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La siguiente entrevista a David Godman se titula «Remembering Nisargadatta Maharaj» y es bastante amena, pero no la encontraba por ninguna parte traducida al español. Así que apoyado por diversas ayudas online he tratado de sacar a flote una traducción libre por si alguien disfruta de leerla. Debido a su larga extensión (unas 45 páginas en WORD) la he dividido en dos partes. En este post tenemos la primera. Abajo del todo, aparece el link de la segunda parte.
David Godman es conocido, entre otras actividades, por sus libros, entre ellos el célebre «Sea lo que usted es», donde recoge enseñanzas de Ramana Maharshi, y otros libros no tan conocidos pero algunos de ellos muy amenos como por ejemplo «Últimas conversaciones con Annamalai Suami» y «El Poder de la Presencia» («Reveladores encuentros con Ramana Maharshi»).
Recordando a Nisargadatta Maharaj
- Entrevista con David Godman -
Traducido del original en inglés, disponible en la web de David Godman:
http://www.davidgodman.org/
En dicha web esta entrevista se publica en 6 partes, la primera aquí:
http://www.davidgodman.org/interviews/nis1.shtml
Aquí va la traducción:
Hace poco tuve un encuentro con una visitante, ojeando un nuevo libro
sobre Nisargadatta Maharaj que consistía en fotos y citas breves. Yo
conocía a algunas de las personas de las fotos y recordé algunas
historias acerca de ellos. Esto dio lugar a una amplia y larga
conversación sobre algunos de los acontecimientos que pasaron en la
presencia de Maharaj. Después, cuando ella se fue, me sentí inspirado a
escribir algunas de las cosas que había recordado, ya que nunca antes me
había molestado en guardar por escrito ninguno de mis recuerdos de
Maharaj. A medida que transcribía la conversación, algunos otros
recuerdos afloraron, cosas que no había pensado durante años. Esto, por
lo tanto, es un registro de la charla de una tarde agradable,
complementado por los recuerdos de incidentes relacionados que de alguna
manera nunca se mencionaron en la conversación.
Harriet: Todos los libros que he visto sobre Maharaj, y
creo que he visto la mayoría de ellos, son un registro de sus
enseñanzas. ¿Nunca nadie se molesta en registrar las cosas que estaban
sucediendo a su alrededor? Ramakrishna tenía el
Evangelio de
Ramakrishna, Ramana Maharshi tenía
Día a Día con Bhagavan, y toda una
biblioteca de libros de devotos hablando de la vida con su Guru. ¿Por
qué Maharaj no ha generado un género similar?
David: Maharaj muy rara vez hablaba de su vida, y él no
animaba a preguntar sobre eso. Pienso que se veía a sí mismo como una
especie de médico que diagnostica y trata las dolencias espirituales
percibidas por las personas que acudían a él para pedirle consejo. Su
medicina era su presencia y sus poderosas palabras. Las anécdotas de su
pasado no formaban parte de la receta. Tampoco parecía interesado en
contar historias de nada ni de nadie.
Harriet: Dices que raramente hablaba de esas cosas. Eso
quiere decir que debes haber oído al menos algunas historias. ¿De qué le
oíste hablar?
David: Sobre todo de su Guru,
Siddharameshwar Maharaj, y el efecto que había tenido en su vida. Creo
que su amor por su Guru y su gratitud hacia él estaban siempre presentes en él. Nisargadatta Maharaj solía hacer cinco
bhajans [n.t.: cantos
devocionales] al día simplemente porque su gurú se lo había pedido.
Siddharameshwar Maharaj había fallecido en 1936, pero Nisargadatta
Maharaj aún continuaba con estas prácticas más de cuarenta años después.
Una vez le oí decir:
“Mi Guru me pidió que hiciera estos cinco bhajans diarios, y
él nunca canceló sus instrucciones antes de su fallecimiento. No
necesito hacerlos nunca más, pero voy a seguir haciéndolos hasta el día
que muera, porque es el mandato de mi Guru. Sigo obedeciendo sus
instrucciones, aunque sé que estos bhajans son inútiles, por el respeto y
la gratitud que siento hacia él”.
Harriet: ¿Habló alguna vez sobre el tiempo que estuvo con Siddharameshwar, acerca de lo que pasó entre ellos?
David:
No en ninguna de las visitas que le hice. Ranjit Maharaj vino una vez a
verle durante una de sus sesiones matutinas. Charlaron en
marathi
durante unos minutos y luego Ranjit se marchó. Maharaj se limitó a
decir:
“Ese hombre es un jnani. Él es un discípulo de mi Guru, pero no
está enseñando”. Fin de la historia. Esa visita podría haber sido un
trampolín para cualquier número de historias acerca de su Guru o sobre
Ranjit, pero él no estaba interesado en hablar sobre ellos. Se puso a
responder a las preguntas de sus visitantes.
Harriet: ¿Qué más supiste sobre su pasado y de la tradición espiritual de la que vino?
David:
Él fue parte de un linaje espiritual que se conoce como el
Navnath
Sampradaya. Esto no era un secreto porque tenía fotos o imágenes de
muchos de los maestros de su linaje en sus paredes. Él hacía una
Guru
puja [n.t.: ofrenda ritual al Guru] cada mañana, al final de la cual él
ponía
kum kum en la frente de todos los maestros de su linaje y en las
fotos de todos los demás que él pensaba que estaban iluminados. Debo
mencionar que sus paredes estaban cubiertas de retratos. Ramana Maharshi
estaba allí, y también estaban muchos otros santos famosos que no
formaban parte de su linaje. Mezclados con ellos había otras imágenes,
como una de Sivaji, un famoso guerrero
marathi de hace unos cien años.
Una vez le pregunté por qué estaba colocado Sivaji en sus paredes, y me dijo: “Mi hijo quiere que lo tenga ahí. Es el logotipo de nuestra marca de
beedis. Piensa que si se mezcla con el resto de imágenes a las que hago
puja, las ventas aumentarán”.
Harriet: ¿Qué fue lo que dijo sobre todas estas fotos de la gente de su linaje? ¿Nunca explicó quiénes eran?
David:
Nunca. Sólo me enteré de sus nombres unos años más tarde, cuando me
encontré con un libro de RD Ranade, que estaba en una rama Karnataka del
sampradaya [n.t: tradición, o transmisión... referido a una cadena de
maestros que a lo largo de los años van transmitiendo de unos a otros el
conocimiento]. Él, o más bien su organización, sacaron a relucir un
souvenir que contenía las mismas fotos que había visto en las paredes de
Maharaj, junto con una breve descripción de quiénes eran.
Recuerdo
una historia interesante que Maharaj dijo sobre el
sampradaya. Él había
estado respondiendo preguntas de la manera habitual cuando se detuvo a
darnos un pedazo de la historia:
“Yo estoy sentado aquí todos los días respondiendo a
vuestras preguntas, pero esta no es la forma que los maestros de mi
linaje usaban para realizar su trabajo. Hace unos pocos siglos, no había
preguntas ni respuestas en absoluto. El nuestro es un linaje de
familia, lo que significa que todo el mundo tenía que salir a ganarse la
vida. No había reuniones como ésta, donde los discípulos se reunieran
en gran número con el Guru y le hicieran preguntas. Viajar era difícil.
No había autobuses, trenes ni aviones. En los viejos tiempos, el Guru
hacía los viajes a pie, mientras que los discípulos se quedaban en casa
al cuidado de sus familias. El Guru caminaba de pueblo en pueblo para
encontrarse con los discípulos. Si se encontraba con alguien que pensaba
que estaba listo para ser incluido en la sampradaya, le iniciaba con el
mantra del linaje. Esa era la única enseñanza dada. El discípulo
repetía el mantra y periódicamente el Guru vendría a la aldea para ver
lo que se estaba progresando. Cuando el Guru sabía que estaba a punto de
fallecer, nombraba a uno de los devotos cabeza de familia para ser el
nuevo Guru, y ese nuevo Guru entonces asumía las tareas de enseñanza: a
pie de pueblo en pueblo, iniciando nuevos devotos y supervisando el
progreso de los antiguos”.
No sé por qué surgió esta historia tan repentinamente. Tal vez estaba cansado de contestar las mismas preguntas una y otra vez.
Harriet: He oído que en ocasiones Maharaj daba un mantra a personas que se lo pedían. ¿Era éste el mismo mantra?
David: Sí, pero no era muy buen vendedor de esto. En una
ocasión le oí decir:
“Mi Guru me ha autorizado para dar a conocer este
mantra a cualquiera que lo pida, pero no quiero que sientas que es
necesario o importante. Lo más importante es descubrir la fuente de tu
ser”.
Sin embargo, algunas personas solían pedírselo. Él solía llevarles abajo y les susurraba al oído. Era en sánscrito y bastante largo, pero sólo tenías una oportunidad
para recordarlo. Él no lo escribía por ti. Si no lograbas recordarlo a
la primera, nunca tenías una segunda oportunidad.
Harriet: ¿Qué otras enseñanzas le dio Siddharameshwar? ¿Fue
él quien le animó a enseñar contestando preguntas, en lugar de en la
forma más tradicional?
David: No tengo ni idea de si le
pidió que enseñara de una manera particular. Siddharameshwar le dijo que
podía enseñar y revelar el mantra del Guru a cualquier persona que se
lo pidiera, pero no le permitió designar a un sucesor. Usted tiene que
recordar que Nisargadatta no estaba autorrealizado cuando
Siddharameshwar falleció.
