nuestro personaje, lo sentiremos como impulso amoroso y desinteresado, y así sucederá.

Mientras tanto, aunque seguimos comportándonos de manera sencilla y normal, la Verdad ya ES, y sonrientemente nos espera. Podemos abrirnos a Ella cuando queramos. ¿Por qué no ahora? Solamente existe un momento eternamente —y está lleno de paz: ahora.
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viernes, 12 de diciembre de 2014

Búsqueda externa (II): Buscando camorra

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Si no existe nada aparte de ti, ¿qué ocurre cuando sientes oposición? Una parte de ti está encantada con los acontecimientos de oposición: problemas, ofensas, ataques, accidentes, enfermedades, contrariedades. Esa parte está encantada porque la oposición “demuestra” que hay un mundo externo a ti, que te limita. Y esa parte está encantada de que te unas a ella en considerar al mundo como culpable de tu desdicha: ellos son los responsables de tu sufrimiento, ellos son los que te atacan, de ellos te tienes que defender. Y cuanto más te defiendes, cuanto más te resistes, más separado te sientes de ellos, más diferente, más distanciado. Y como consecuencia, refuerzas la sensación de estar separado de tu plenitud. Es absurdo, pero de este modo te convences de que estás separado de tu propio ser.

Al mantener esa actitud, estás eligiendo seguir sintiéndote separado. Estás separándote; estás juzgando. Estás volviéndolo todo del revés. En realidad nadie te hace nada —ni tampoco tú le has hecho nada a nadie, pues el ser es inmutable. Tampoco puedes perder nada —excepto dejando de prestarle atención. “Pierdes” aquello a lo que dejas de prestarle atención: pierdes lo que dejas de apreciar. Y estás tan dividido interiormente que no te das cuenta de tu estrategia de autoengaño, y así te permites atribuir tus pérdidas a “otros”: ellos son los responsables (fulano, mengano, tal organización, tal país, tal animal, el mundo, la mala suerte, incluso el propio cuerpo, mi ineptitud, o Dios, la vida, etc). Todo eso son conceptos. Proyecciones muy distorsionadas. Echar las culpas afuera (al mundo externo... incluso al propio cuerpo o a “Dios” o a la “vida”) no conduce más que a la confusión, porque no hay nada fuera. Es más rentable mirar dentro de uno mismo, sin miedo ni juicio, con un simple amor incondicional. Lo ilusorio pasará (es temporal) y la eternidad —lo inmutable e intemporal— es lo único que podrá quedar, porque es lo único que realmente hay.

La próxima vez que te enfades o te sientas atacado, no te resistas. En lo externo haz lo que convenga, pero no te resistas interiormente. Simplemente aprovecha la oportunidad de recordar que eso que percibes como irritante (ese ataque, o esa situación) es una oportunidad para dejar de juzgar y retornar a lo natural. Volver a ser tal cual eres. Es paradójico, porque si ya eres lo que eres —y lo eres, pues tu ser es inmutable y su naturaleza perfecta no ha cambiado— entonces volver a ser lo que eres no es más que reconocerte como siempre has sido y serás. Se trata simplemente de dejar de imaginar que has dejado de ser la plenitud que eres. Dejar de jugar a lo imposible. Dejar de juzgar.

Nunca te enfadas por una situación externa, sino por la interpretación que haces de ella. Fuera de tu conciencia no hay nada. Cuando insistes en culpar a otros por tu enfado o por tu supuesta carencia, estás realmente culpándote a ti mismo, pues nada está separado de ti. Tal como consideres a los demás es como refuerzas la manera como te consideras a ti mismo; y también al revés: tal como te consideras a ti mismo, refuerzas ese mismo modo de considerar a los demás. Por lo tanto, bendícete y bendice a los demás. Bendícelo todo. Bendice toda situación. No te resistas a nada.

“No te resistas” es una indicación fácil de malinterpretar. Se refiere a la no-resistencia mental. A dejar de juzgar. A dejar de culpar como si la separación fuese real. No se refiere al comportamiento. La conducta fluirá según convenga (podemos actuar como de costumbre, si nos parece oportuno), pero interiormente no hay resistencia porque sabemos que en el fondo todo lo temporal es irreal —una proyección fugaz.

La búsqueda externa está condenada al fracaso. Tanto cuando buscamos culpables, o motivos para sentirnos mal, como cuando buscamos lo deseable, en todos los casos estamos dirigiéndonos al lugar equivocado. La culpabilidad, de existir, estaría en nuestro interior —porque no hay nada separado de nuestra conciencia. Miremos ahí, sin miedo, sin resistencia, sin expectativas, con relajación —amor incondicional. Veremos que la culpabilidad que temíamos que habría en nuestro interior, en realidad no está. No es real. Sólo somos inocencia. No hay culpabilidad. Ya no necesitamos tampoco proyectar nuestra culpabilidad sobre otros para así “esconderla” —echarla sobre otros no la va a alejar de nosotros, pues nuestro juicio errado es su origen, y hasta que no dejemos de juzgar que la separación y la culpabilidad existen, seguiremos sufriendo sus secuelas.

La búsqueda de lo deseable tampoco se ve coronada por el éxito cuando buscamos externamente. Porque estaremos buscando en las formas, que varían con el tiempo. Y todo lo externo acaba decepcionando. No dura. Puede que nuestra idealizada pareja no nos deje por el momento, pero si seguimos convencidos de que somos cuerpos, pasados los años los cuerpos se ven separados unos de otros por la enfermedad y la muerte. No hay esperanza en lo temporal, porque cambia. Pero la plenitud nos espera adentro, en la intemporalidad de nuestro propio ser.

Nada nos puede ser arrebatado. Lo ilusorio se desvanecerá tarde o temprano, pero no tiene valor. ¿Cómo podría tener valor lo que no existe? Nuestros bienes externos desaparecerán; nuestro coches, nuestros padres, nuestro trabajo, nuestros seres queridos, todos los objetos externos desaparecerán. Incluso nuestro cuerpo desaparecerá. Pero hay algo que siempre está con uno. Hay algo constantemente contigo, que nunca te deja ni por un instante. Algo que está contigo ahora: tu propio ser, acompañado por la total certeza de ser.

Puede parecer que se te arrebata tu casa, tu trabajo, tu dinero, tu familia, tu cuerpo, tu “vida”, pero nunca pierdes tu certeza de ser. Nunca dejas de ser. La conciencia incondicionada nunca desaparecerá. Cuando mires adentro y te recuerdes en plenitud, te reencontrarás con todo lo que creíste haber perdido, pero no como objetos separados, sino como la Unidad de Ser. Y este “reencuentro”, al ser lo verdadero, nunca desaparecerá ni se agotará. Los que sí se agotarán y desaparecerán serán tus juicios, pero lo verdadero siempre permanecerá. Lo verdadero, al no resistirse a nada, se encuentra únicamente Consigo Mismo y no imagina realidad en las ilusiones.

El problema nunca está fuera. El Tesoro, el Bien, la Plenitud, tampoco está fuera. Todo está dentro de ti: tanto lo ilusorio que has imaginado, como lo verdadero que siempre es. Al dejar de apegarte a la ilusión que hay en tu interior —la creencia en la separación de la plenitud— la ilusión se deshace, pues no era más que un espejismo, algo imaginado. Y entonces la Verdad resplandece sin interferencias, para no ceder su lugar a las ilusiones nunca más. En realidad, la Verdad nunca cedió su lugar. Lo que Es, siempre Es.

Lo que buscas no está fuera. Está en ti. Es lo que eres. Siempre ES.
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jueves, 11 de diciembre de 2014

Búsqueda externa (I): La belleza está en el que la ve

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No busques fuera de ti. Nada externo tiene el poder de completarte. Cuando pones tu esperanza en lo externo te condenas a la desilusión, pues lo externo no es sino una ilusión. Poner tus esperanzas en las ilusiones externas es una actitud que parte de una sensación de carencia, y refuerza y mantiene la sensación de carencia. La carencia es separación: te concibes a ti mismo como separado de la plenitud. Pero esto es una ilusión, pues tú no eres otra cosa que la plenitud. Por tanto, cuanto antes dejes de buscar en lo externo, antes cesará tu artificial (ilusorio —y elegido) sufrimiento.

Sin embargo, tu ser es pleno. Eres perfecto; siempre; ahora. Eres completo. No hay carencia en ti. No hay nada fuera de ti. Lo que ves como externo está en ti, en tu conciencia. Nada de lo que percibes tiene existencia independiente de ti. Tú —la conciencia— eres esencial para lo que existe y para lo que parece existir. Nada existe sin ti. Nada podrá jamás existir sin ti. Incluso las apariencias, sin ti no podrían ni tan siquiera aparentar. Nada —ni lo real ni lo ilusorio— puede existir sin la base que lo sostiene: tú —la conciencia.

La belleza que ves está en ti. Lo externo es un reflejo o percepción de tu propia conciencia. Si te enamoras, eso está muy bien. Pero si te enamoras de un objeto externo, y crees que efectivamente se trata de un ser distinto y separado de ti, te condenas al sufrimiento y a la decepción. En ese caso puede ser que temas que el objeto de tu amor se deteriore o desaparezca. Puede que temas que tu pareja se desengañe de ti y te abandone. Que la belleza te dé la espalda y se aleje de ti. Todo esto es imposible, pero parece posible —y es la experiencia— para todo aquel que interpreta el mundo como separado de su propio ser.

La belleza que ves nunca se va a alejar de ti, porque eres tú quien la sostiene. Esto sigue siendo cierto en el mundo aparente de los objetos. La belleza que ves externamente no se puede alejar de ti porque eres tú quien la proyecta. ¿Te has preguntado por qué una persona parece bella para ti y fea para otra persona que la vea a la vez que tú? Vemos lo que queremos ver. Nos autoengañamos, y tarde o temprano vienen los desengaños. Lo que te parece hermoso en una noche romántica, puede parecerte decepcionante a la mañana siguiente. En el fondo no estás más que juzgando —y proyectando— tu propio mundo interior.