Harriet:
¿Qué hay de los datos personales? ¿Maharaj nunca habló de su infancia o
su familia? Ramana Maharshi a menudo contaba historias de su juventud,
pero no recuerdo la lectura de un solo incidente biográfico en
cualquiera de los libros de Maharaj.
David: Eso es cierto. Él no parecía interesado en hablar
sobre su pasado. La única historia que recuerdo que él contara era más
una broma que una historia. Un hombre que vino parecía que le conocía
desde hacía muchos años. Habló con Maharaj en
marathi de una manera muy
libre y familiar. No se ofrecieron traducciones pero después de unos diez minutos todos los que entendían el
marathi estallaron
en carcajadas al mismo tiempo. Tras recibir permiso de Maharaj, uno de
los traductores explicó de qué se trataba todo esto:
«Maharaj
dice que cuando estaba casado, su esposa solía hacerle la vida difícil.
Ella siempre estaba dándole órdenes y diciéndole qué hacer. “Maharaj
haz esto, Maharaj ve al mercado y compra aquello...”».
Ella no le llamaba Maharaj, por supuesto, pero no puedo recordar cómo le llamaba.
El
traductor continuó: «Su esposa murió hace mucho tiempo, cuando Maharaj
tenía unos cuarenta años. Lo usual es que los hombres de esta edad que
son viudos vuelvan a casarse otra vez, así que todos los parientes de
Maharaj querían que encontrara otra esposa. Él se negó, diciendo:
“El
día que ella murió me casé con la libertad”».
Me resulta difícil imaginar a alguien dando órdenes a Maharaj, o incluso intentándolo. Era un personaje combativo que no aguantaba las tonterías de nadie.
Harriet:
Por lo que he oído, “combativo” puede ser un casi un eufemismo. He oído
que a veces se ponía de muy mal humor y agresivo.
David: Sí, eso es cierto, pero yo creo que esto era parte
de su método de enseñanza. Algunas personas necesitan ser sacudidas un
poco, y gritarles es una forma de hacerlo.
Recuerdo que
una mujer le preguntó, bastante inocentemente: “Pensaba que las personas
iluminadas se supone que han de ser felices y dichosas. Usted parece
ser un gruñón la mayor parte del tiempo. ¿Tu estado no te da constante
felicidad y paz?”.
Él respondió: “El único momento en el que un jnani se regocija verdaderamente es cuando alguien más se convierte en un jnani”.
Harriet: ¿Con qué frecuencia ocurría esto?
David: No lo sé. Esa era otra área de la que él no parecía querer hablar.
Una vez le pregunté directamente: “¿Cuántos se han iluminado por medio de tus enseñanzas?”.
No
pareció dar la bienvenida a la pregunta:
“¿En qué te concierne a ti
eso?”, respondió.
“¿De qué manera podría ayudarte saber eso?”.
— Bueno —dije—, dependiendo de tu respuesta, podría aumentar o disminuir mi nivel de optimismo. Si hay una lotería con un solo número ganador de cada diez millones,
entonces no puedo ser muy optimista acerca de ganar. Pero si se trata
de un centenar de números ganadores de cada mil, me sentiría mucho mejor
acerca de mis posibilidades. Si pudieras asegurarme que la gente está
despertando aquí, me sentiría optimista en cuanto a mis propias
posibilidades. Y creo que sentir optimismo acerca de mis posibilidades
sería bueno para mi nivel de seriedad.
‘Seriedad’ era una de las palabras clave en sus enseñanzas.
Él pensaba que es bueno tener un fuerte deseo por el Ser y tener todas
las facultades dirigidas hacia eso siempre que sea posible. Este fuerte
enfoque en la verdad era lo que él llamaba seriedad.
No recuerdo exactamente lo que dijo Maharaj en respuesta
excepto que sé que no divulgó los números. No parecía pensar que fuera
de mi incumbencia o de la de cualquier otra persona conocer dicha información.
Harriet: Tal vez eran tan pocos que habría sido malo para tu ‘seriedad’ que te lo dijera.
David: Eso es una posibilidad, porque no creo que hubiera muchos.
Harriet: ¿Alguna vez lo averiguaste, directa o indirectamente?
David: No ese día. Sin embargo, aguardé un tiempo y esperé
una oportunidad para plantear la cuestión de nuevo. Una mañana Maharaj
parecía estar más frustrado de lo habitual por nuestra incapacidad
colectiva para comprender lo que estaba hablando.
“¿Por qué pierdo el tiempo con vosotros?”, exclamó.
“¿Por qué nadie entiende nunca lo que estoy diciendo?”.
Aproveché
mi oportunidad: “En todos los años que has estado enseñando, ¿cuántos
realmente han comprendido y experimentado tus enseñanzas?”.
Se quedó en silencio por un momento, y entonces dijo:
“Uno. Maurice Frydman”. Él no dio más detalles y yo no seguí insistiendo.
He
mencionado antes que en la conclusión de su
puja de la mañana él ponía
kum kum en la frente de todas las imágenes que había en su habitación de
las personas que sabía que estaban iluminadas. Había dos grandes
cuadros de Maurice allí, y ambos recibían diariamente el tratamiento
de
kum kum. Obviamente Maharaj tenía un gran respeto por Maurice.
Recuerdo en una de mis primeras visitas preguntarle a Maharaj sobre
alguna declaración suya que se había registrado en
‘Yo Soy Eso’. Creo
que era sobre la realización de los deseos.
Al principio Maharaj no parecía estar de acuerdo con las
observaciones que se le atribuían en el libro, pero luego añadió:
“Estas
palabras deben ser ciertas, porque Maurice las escribió. Maurice era un jnani, y las palabras del jnani son siempre las palabras de la verdad”.
He
conocido a varias personas que conocían a Maurice, y todos ellos tienen
extraordinarias historias que contar acerca de él. Visitó a Swami
Ramdas en la década de 1930 y Ramdas al parecer le dijo que éste sería
su último nacimiento. Ese comentario fue registrado en
‘Conversaciones
con Sri Ramana Maharshi’ a finales de la década de 1930, décadas antes
de que tuviera sus encuentros con Maharaj. Él fue en distintas etapas de
su vida un seguidor de Ramana Maharshi, Gandhi, y J. Krishnamurti.
Cuando era un gandhiano se fue a trabajar para el
raja de un pequeño
principado y de alguna manera lo persuadió a abdicar y entregar toda su
autoridad a la gente a la que había gobernado anteriormente como monarca
absoluto. Toda su vida está llena de incidentes sorprendentes como
estos que son prácticamente desconocidos. Me ha contado alguien (que
llegó a ser un alto funcionario del gobierno indio en la década de 1960)
que fue Frydman quien persuadió al entonces primer ministro de la
India, Nehru, para que permitiera que el Dalai Lama y el resto de
exiliados tibetanos pudieran quedarse en la India. Al parecer, Frydman
le importunaba continuamente durante meses hasta que finalmente dio su
consentimiento. Ninguna de estas actividades fueron reconocidas
públicamente porque a Frydman le disgustaba la publicidad de cualquier
tipo y siempre trataba de hacer su trabajo anónimamente.
Harriet: ¿Cómo fueron las relaciones de Frydman con Ramana Maharshi? ¿Dejó un registro?
David:
No hay muchas historias en los libros de Ramanasramam, y en los pocos
incidentes en los que sí constaba el nombre de Maurice, Ramana le está
regañando, generalmente por intentar darle un tratamiento especial. En
un artículo que Maurice escribió muy tarde en su vida, lamentó el hecho
de que él no apreció plenamente ni hizo uso de las enseñanzas y la
presencia de Bhagavan mientras éste estaba vivo.
Sin embargo, él hizo uso de su extraordinaria inteligencia y
habilidades de edición para llevar a cabo
El Evangelio del Maharshi en
1939. Esta es una de las colecciones más importantes de diálogos entre
Bhagavan y sus devotos. La segunda mitad del libro contiene preguntas de Frydman y las respuestas de Bhagavan a ellas. La calidad de las preguntas y de la edición es extraordinaria.
Hace
unos cuantos siglos, un matemático francés puso un problema difícil y
retó a todos para resolverlo. Isaac Newton lo resolvió rápida y
elegantemente y divulgó la solución de forma anónima. El matemático
francés inmediatamente reconoció que Newton era el autor y, al parecer,
dijo: “Un león se reconoce por sus garras”.
Me gustaría hacer los mismos comentarios sobre la segunda
mitad del
‘Evangelio del Maharshi’. Aunque el nombre de Frydman nunca ha
aparecido en ninguna de las ediciones del libro, estoy absolutamente
seguro de que él era el editor y el preguntador.
Harriet: Que tú sepas, ¿Maharaj nunca reconoció públicamente que nadie más estuviera iluminado?
David:
Puede haber habido otros, pero el único del que yo sé, ya que fui
testigo de primera mano, era un canadiense —al menos yo creo que era
canadiense— llamado Rudi. Yo había escuchado algunas cintas de antes de
mi primera visita a Maharaj y este hombre —Rudi— tenía un lugar destacado en ellas. Tengo que decir que
sonaba completamente desagradable. Él era avasallador, discutidor y
agresivo; al parecer Maharaj lo echó en varias ocasiones. Yo nunca me
había encontrado con Rudi, sólo le conocía de las cintas que había oído.
Entonces, un día Maharaj anunció:
“Tenemos a un jnani que
va a venir a visitarnos esta mañana. Su nombre es Rudi”. Me reí porque
supuse que Maharaj estaba burlándose de sus pretensiones respecto a su
iluminación. Maharaj podía ser bastante mordaz acerca de las personas
que afirmaban estar iluminadas, pero que no lo estaban. Wolter Keers, un
maestro advaita holandés, era una persona que cayó en esa categoría. De
vez en cuando solía venir a Bombay para ver a Maharaj, y en cada visita
Maharaj solía regañarle por presumir de estar iluminado cuando no lo
estaba. En una visita Maharaj empezó a sermonear a Wolter antes incluso
de que él hubiese entrado del todo en la habitación. Había una escalera
de madera que conducía directamente a la habitación donde Maharaj
enseñaba. Cuando la cabeza de Wolter asomó sobre el escalón más alto,
Maharaj pospuso su otro asunto y comenzó a reírse de él.
— ¡No estás iluminado! ¿Cómo te atreves a enseñar en Occidente, afirmando que estás iluminado?
En otra de mis visitas Wolter estaba por llegar y Maharaj se preguntaba cuándo iba a aparecer:
“¿Dónde está? Quiero gritarle de nuevo. ¿Cuándo va a llegar?”.
En
esa visita en particular yo tuve que marcharme antes de que Wolter
llegara, así que no sé la forma que tuvo ese sermón, pero sospecho que
se trató de uno caliente, como de costumbre.
De cualquier manera, vamos a volver a Rudi. Cuando Maharaj
anunció que venía un ‘jnani’, supuse que Rudi iba a obtener el
“tratamiento Wolter”. Sin embargo, ante mi asombro, Maharaj le trató
como el artículo genuino, cuando finalmente apareció arriba.
Después de pasar una buena parte de la mañana preguntando
cuándo Rudi iba a aparecer, cuando por fin llegó Maharaj le preguntó por
qué se había tomado la molestia de venir.
“Para presentarte mis respetos y darte las gracias por lo que has hecho por mí. Me voy a Canadá y vine a decir adiós”.
Maharaj
no aceptó esta explicación:
«Si has venido a esta habitación, alguna
duda debe quedar en ti. Si estuvieras libre de dudas, no te molestarías
en haber venido en absoluto. Nunca visito a otros maestros o Gurus,
porque ya no tengo ninguna duda acerca de quién soy. No necesito ir a
ninguna parte. Mucha gente viene a mí y me dice: “Deberías visitar a este
o aquel profesor. Ellos son maravillosos”. Pero nunca voy porque no hay
nada que yo necesite de nadie. Tú debes querer algo que no has
conseguido o tienes alguna duda para venir aquí. ¿Por qué has venido?».
Rudi repitió su historia original y luego guardó silencio. Yo le miraba y él me parecía ser un hombre que se encontraba en un estado interno de éxtasis o dicha que era tan convincente, que le resultaba difícil
incluso hablar. Yo todavía no estaba seguro de si Maharaj estaba
aceptando o no sus credenciales, pero entonces la mujer que venía con él
preguntó algo.
Maharaj respondió:
“Pregúntale a tu amigo más tarde. Él es
un jnani. Él te dará las respuestas correctas. Mantente en silencio esta
mañana. Quiero hablar con él”.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que realmente Maharaj aceptó que este hombre había realizado el Sí mismo. Entonces Rudi le pidió consejo a
Maharaj sobre lo que debería hacer cuando regresara a Canadá. Yo pensé
que esa era una pregunta perfectamente adecuada para que un discípulo la
hiciera en una ocasión así, pero Maharaj parecía tener una gran
objeción a la misma:
“¿Cómo puedes hacer una pregunta como esa si tú estás en el estado del Sí mismo? ¿No sabes que no tienes ninguna elección sobre lo que te gusta hacer o no hacer?”.
Rudi
se mantuvo en silencio. Me dio la sensación de que Maharaj estaba
tratando de provocarlo en una disputa o una discusión, y que Rudi se
negaba a picar en el anzuelo.
En un momento dado Maharaj le preguntó:
“¿Has sido testigo de tu propia muerte?”. Y Rudi respondió: “No”.
Maharaj
se lanzó entonces a una mini-conferencia sobre cómo era necesario
testificar la propia muerte de uno, en vista de que haya una plena
realización del Sí mismo. Dijo que eso le había sucedido a él después de
cuando él pensaba que había realizado plenamente el Ser, y no fue sino
hasta después de esta experiencia de muerte que entendió que este
proceso era necesario para la liberación final. Espero que alguien
grabara ese diálogo en una cinta porque yo dependo de una memoria de
veinticinco años desde aquello. Parece que es una parte crucial de la
experiencia y las enseñanzas de Maharaj, pero nunca le oí mencionar esto
en ninguna otra ocasión. Tampoco lo he encontrado en ninguno de sus
libros.
Maharaj continuó hostigando a Rudi acerca de la necesidad
de presenciar la muerte, pero Rudi guardó silencio y se limitó a sonreír
beatíficamente. Se negó a defenderse, y se negó a ser provocado.
De todos modos, no creo que él estuviera en condiciones para iniciar y
sostener un argumento. Cualquier que fuese su estado, parecía estar
absorbiendo toda su atención. Me dio la sensación de que le resultaba
difícil incluso articular respuestas breves.
Por último, Rudi se dirigió a la pregunta y dijo: “¿Por qué
te excitas por algo que no existe?”. Supuse que se refería a que la
muerte era irreal, y por lo tanto, no valía la pena discutir por ella.
Maharaj se rió, aceptó la respuesta y dejó de intentar acosarlo.
—
¿Alguna vez has tenido un profesor como yo? —preguntó Maharaj, con una sonrisa.
— No —respondió Rudi—, ¿y has tenido alguna vez un discípulo como yo?
Los dos se rieron y el diálogo llegó a su fin. No tengo ni
idea de lo que pasó con Rudi. Se fue y nunca he oído nada más sobre él.
Como dicen al final de los cuentos de hadas, probablemente vivió feliz
para siempre.
Harriet: Dices que Maharaj nunca visitó a otros maestros
porque ya no tenía duda alguna. ¿Habló alguna vez de otros profesores y
dijo lo que pensaba de ellos?
David: A él parecía gustarle J. Krishnamurti. Al parecer, lo había
visto caminando por las calles de Bombay muchos años antes. No creo que
Krishnamurti se fijara en él. Después, Maharaj siempre habló bien de
Krishnamurti e incluso animaba a la gente a ir a verle. Un día Maharaj
se tomó unas vacaciones y le dijo a todo el mundo que fuera a escuchar a
Krishnamurti en su lugar. Eso, pienso yo, muestra un alto nivel de
aprobación.
El maestro más famoso de la década de 1970 era Osho, o
Rajneesh como se llamaba en aquellos días. Una vez escuché a Maharaj
decir que respetaba el estado en que Rajneesh estaba, pero que no podía
entender todas las instrucciones que les estaba dando a todos los miles
de extranjeros que venían a la India para verle.
Aunque el tema sólo se tocó un par de veces mientras estuve
allí, tuve la sensación de que le gustaba el maestro, pero no las
enseñanzas. Cuando los seguidores extranjeros de Rajneesh se asomaban
con sus batas arriba en la habitación, Maharaj generalmente les hacía
pasar un mal rato. Yo vi cómo echaba a un buen número de ellos, y cómo
gritaba a algunos de ellos antes incluso de que les hubiera dado tiempo
de entrar en la habitación.
Escuché una historia de que también se encontró con UG
Krishnamurti en Bombay. Te voy a contar la versión que oí y tú puedes
sacar tus propias conclusiones al respecto. Esto me lo contó alguien que
pasó mucho tiempo con UG en la década de 1970. Parece que Maurice
Frydman conocía a UG y también sabía que él y Maharaj nunca se habían
encontrado, y probablemente no sabían el uno del otro. Quería probar la
teoría de que un jnani puede detectar a otro jnani, poniendo a ambos en
una misma sala, con algunas otras personas alrededor de camuflaje.
Organizó un acto e invitó a ambos a asistir. UG pasó un buen rato allí,
pero Maharaj sólo vino unos minutos y en seguida se fue.
En cuanto Maharaj se fue, Maurice se acercó a UG y le dijo: “¿Has visto a ese anciano que estuvo unos pocos minutos? ¿Notaste algo especial? ¿Qué viste?”.
UG contestó:
“Vi a un hombre, Maurice, pero lo importante es, ¿qué viste tú?”.
Al día siguiente, Maurice fue a ver a Maharaj y le
preguntó: “¿Viste a aquel hombre que invité ayer?”. Le dio una breve
descripción de cómo era y de dónde había estado situado.
Luego Maurice le preguntó: “¿Qué viste?”.
Maharaj respondió:
“Vi a un hombre, Maurice, pero lo importante es, ¿qué viste tú?”.
Es
una historia divertida y te la cuento tal como la escuché, pero debo
decir que los relatos sobre los encuentros de UG con maestros famosos a
veces no me suenan verdaderos. He oído y leído sus relatos sobre sus
encuentros tanto con Ramana Maharshi como con Papaji, y en ambos casos a
Bhagavan y Papaji se les describe haciendo y diciendo cosas que para mí
están completamente fuera de lugar.