La belleza y la fealdad que ves externamente son reflejos de tu mundo interior. Te has convencido de que eres un ser separado del resto, y en concreto separado de la plenitud, desgajado de la Unidad. Esto te disgusta sobremanera, de modo que para distraerte de esta sensación de carencia, proyectas un mundo externo. Proyectas. Proyectas sobre tal mundo tus juicios sobre ti mismo. Tu opinión de ti mismo se ha dividido (al separarte de la plenitud/Unidad) y proyectas esa división de pareceres sobre el ilusorio mundo externo, que no existe excepto porque deseas que esté ahí. Y sin embargo no está. No es independiente de tu manera de verlo.

En tu mundo interior dividido (aparentemente separado de la plenitud) te has convencido de que eres carente, separado, necesitado, feo, culpable... sobre todo culpable de haberte separado de la Unidad, la cual sientes como si la hubieses roto y ya no se pudiese restaurar. Estos juicios sobre ti mismo los proyectas sobre el ilusorio mundo externo en el que has decidido creer. Proyectas sobre el mundo fealdad y belleza, odio y amor, carencia y abundancia, etc, en definitiva, proyectas dualidad. La fealdad, el odio, la carencia, etc, provienen de ese mundo interior dividido que en un nivel relativamente profundo de ti has decidido convencerte de que es así. La belleza, el amor y la abundancia que proyectas sobre el mundo externo son vislumbres de la plenitud que realmente eres, pues a pesar de haberte negado a Ti Mismo, la verdad sigue encontrándose en tu ser y en cierto modo la recuerdas.

Pero mientras tu actitud esté dividida, proyectarás de manera dividida, proyectarás dualidad. Hasta que te irás dando cuenta de que lo de fuera, en realidad simboliza lo de dentro. Todo está en tu interior. Sanando tu interior, te darás cuenta de que nunca has salido de Casa. Puedes ser consciente ahora y darte cuenta de que en realidad nunca has caído en la dualidad. Tus imaginaciones no limitan realmente tu ser. Cuando dejas de insistir en los juicios —erróneos— y sanas tu actitud, todo se aclara. Entonces ves reflejada la verdad por todas partes. Y ese reflejo claro, es la antesala de la absoluta Verdad, que es más allá de todo reflejo.

Mientras tanto no te desesperes y ábrete a la actitud correcta. Con la actitud correcta no estás obligado a hacer nada en el mundo (puedes seguir haciendo lo que aparentabas hacer, ahora que ya sabes que en realidad no es nada). No tienes que cambiar el mundo externo, ni tu personalidad; simplemente tienes que discernir. Dejar de autoengañarte. Dejar de culpabilizar (a “ti” o a “otros”). Dejar de juzgar.

Si tu pareja te deja, no te resistas. Sigue amando. No es lo que parece. Nada verdadero puede dejarte. La belleza que ves en tu pareja no está en ella, sino en ti. Eres tú quien la ve. El amor que sientes con ella, está en ti. En tu ser —en tu conciencia— está todo. Tanto lo oscuro (que es ilusorio) como lo verdadero, y si no dejas que ese delgado velo oscuro te asuste, irás más allá de él y verás la luminosa verdad de lo que eres realmente. Eres plenitud, belleza pura (no limitada por el tiempo ni por la forma), amor, paz, felicidad infinita.

Los apegos solo te muestran que estás juzgando equivocadamente. Dale la vuelta a ese juicio y libérate. Tu sufrimiento te muestra que estás juzgando equivocadamente. Dale la vuelta a ese juicio y libérate. El término “liberación” es una simple ayuda lingüística, un letrero señalizando el camino; nada importante, pero útil temporalmente, mientras aún te parezca que el tiempo existe. Cuando tu liberación se completa, queda claro que liberarse consiste simplemente en reconocer lo que ya había, lo que siempre es. En realidad la libertad es siempre. Ahora. Ya es. Ya eres lo que eres. Tu Ser es inmutable. Independientemente de lo que imagines o de tus juegos, nunca dejarás de Ser la perfección y plenitud inmutable que eres.

La Unidad significa que eres el Todo, pero si eres Todo, es innecesario decir más. Simplemente eres lo que eres. Y reconocerte a Ti Mismo es liberación. No hay felicidad más perfecta. Gozo inconmensurable.

Y es imposible que no te reconozcas a Ti Mismo. En realidad siempre sabes lo que eres. A pesar de tus intrascendentes jueguecitos e imaginaciones.

Ábrete a Ti Mismo. Date permiso para recordar. Para hacerlo, vuelve tu mente adentro y deja de juzgar. No hay nada separado de ti. Eres todo. Nada hay externo a ti. Eres lo que eres. No puedes dejar de ser. Compartes tu plenitud Contigo Mismo. Gracias.
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