Cuando Maharaj le dijo a Rudi que no tenía ningún interés
en visitar a otros maestros, esa fue una declaración muy cierta. Rechazó
todas las invitaciones para ir a ver a otros Gurus. Mullarpattan, uno
de los traductores, era un poco como un saltamontes, saltando de un Guru
a otro en la década de 1970, y
estaba siempre trayendo informes de nuevos maestros a Maharaj, pero
nunca lo podía convencer para ir a verlos. Por eso, los informes sobre
encuentros entre Maharaj y otros maestros no son comunes. Papaji terminó
visitando a Maharaj y tuvimos una muy buena reunión con él. En su
biografía da la impresión de que sólo fue allí una vez, pero he oído de
la gente de Bombay que Papaji a menudo se llevaba a sus devotos allí. Él
visitó a un buen número de maestros en la década de 1970, a menudo
cuando acompañaba a los extranjeros que habían llegado a la India por
primera vez. Eso era su versión de mostrarles los “lugares de interés”.
Ellos nunca hacían preguntas, sino que simplemente se sentaban en
silencio a ver lo que estaba pasando.
Harriet: ¿Cuál era la actitud de Maharaj hacia Ramana
Maharshi y sus enseñanzas? ¿Alguna vez hablaste con él de las enseñanzas
de Bhagavan?
David: Él tenía un enorme respeto tanto
por su logro como por sus enseñanzas. Una vez me dijo que uno de los
pocos pesares de su vida fue que nunca lo conoció en persona. Él vino al
ashram a principios de la década de 1960 con un grupo de su devotos
marathi. Estaban en un viaje de peregrinación por el sur de la India, y
Ramanasramam fue uno de los lugares que él visitó.
En cuanto a las enseñanzas, él me dijo una vez:
“Estoy de
acuerdo con todo lo que Ramana Maharshi dijo, con la excepción de ese
asunto de que el centro-corazón está en el lado derecho del pecho. Nunca
he tenido esa experiencia yo mismo”.
Hablé con él de diversos aspectos de las enseñanzas de Bhagavan y sus respuestas siempre me resultaron muy esclarecedoras.
Una vez me preguntó:
“¿Has entendido las enseñanzas de Ramana Maharshi?”.
Como yo sabía que lo que él quería decir era que si había
experimentado realmente la verdad de ellas, respondí: “Cuanto más
escucho a Maharaj, más comprendo lo que Bhagavan está tratando de
decirme”.
Sentí que esto era cierto tanto a nivel teórico como
experimental. Sus explicaciones ampliaron y profundizaron mi comprensión
intelectual de las enseñanzas de Bhagavan; y su presencia también me
permitió experimentar vislumbres de la verdad hacia la que apuntan.
Tengo que mencionar la visita de Ganesan aquí. V. Ganesan
es el sobrino nieto de Ramana Maharshi, y en la década de 1970 era el
director de facto de Ramanasramam. Actualmente es su hermano mayor
Sundaram quien está a cargo. Ganesan vino a visitar a Maharaj por
primera vez a finales de la década de 1970. Tan pronto como llegó,
Maharaj se puso de pie y comenzó a recoger cojines. Hizo un gran montón
de ellos e hizo que Ganesan se sentara en la parte superior de la pila
de cojines. Luego, para sorpresa de todos, Maharaj despejó un espacio en
el suelo e hizo una postración de cuerpo entero para él.
Cuando se levantó, le dijo a Ganesan:
“Nunca tuve la
oportunidad de postrarme ante tu tío abuelo Ramana Maharshi, así que
estoy postrado ante ti en su lugar. Esta es mi postración a él”.
Harriet: ¡Es una historia extraordinaria! ¿Estabas allí aquel día?
David:
Sí, yo estaba sentado a pocos metros de distancia. Pero lo
verdaderamente extraordinario para mí fue lo que sucedió a continuación.
Maharaj y Ganesan charlaron un rato, no puedo recordar sobre qué.
Entonces Maharaj le hizo un ofrecimiento sorprendente:
“Si
te quedas aquí conmigo durante dos semanas, te garantizo que saldrás de
aquí en el mismo estado que tu tío abuelo Ramana Maharshi”.
Ganesan se fue ese día y no regresó. Yo no podía creer que él rechazara
un ofrecimiento como ese. Si alguien de la estatura de Maharaj me
hubiera hecho un ofrecimiento así a mí, me hubiera clavado de inmediato
al suelo ante él. Nada habría podido inducirme a que me fuera antes de
que el tiempo se hubiese agotado.
Cuando regresé a Ramanasramam le pregunté a Ganesan que por qué no se había quedado.
— No creí que fuera en serio —respondió—. Sólo pensé que estaba bromeando.
Fue
durante esta visita cuando Maharaj le pidió a Ganesan que empezara a
dar charlas en Ramanasramam.
“He estado en Ramanasramam”, dijo,
“y
tenéis maravillosas instalaciones allí. Muchos peregrinos van, pero
nadie les está dando enseñanzas. Es un lugar sagrado y santo, pero la
gente lo está abandonando y viniendo aquí porque nadie está enseñando
allí. ¿Por qué tienen que viajar miles de kilómetros para sentarse en
esta habitación repleta de gente cuando tenéis un sitio tan bueno?
Tienes que empezar a dar charlas allí. Tienes que empezar a explicar
cuáles son las enseñanzas de Ramana Maharshi”.
Ganesan no estaba dispuesto a seguir ese consejo tampoco, o
por lo menos no en aquel tiempo. Hay una fuerte tradición de que nadie
está autorizado a enseñar en Ramanasramam. Ramana Maharshi sigue siendo
el maestro allí y no se le permite a nadie sustituirlo. Esto no es sólo
una cuestión de tener un nuevo Guru allí, sino que la dirección del
ashram ni siquiera anima a nadie a explicar en público el significado de
las enseñanzas de Ramana Maharshi. Ganesan no quería remover las cosas e
incurrir en la ira de su familia y de los devotos que pudieran
oponerse, por lo que se mantuvo en silencio. Es solamente en los últimos
años cuando él ha comenzado a enseñar, pero lo está haciendo en su
propia casa, en lugar de en el ashram en sí. El ashram es todavía en
gran medida una zona libre de maestros.
Hablé con Ganesan recientemente acerca de Maharaj y me contó una bonita historia sobre una francesa a la que llevó allí:
«Cuando
empecé a visitar a Maharaj algunos de los devotos de Bhagavan me
criticaron por abandonar a Bhagavan para ir a otro Guru. Muchos de ellos
parecían pensar que ir a ver a Maharaj indicaba que yo no tenía
suficiente fe en Bhagavan y sus enseñanzas. Yo no lo veía de esa manera.
He visitado a muchos grandes santos, y nunca sentí que estuviera
abandonando a Bhagavan ni que fuese irrespetuoso con él por ir a estos
viajes. Una mujer francesa, Edith Deri, era una de las mujeres que se
quejó de esta manera. Estábamos en Bombay juntos y de alguna manera la
convencí para que me acompañara en una visita a Maharaj. Ella vino de
mala gana y parecía decidida a no disfrutar de la visita».
«Cuando llegamos, Maharaj le preguntó si tenía alguna pregunta. Ella dijo que no tenía ninguna».
«“¿Entonces por qué has venido a verme?”, preguntó él».
«“No tengo nada que decir”, respondió ella. “No quiero hablar mientras estoy aquí”».
«“Pero tienes que decir algo”, dijo Maharaj. “Habla de cualquier cosa que quieras. Sólo di algo”».
«“Si digo algo, a continuación darás alguna contestación, y
entonces todos se pondrán a aplaudir porque has dado una respuesta tan
maravillosa. No quiero darte la oportunidad de lucirte”».
«Fue una respuesta muy grosera, pero Maharaj no mostró ningún signo de molestia».
«En cambio, él respondió: “Al agua le trae sin cuidado si calma la sed o no”».
«Y
luego repitió la frase, muy lentamente y con énfasis. Él se repetía a
sí mismo con frecuencia de este modo, cuando tenía algo importante que
decir».
«Edith me dijo más tarde que esta única frase destruyó por
completo su escepticismo y su negatividad. Las palabras pararon su
mente, volaron su determinación de ser una aguafiestas, y la puso en un
estado de paz y silencio que perduró por mucho tiempo después de su
visita».
Harriet: He leído en varias ocasiones que Ramana Maharshi
prefería enseñar en silencio. Nunca tengo esa impresión con Nisargadatta
Maharaj. ¿La gente nunca tenía la oportunidad de sentarse en silencio
con él?
David: Durante los años en los que lo visité era posible
meditar en su habitación temprano en la mañana. No recuerdo los tiempos
exactos, pero creo que era por una hora y media. Maharaj estaría allí,
pero él estaría llevando a cabo sus actividades habituales de la mañana.
Él no haría nada en particular, estaría haciendo chapuzas, por ejemplo
aparecería con sólo una toalla alrededor de su cintura cuando estaba a
punto de tomar un baño; a veces se sentaba a leer un periódico. Nunca
tuve la sensación de que estuviera haciendo un esfuerzo consciente para
enseñar en silencio de la manera en que Ramana Maharshi miraba a las
personas y les transmitía algún tipo de gracia. Sin embargo, él parecía
estar al tanto de los estados mentales de todas las personas que estaban
sentadas allí, y no con poca frecuencia se quejaba de ellos.
“Yo sé quién está meditando aquí y quién no”, anunció
repentinamente una mañana,
“y sé quién está haciendo contacto con su
ser. Sólo una persona está haciendo eso en este momento. El resto de
vosotros estáis todos perdiendo el tiempo”. Entonces continuaba con lo
que estuviera haciendo.
Es cierto que muchos de los asistentes no iban allí a
meditar. Ellos sólo lo veían como la oportunidad de estar con él en su
casa. Podían estar sentados con las piernas cruzadas en su piso, pero la
mayoría de las veces se asomaban a ver lo que estaba haciendo en vez de
meditar.
Una mañana, se cansó de ser espiado de esta manera y explotó:
“¿Por qué abarrotáis mi piso así? ¡No estáis meditando, estáis sólo estorbando! ¡Si queréis ir a sentaros a alguna parte, id a sentaros en el inodoro por una hora! Por lo menos allí haríais algo útil”.
Harriet:
¿Qué hay de los otros momentos del día, cuando estaba disponible para
preguntarle? ¿Alguna vez se sentaba en silencio durante esos períodos?
David: Había dos períodos en los que era posible hacerle
preguntas: uno hacia el final de la mañana y otro por la tarde. Había
traductores disponibles en ambas sesiones. Él animaba a la gente a
hablar durante estas sesiones, o al menos lo hacía cuando empecé a ir a
verle. Más adelante, él utilizaría estas sesiones para dar largas
charlas sobre la naturaleza de la conciencia. Él nunca se sentaba en
silencio si nadie tenía nada que decir. Él solicitaba activamente las
preguntas, pero si nadie quería hablar con él, empezaba a hablar consigo mismo.
Sólo tuve una
oportunidad de sentarme con él en completo silencio y eso fue a
principios del monzón de verano. Cuando el monzón rompe en Bombay, por
lo general hacia el final de la primera semana de junio, hay lluvias muy
fuertes que paralizan completamente la ciudad. Los drenajes pluviales
generalmente quedan taponados, y durante un día o dos la gente va por
ahí con el agua hasta las rodillas. Y no sólo el agua. El desbordamiento
de las alcantarillas provoca que los animales que viven en ellas se
ahoguen. Cualquiera lo suficientemente valiente como para ir a por una
pala estaría vadeando a través de las aguas residuales, inundado de
basura y de los cadáveres de los animales que se hubieran ahogado
recientemente. El transporte público queda interrumpido, ya que en
muchos lugares el nivel del agua es demasiado alto para que se pueda
conducir.
Una tarde, dos de nosotros conseguimos abrirnos paso entre
las aguas hasta la puerta de Maharaj. Los dos estábamos alojados en un
albergue barato a unos 200 metros de distancia, así que no fue una gran
caminata. Nos limpiamos la suciedad con agua de un grifo en la planta
baja y nos dirigimos arriba a la habitación de Maharaj. Pareció muy
sorprendido de vernos. Yo creo que él pensó que las inundaciones
mantendrían a todo el mundo lejos. Él dijo en
marathi que no habría
sesión aquella tarde, porque ninguno de los traductores estaba allí
disponible para poder hacerlo. Supongo que quería que nos fuéramos y
volviéramos a casa, pero ambos fingimos que no entendíamos lo que estaba
tratando de decirnos. Después de uno o dos intentos fallidos más, sin
poder persuadirnos para que nos fuéramos, se dio por vencido y se sentó
en una esquina de la habitación con un periódico delante de la cara de
manera que no podíamos ni siquiera mirarle. No me importaba. Yo estaba
feliz de estar sentado en la misma habitación que él. Yo me senté en
absoluto silencio con él durante más de una hora y fue una de las más
maravillosas experiencias que he tenido con él. Sentí que un intenso
silencio, sólido como una roca, descendía sobre mí y se hacía más y más
profundo a medida que pasaban los minutos. Era un resplandor de la
conciencia que me llenaba tan completamente, que los pensamientos eran
absolutamente imposibles. No te das cuenta de qué imposición monstruosa
es la mente hasta que has vivido sin eso, completamente feliz,
completamente en silencio y completamente sin esfuerzo durante un corto
período de tiempo. Durante la mayor parte de este tiempo yo estaba
mirando en dirección a Maharaj. A veces él pasaba la página y miraba en
nuestra dirección, y cuando lo hacía parecía estar irritado por no
habernos ido. Yo estaba sonriendo para mis adentros ante su molestia
porque eso no me afectaba de ninguna manera. Yo no sentía timidez, ni vergüenza, ni la sensación de ser una imposición. Sólo estaba descansando satisfecho en mi propio ser.
Después
de poco más de una hora de esto, él se levantó y nos echó a los dos
fuera. Yo me postré y me fui. Más tarde, me pregunté por qué él no se
sentaba en silencio con más frecuencia, ya que allí había claramente una
muy poderosa energía de quietud viniendo de él cuando se quedaba en
silencio. Ramana Maharshi dijo que hablar en realidad interrumpía el
flujo de la energía silenciosa que estaba dando. A menudo me pregunto si
ocurría lo mismo con Maharaj.
Harriet: ¿Y cuál fue tu conclusión?
David:
Me di cuenta de que no era su naturaleza guardar silencio. Su método de
enseñanza se orientó a hablar y debatir. Él se sentía más cómodo con ese
procedimiento.
Harriet: ¿Puedes explicar eso un poco más?
David:
Debo restringir lo que voy a decir al afirmar que la mayor parte de
ello es sólo mi propia opinión, basada en la observación de cómo él
trataba a las personas que acudían a verle. Esto no proviene de nada que
le oyera decir a sí mismo.
Cuando la gente venía a verle por primera vez, él les
animaría a hablar sobre sus antecedentes. Trataría de averiguar en qué
camino espiritual te encuentras, y el motivo que te había traído hacia
él. Enfrentados a las preguntas de sondeo de Maharaj, sus visitantes
acabarían por tener que justificar su visión del mundo y sus prácticas
espirituales. Este sería un nivel de la interacción. En un nivel más
profundo y sutil, Maharaj estaría irradiando una energía, una
sakti, que
calmaba tu mente y te hacía consciente de lo que hay debajo de la mente
y de todas sus ideas y conceptos. Ahora imagina estos dos procesos
ocurriendo simultáneamente. Con su mente, el interrogador sólo ha
construido y articulado una versión de su visión del mundo. Por debajo,
sin embargo, él siente el tirón de su estado de ser, el conocimiento de
lo que es verdaderamente real, en oposición a las ideas que él meramente
toma por reales. La energía de Maharaj estaría aumentando la conciencia
de ese sustrato todo el tiempo. En algún momento el preguntador sería
extremadamente consciente de lo que parecen ser dos realidades que
compiten: la estructura conceptual que él acaba de esbozar, y la
experiencia real que subyace. Había una cierta mirada que aparecía en
algunas de las caras de la gente cuando esto les sucedía: una especie de
mirada indecisa del estilo de: “¿En qué dirección debo ir?”. A veces el
preguntador se daría cuenta de inmediato de que todas sus ideas y
creencias eran sólo conceptos. Los soltaría y en su lugar descansaría en
el estado de ser. Esto, para mí, era la esencia de la técnica de
enseñanza de Maharaj. No intentaría convencerte mediante argumentos. En
vez de eso, él haría que argumentaras tú mismo en una posición que tú
sintieses que fuera la verdad, y entonces él socavaría esa posición
dándote una muestra del sustrato que subyace a todos los conceptos. Si
estabas preparado para eso, soltarías tu apego a los conceptos y
descansarías en lo que hay debajo de ellos. Si no es así, estarías
cometiendo un error, al sumergirte más y más profundo en el campo de
minas de la
mente. Algunas personas lo consiguieron rápidamente. Otras, que estaban
desesperadas por una estructura a la cual aferrarse, volverían una y
otra vez con preguntas que estaban diseñadas solamente para refinar su
comprensión de sus enseñanzas.
Hablar con los visitantes y discutir con ellos era una
parte esencial de esta técnica. Para que funcione eficazmente, Maharaj
requería que los visitantes hablaran de ellos y de su visión del mundo,
porque necesitaba que vieran que todas estas ideas eran sólo conceptos
sin ninguna realidad última. Él necesitaba que la gente mirara sus
propios conceptos y comprendieran su inutilidad, y entonces los
rechazara en favor de la experiencia directa.
Debo mencionar aquí las limitaciones que ponía sobre los
tipos de preguntas que estaba dispuesto a responder. A veces le decía a
la gente nueva:
“No me interesa lo que has leído o escuchado. No estoy
interesado en la información de segunda mano que has adquirido en alguna
otra parte. Sólo estoy interesado en tu propia experiencia de ti mismo.
Si tienes preguntas sobre eso, puedes preguntarme”.
Más tarde, después de que hubieses tenido tus diálogos
iniciales con él, él ponía una condición aún más estricta para las
preguntas:
“No estoy interesado en responder a las preguntas que
presuponen la existencia de una persona individual que habita un cuerpo.
No acepto la existencia de dicha entidad, por lo que para mí tales
preguntas son totalmente hipotéticas”.
Esta segunda restricción era una auténtica ‘aniquiladora de
conversaciones’. No se podía decir, “¿cómo puedo alcanzar la
iluminación?” o “¿qué hago?”, porque todas estas preguntas presuponen la
existencia de un “yo”, el supuesto que Maharaj siempre solía rechazar.
Todavía tengo recuerdos vívidos de él escuchando cómo los
traductores explicaban en
marathi lo que algún interrogador había dicho.
Tan pronto como entendía el quid de la cuestión, la cara de Maharaj
mostraba a veces el ceño fruncido. Él apretaba el puño, golpeando en el
suelo mientras gritaba:
“¡Kalpana! ¡Kalpana!” que significa “¡Concepto!
¡Concepto!”. A veces esa era la única respuesta que los interrogadores
conseguían. Maharaj no estaba en absoluto interesado en masajear los
conceptos del visitante. Él quería personas para que caigan, no para
discutir con ellas.
Cuando esta segunda restricción efectivamente impedía la
mayor parte de las preguntas que a la gente le gusta hacer a los Gurus,
Maharaj rellenaba el vacío dando charlas sobre la naturaleza de la
conciencia. Día tras día continuaba con el mismo tema, a menudo usando
las mismas analogías. Él explicaba cómo se origina, cómo se manifiesta y
cómo se hunde. En retrospectiva, creo que él estaba haciendo lo que los
antiguos sabios de la India hacían cuando le decían a sus discípulos:
“Tú eres Brahman”. Cuando un jnani que está establecido en Brahman como
Brahman dice a un discípulo:
“Tú eres Brahman”, no sólo le transmite un
pedazo de información. Hay un poder y una autoridad en las palabras que,
en ciertos casos, hace que el oyente se transforme y experimente
Brahman al oír las palabras. Este es un poder y una autoridad que sólo
los jnanis tienen. Otras personas pueden decir: “Tú eres la conciencia”,
“Tú eres Brahman”, repitiéndolo sin fin, pero estas serán sólo piezas
de información que puedes almacenar en tu mente. Cuando un jnani te dice
esto, la plena autoridad de su estado, con toda la fuerza que se
encuentra detrás
de él, se transmiten en el comunicado. Si aceptas la entrega de dicha
información en el corazón, en la conciencia, entonces experimentas ese
estado por ti mismo. Si aceptas la entrega en tu mente, tú sólo lo
almacenas ahí como una pieza interesante de información.
Cuando Maharaj te dice sin cesar: “Tú eres la conciencia”,
si tú recibes esa información en completo silencio interior, se activa
un conocimiento de la conciencia hasta tal punto que sientes: “Él no me
está diciendo algo solamente, sino que en realidad está describiendo lo
que soy, ahora mismo en este momento”.
Harriet: ¿Te sucedió eso a ti alguna vez?
David:
Sí, y creo que es a esto a lo que se refería cuando hablaba acerca de
“obtener el conocimiento”. No es un conocimiento intelectual de lo que
él hablaba, y no era la realización del Ser tampoco. Era un estado en el
que los conceptos se disolvían temporalmente dejando una simple
conciencia del ser que subyace a ellos. Mientras duraban, estos estados
eran muy útiles; te daban la convicción y la experiencia directa de que
había algo real y duradero que existe tanto si la mente está ahí como si
no.
Harriet: Todo esto es muy interesante, pero tal como has
dicho, en gran parte se trata de tus propias conjeturas personales.
¿Alguna vez Maharaj mismo confirmó que esto es lo que estaba
haciendo, o tratando de hacer, con la gente que venía a él?
David: No directamente. Él nunca explicó ni analizó sus
métodos de enseñanza, o no mientras yo estaba allí. La mayoría de lo que
acabo de decir viene de mi propia experiencia y mi propia
interpretación de lo que vi pasando allí. Otras personas pueden tener
otras teorías para explicar lo que estaba pasando. Sin embargo, los
hechos en cuestión son indiscutibles. La gente venía a Maharaj, mantenía
conversaciones o discusiones con él, y en algún momento abandonaban su
colección de ideas, ya que habían sido convencidos de que una
experiencia directa invalidaba todas sus arraigadas queridas nociones
que habían acumulado.
Déjame contarte sobre una conversación que tuve con él, ya
que da una buena evidencia circunstancial de lo que he estado tratando
de explicar. En primer lugar, debo mencionar que a veces solía discutir
con Maharaj simplemente porque sabía que le gustaba que la gente
discutiera con él. Parecía que le gustaba el tira y afloja del debate, y
si nadie tenía nada que decir o preguntar, yo recogía la pelota y
comenzaba una discusión con él.
No puedo recordar con exactitud lo que hablamos ese día en
particular, pero sí recuerdo que hablamos durante unos cinco minutos,
durante los cuales estuve señalando ostensiblemente hacia lo que afirmé
que eran contradicciones en sus enseñanzas. Él, por su parte, hacía todo
lo posible para convencerme de que no había contradicciones
involucradas. Todo transcurrió con muy buen humor y creo que él sabía
que sólo estaba disputando con él porque, en primer lugar, a él le gustaba tanto hablar y discutir sobre temas
espirituales y, en segundo lugar, porque nadie más tenía preguntas
urgentes que hacer. Después de unos cinco minutos, sin embargo, él
decidió llevar la discusión a su fin.
“No creo que realmente entiendas el propósito de mis
diálogos aquí. Yo no digo las cosas simplemente para convencer a la
gente de que son verdaderas. No estoy hablando sobre estos asuntos para
que la gente pueda construir una filosofía que pueda ser racionalmente
defendida, y que esté libre de todas las contradicciones. Cuando
pronuncio mis palabras, no estoy hablando a tu mente en absoluto. Estoy
dirigiendo mis palabras directamente a la conciencia. Estoy plantando
mis palabras en tu conciencia. Si perturbas el proceso de la plantación
al discutir sobre el significado de las palabras, no echarán raíces ahí.
Una vez que mis palabras se han plantado en la conciencia, van a
brotar, van a crecer, y en el momento oportuno darán fruto. Esto no
tiene nada que ver contigo. Todo esto sucederá por sí mismo. Mientras
tanto, si piensas demasiado en las palabras o discutes su significado,
se pospondrá el momento de su realización”.
Todo esto lo dijo en un tono muy cordial. Sin embargo, en
este punto, se puso muy, muy serio. Con una mirada sobrecogedora me dijo
con mucha firmeza:
“¡Basta de charlas! ¡Cállate y deja que las palabras
hagan su trabajo!”.
Fin de la conversación.
Siempre recuerdo
este intercambio con felicidad y optimismo. Siento que he sido agraciado
con su presencia y además he sido agraciado por las palabras de verdad
que ha plantado dentro de mí. Creo que esas palabras estarán siempre
conmigo y sé que en el momento apropiado ellas florecerán.
Harriet: ¿Has seguido sus instrucciones? ¿Has dejado de pensar acerca de las enseñanzas?
David:
Hasta que apareciste hoy, realmente no había pensado en las enseñanzas
desde hace años. Ni siquiera he leído muchos de los nuevos libros de
diálogos que han salido sobre él. La respuesta que te mencioné hace unos
minutos, “Cuanto más escucho a Maharaj, más comprendo lo que Bhagavan
está tratando de decirme”, se encuentra en uno de los libros pero no me
enteré hasta hace unos pocos años.
Mi ex esposa Vasanta estaba leyendo el libro y me dijo: “Hay aquí alguien de Ramanasramam. ¿Sabes quién es?”.
Ella
leyó unas líneas y me di cuenta de que se trataba de mí. Yo solía leer
‘Yo Soy Eso’ de principio a fin una vez al año o así, pero ni siquiera
lo sigo haciendo. A veces, cuando estaba en la biblioteca de
Ramanasramam, tomaba
‘Yo Soy Eso’ y leía la secuencia que comienza el
capítulo veintitrés. Es una bella descripción del estado del jnani que
no me canso de leer. Aparte de eso, rara vez leo o pienso más en las
enseñanzas.
Dicho esto, creo que sería correcto decir que tengo más que
suficientes otros conceptos en mi cabeza que están todos actuando como
herbicida para las palabras de verdad que Maharaj plantó dentro de mí.
Sin embargo, tengo una gran fe en el irresistible poder de las palabras
de Maharaj. Tarde o temprano van a dar sus frutos.
Harriet:
Ramesh Balsekar solía decir: “El único esfuerzo efectivo es la
apercepción inmediata de la realidad”. Algunas personas podrían
interpretar que significa que si alguien no recibe la experiencia directa del gurú, —en este caso
Maharaj, pues estoy hablando contigo—, entonces no va a conseguir nada
en absoluto. ¿Estás seguro de que no estás meramente sufriendo de un
caso de ilusiones?
David: Hay algo en lo que dices. Si pudieras mantener tu
intelecto apagado cuando Maharaj hablaba, sus palabras y la autoridad
detrás de ellas harían su trabajo. Cuando él hablaba, no estaba
pidiéndote que participaras en el proceso en absoluto. ¿Cómo podía estar
pidiendo que hagas nada cuando él sabía que no existes? Él no estaba
pidiéndote que entendieras, y no estaba diciendo: “Haz esto y serás
iluminado”. Él no se estaba dirigiendo a ti en absoluto. Él estaba
dirigiendo sus palabras a la conciencia dentro de ti, en un intento de
que tomaras conciencia de lo que realmente eres. Sin embargo, si sus
palabras no producían resultados inmediatos, él sabía que podrían
entregar los bienes en el futuro. Recuerda lo que pasó en su propio
caso. Siddharameshwar le dijo que él era Brahman. Nisargadatta luchó con
esto durante tres años, hasta que finalmente soltó sus dudas y se dio
cuenta que eso era la verdad.
Hay un poder en las palabras de un jnani, y ese poder no se
disipa dos segundos después de que el jnani las ha pronunciado. Ese
poder persiste y continúa siendo eficaz; continúa haciendo su trabajo.
Harriet: ¿Corroboró esto el propio Maharaj?
David:
Sí. No puedo recordar cómo surgió el tema, pero le oí decir:
“Las
palabras de los seres iluminados tienen un poder que las hace perdurar.
Los grandes santos del pasado divulgaron sus enseñanzas, y esas
enseñanzas han sobrevivido porque hay un poder inherente y autoridad en
ellas. Otras personas pueden estar diciendo la misma cosa al mismo
tiempo, pero las palabras de esas personas se han esfumado porque no
había poder en ellas. Las palabras de los jnanis han perdurado porque
tienen el poder y la autoridad del Ser detrás de ellas”.
Mencioné esta respuesta a Papaji cuando le estaba entrevistando hace algunos años. Él le dio su respaldo de todo corazón.
Harriet:
Cuando dices que las palabras “han perdurado”, ¿significa eso que
simplemente han perdurado en los libros, como citas recordadas, o tienen
ellas todavía el poder de despertar a la gente, incluso siglos después
de que fueron dichas? ¿No es necesaria la inmediata presencia del Guru
para eso?
David: Creo que tendría que decir que un Guru humano vivo
es necesario para todos excepto para los más maduros, para realizar el
Ser. Sin embargo, una vez que has visto un verdadero Guru y has estado
con él, su presencia está siempre contigo. Puedes sintonizar su presencia,
su gracia y su poder de muchas maneras: a través de su foto, a través
de pensar en él, y a través de la lectura de sus palabras.
Harriet:
Una vez más, me siento obligada a preguntar: ¿Es ésta tu propia opinión
o tienes algún apoyo de Maharaj que lo respalde?
David: Recuerdo una conversación que tuve con Maharaj en mi
primera visita. No recuerdo cómo llegamos al tema, pero terminamos
hablando del poder del Guru y de los diferentes canales a través de los
cuales se manifiesta. Yo había estado profundamente impresionado y
conmovido por
‘Yo Soy Eso’, y se lo dije.
Yo: Durante varios meses he estado leyendo
‘Yo Soy Eso’. A
través de esas palabras sentí una conexión muy fuerte contigo y las
enseñanzas. ¿Se puede tener una relación con un Guru con sólo leer sus
palabras, o es necesario venir en persona a verlo?
Maharaj: Las palabras harán su trabajo dondequiera que las
escuches o las leas. Puedes venir aquí y escucharlas en persona, o
puedes leerlas en un libro. Si el maestro está iluminado, habrá un poder
en ellas.
Yo: En mi caso particular, he leído las palabras de un Guru
que seguía vivo, y esas palabras me obligaron a venir aquí y verte.
Quizás tus palabras tuvieron un efecto tan fuerte porque todavía estás
vivo y enseñando. Me puse en contacto con un maestro vivo, una presencia
viva. ¿Qué pasaría en un caso hipotético de que alguien adquiriera
‘Yo
Soy Eso’ dentro cincuenta años, y en un país a varios miles de
kilómetros de distancia? Esa persona nunca tendrá la oportunidad de
verte. ¿Esas palabras tendrán todavía el poder de transformar y
despertar?
Maharaj: El tiempo y el espacio existen en tu mente, no en
el Ser. Ahí no hay límite al poder del Ser. El poder del Ser está
siempre presente, siempre trabajando, siempre el mismo. Lo que varía es
la buena disposición y la voluntad de la gente a volver su atención a
eso. Si alguien toma este libro a diez mil kilómetros de distancia
dentro de mil años, esas palabras harán su trabajo si el lector está en
el estado adecuado para escuchar y asimilar dichas palabras.
Él no llegó a decir que uno puede alcanzar la iluminación
mediante la lectura de las palabras de un Guru muerto, pero fue bastante
claro en que las palabras de un ser iluminado, incluso en forma de
libro, estaban cargadas de un poder que las generaciones futuras podrían
sintonizar. Yo creo que hice esta pregunta en particular debido a mi
relación con Ramana Maharshi. Yo era la persona hipotética de la
pregunta, que había descubierto las palabras
de un gran pero fallecido Guru. Supongo que realmente quería saber si
Ramana Maharshi podría ser el Guru para alguien como yo, que había
nacido años después de su muerte. Maharaj realmente no respondió a esa
pregunta por mí, pero hizo que me convenciera de que una parte
considerable del poder y la autoridad del Guru se puede encontrar en sus
enseñanzas registradas.
Con el tiempo, llegué a la conclusión de que un Guru humano
vivo es realmente necesario para la gran mayoría de la gente, pero al
mismo tiempo tengo una gran respeto por el poder que reside en las
palabras registradas de tales personas.
Harriet: ¿Fue grabado este diálogo en particular? Creo que
eso sería muy importante para las muchas personas que como yo sólo
descubrieron a Maharaj en los años posteriores a su fallecimiento.
David: Lo dudo. Fue una sesión muy tranquila por la tarde, y sólo unos
pocos de nosotros estábamos allí. Nunca hubo grabaciones organizadas.
Los que tenían una grabadora la traían muy a lo largo, y entonces hacían
una grabación dondequiera que estuviesen sentados en la sala. En el
último par de años varias personas estaban haciendo esto, pero cuando
fui por primera vez, casi nadie lo hacía.
Harriet: Hablaste antes de “preparación” [o: “buena
disposición”] y “voluntad de escuchar” como factores clave. ¿Habló
Maharaj alguna vez de cómo o por qué algunas personas tuvieron la
experiencia directa, mientras que la mayoría de la gente no?
David: Hablé con él una vez sobre esto. Fue en una de mis
visitas posteriores. Había ido allí con un amigo mío, Cary McGraw, y
descubrí que ese día era el cumpleaños de Cary. Cuando me lo dijo
estábamos sentados en un café en
Grant Road, en el intervalo entre el
final de los
bhajans y el inicio de la sesión matutina de preguntas y
respuestas. Mientras el cuarto de Maharaj estaba siendo barrido y
limpiado, todos teníamos que desaparecer durante media hora más o menos.
La mayoría de nosotros íbamos a tomar un té o un café en
Grant Road.
Le pregunté a Cary qué le gustaría como regalo de
cumpleaños y me respondió: “Volver ahí y tener una buena discusión con
Maharaj. Me encantaba escucharte cuando le acosabas sobre sus
enseñanzas, pero hoy en día casi no abres la boca para nada. Vuelve allí
y haz que se caliente sobre algún asunto. Ese será mi regalo de
cumpleaños”.
Yo no sentía muchas ganas de preguntar nada, y sin duda no
tenía ganas de embarcarme en un debate en toda regla. Creo que por
aquella época Maharaj había subyugado por fin mis tendencias
argumentativas; yo estaba muy contento de simplemente sentarme en la
parte de atrás y escuchar lo que todos los demás tenían que decir.
Fuimos de nuevo, pero no tenía ni idea de qué hablar.
Cuando todos estuvieron sentados, Cary me dio un codazo y de repente me
encontré hablando de por qué algunas personas alcanzan la iluminación y
otras no.
“Ramana
Maharshi”, le dije, “se iluminó en unos pocos minutos. A ti te llevó
tres años a partir del momento en que conociste a tu Guru hasta que
realizaste el Ser. Otros lo intentan durante cincuenta años y no tienen
éxito. ¿Por qué es así? ¿Las personas que lo intentan durante toda su
vida y fracasan, están haciendo algo mal?”.
La mayoría de los maestros hindúes responderían a una
pregunta como esta diciendo que algunas personas tenían más o menos
terminado su trabajo en vidas anteriores y eran, por lo tanto, capaces
de realizar el Ser muy rápido en esta vida. Esto no era una opción para
Maharaj porque él se negaba rotundamente a aceptar que la reencarnación
tuviese lugar en absoluto. Esto en sí era un poco extraño para mí
porque, en el período en el que solía visitarle, la sobrecubierta de
‘Yo
Soy Eso’ reproducía un diálogo con él, en el que explicaba con bastante
detalle cómo se llevaba a cabo la reencarnación. Sin embargo, en la
época en la que yo le visitaba, ni una sola vez le oí aceptar la validez
de la reencarnación, y en cambio él decía con frecuencia que eso no
sucedía. Mi pregunta realmente era: “Si se descarta la teoría de la
reencarnación, lo cual pareces hacer, ¿cómo puede alguien como Ramana
Maharshi alcanzar la iluminación sin ningún deseo por ella, sin esfuerzo
y sin práctica, mientras que todos los demás se esfuerzan sin éxito
durante décadas y no lo logran?”.
“Es la química”, anunció Maharaj. “Algunas personas han
nacido con una química pura y otras no. Las personas con una química
pura alcanzan la iluminación, y las que tienen una química impura no lo
hacen”.
“La química”, era una de las analogías o metáforas
idiosincráticas de Maharaj. Yo creo que se deriva de la química en un
rollo de película. Todos disponemos de una ‘química’ en el momento de la
concepción, dijo Maharaj, y eso es nuestro destino para esta vida. En
cierto sentido, es como un rollo de película, un guión que se nos ha
dado para esta vida. El hinduismo tradicional enseña que tenemos
prarabdha karma, un destino inmutable para esta vida, que es el
resultado inevitable de las acciones que han sido llevadas a cabo en
vidas anteriores. Maharaj no podía incorporar las actividades de vidas
pasadas en la teoría de la ‘química’, pero él tenía una selección
alternativa de factores que ofrecer.
No recuerdo si fue en esta conversación en particular o en
algún otro día, pero recuerdo preguntarle acerca de los componentes de
‘la química’. Respondió que era una combinación de una amplia variedad
de factores: los genes de los padres, las configuraciones astrológicas
en el momento de la concepción, el futuro ambiente en el que uno iba a
ser criado —estos fueron sólo algunos que él mencionó. Todos ellos se
unían en un momento determinado y se emitían a un cuerpo, o mejor dicho,
a un embrión, con su destino designado.
“Todo esto es muy determinista”, dije. “Si la pureza de la
química determina si se alcanza o no la iluminación, entonces ¿por qué
siquiera preocuparse de ella? ¿Cuál es el punto de tratar o no tratar,
querer o no querer, si la pureza de la química ya ha decidido el asunto
por nosotros por adelantado? En vez de esforzarnos, bien podríamos irnos
todos a casa y quedarnos sentados”.
Maharaj respondió: “No, no está completamente determinado
por adelantado. La gran mayoría de las personas en el mundo nacen con
una química sucia. Nada de lo que ellas hagan o no hagan hará ninguna
diferencia. La iluminación no es para ellas, y la mayoría de ellas
ni siquiera se preocupan por estos asuntos. En el otro extremo del
espectro habrá un muy pequeño número de seres muy puros que tomarán
conciencia de su verdadera naturaleza sin ningún esfuerzo o
inclinación”.
Él no lo dijo, pero supongo que habría puesto a Ramana Maharshi en esta categoría.
“Entre
estos dos extremos —continuó Maharaj— hay un pequeño número de personas
cuya química es ligeramente impura. Estas personas tienen una
oportunidad de alcanzar la iluminación. Si son capaces de conocer un
Guru que les pueda mostrar la verdad, y si su sinceridad y seriedad son
lo suficientemente altas, pueden purificar su ligeramente sucia química y
averiguar lo que realmente son. Es por eso por lo que todos nosotros
estamos aquí hoy. Las personas que acuden a un maestro con una fuerte
sed de libertad son los que tienen sólo unas pocas impurezas. Ellos son
aquellos para quienes la liberación es posible”.
Harriet: ¿O sea que él pensaba que las personas que acudían
a él eran ‘avanzadas’? Debe haber sido una mezcla de todo tipo de
personas. No podrían haber sido todos candidatos a la liberación.
David: Sí, había una mezcla muy ecléctica de gente allí, desde curiosos
hasta personas que habían viajado por medio mundo porque estaban
desesperadamente sedientas por la liberación y pensaban que Maharaj
podría ayudarlas. A veces me sentaba junto a un médico homeópata que
vivía a pocas calles de distancia. Él no tenía el menor interés en la
liberación y sólo veía a Maharaj como una buena fuente de
entretenimiento.
“Este es el mejor espectáculo del barrio”, me dijo una vez.
“Sólo vengo aquí porque me gusta ver cómo trata Maharaj a todas las
personas que vienen. No creo ni una palabra de lo que dice, pero él
monta un buen show”.
Este hombre, por cierto, me dijo que el lenguaje de Maharaj
en el
marathi original era en ocasiones muy crudo y vulgar. Me dijo que
los traductores, que eran todos gente respetable de la clase media
hindú, estaban probablemente demasiado avergonzados como para transmitir
la fuerza de su vulgaridad. Al final de las sesiones él me llevaba
aparte, afuera a la calle, y tenía un gran placer en hablarme de todas
las diversas bromas sexuales e insinuaciones que los traductores habían
omitido contarnos. Creo que el entretenimiento de este médico incluía
observar a sus vecinos retorcerse al escuchar las declaraciones más
escandalosas de Maharaj.
Maharaj determinaba hasta cierto punto la clase de gente
que era probable que viniera y se quedara, al establecer el programa de
lo que él estaba dispuesto a hablar y de lo que no. Él no estaba
interesado en lo que él llamó “lecciones de kindergarten”. Eso
significaba que por lo general se negaba a hablar de muchos de los
principios del hinduismo tradicional: adoración ritual, el karma y la
reencarnación, las prácticas comunes, tales como
japa, cosas como esas.
Una gran proporción de los extranjeros que estaban allí habían llegado
porque habían leído
‘Yo Soy Eso’. Querían hablar de la liberación, no de
las prácticas tradicionales hindúes ni tradiciones, y Maharaj estaba
feliz de complacerlos. Las personas que querían hablar de otras cosas en
seguida se marchaban en busca de un lugar más adecuado para
sus inclinaciones e intereses. Algunos, sin embargo, llegaron con sus
ideas tradicionales y creencias y cayeron bajo el hechizo de Maharaj y
sus enseñanzas radicales, pero pienso que estas personas eran una
minoría.
Recuerdo a Mullarpattan decirnos un día: “yo era un devoto
tradicional de Ram [Rama] cuando llegué por primera vez aquí. Pensé que
si pudiera tener una visión de Ram, sería seguro poder reunirme con él
en Vaikunta [reino celestial de Ram] cuando yo muriera. El primer día
que llegué, Maharaj me dijo que Vaikunta no existe. Me quedé muy
sorprendido al escuchar a un Guru hablar así, pero me sentía atraído por
él y me quedé. Poco tiempo después abandoné todas mis ideas acerca de
los dioses y sus cielos”.
Algunas otras de las personas locales estaban muy
interesadas en las intransigentes enseñanzas de Maharaj sobre la
liberación, pero durante el tiempo que estuve allí, los extranjeros en general superaban en número a los locales por tres a uno
en la sesión de preguntas y respuestas de la mañana. Esto podría ser
porque muchos de los devotos de Bombay tenían que salir a trabajar, pero
incluso los fines de semana y días de fiesta, los extranjeros siempre
superaban en número a los indios.
Había una sesión separada de la tarde que se realizaba en
marathi. Nosotros nunca estábamos invitados a esa, debido a que no había
suficiente espacio para todos, por lo que no tengo ni idea de lo que
pasaba en esas sesiones.
Harriet: ¿Tenías la sensación de que los extranjeros erais tratados de un modo un poco diferente de la población local?
David:
Debería decir sólo que teníamos diferentes actitudes, diferentes
procedencias y, en la mayor parte, diferentes aspiraciones. Cuando
hablábamos con Maharaj, sus respuestas reflejaban estas diferencias.
Una mañana llegaron un par de indios nuevos y preguntaron a
Maharaj en inglés una serie de preguntas sobre cómo vivir una vida
espiritual individual, mientras estaban en medio de todas sus
responsabilidades familiares y laborales. Esta es una pregunta estándar
en la India y cualquiera que esté desempeñando el papel de Guru debe
tener una respuesta estándar a la misma. Maharaj trató con ellos con
mucha educación y respeto, y habló con ellos durante unos quince
minutos. Al final de ese período, les pidió que se fueran. Esto era un
poco inusual. Por lo general, cuando un interlocutor había terminado de
hablar con Maharaj, volvía a sentarse y escuchaba lo que los demás
tenían que decir.
En esta ocasión Maharaj los vio desaparecer escalera abajo.
Él esperó unos diez segundos más antes de estallar en una risa
encantada.
Dándose una palmada en el muslo, dijo: “¡Ese
es el tipo de conversación aburrida que solía tener cada día antes de
que vosotros los extranjeros vinierais por aquí!”.
Creo que le gustaba hablar con la gente que no se acercaba a
hablar de toda su familia o sus problemas de trabajo. Él también sabía
que podía ser más irreverente y subido de tono con los extranjeros, lo
cual era algo que disfrutaba.
Harriet: ¿Puedes darme un ejemplo?
David: Una mañana miró a su alrededor y se dio cuenta que no había gente local allí en absoluto, excepto el traductor.
Una mirada traviesa apareció en su rostro y dijo: “Hay tres
cosas que son absolutamente necesarias para la vida humana: comida,
oxígeno y sexo”.
Todos nos animamos. Esto era algo
diferente de la habitual conferencia sobre conciencia. Esperamos que
continuara, para desarrollar su tema y explicar con más detalle, pero se
negó a explicarse más pormenorizadamente.
En cambio, dijo: “¡Vamos! Que alguien dispute esa declaración. Es muy controvertida. Que alguien esté en desacuerdo conmigo”.
Parecía que quería empezar una discusión, pero no estaba claro sobre qué.
Como nadie parecía interesado en disputar su declaración, di un paso al frente para ser el chivo expiatorio:
“Si
no respiras durante unos minutos, te mueres”, comencé. “Si no comes
durante unas cuantas semanas, te mueres. Pero nunca he oído hablar de
que nadie se muera por no tener relaciones sexuales. ¿Cómo puedes decir
que eso es esencial para la existencia humana?”.
Maharaj se negó a explicarse. En su lugar, simplemente se repitió a sí mismo:
“Hay tres cosas que son absolutamente necesarias para la vida humana: alimento, oxígeno y sexo”.
No podía ver a dónde estaba él llevando la conversación, o dónde quería que me fuera con él.
“¿Estás diciendo que todos deberíamos tener sexo, porque si no lo hacemos moriremos?”.
Yo estaba tratando de provocarle para que revelara por qué había sacado de repente este tema a la palestra.
«No, no estoy diciendo eso en absoluto. Simplemente estoy diciendo: “Tres cosas son absolutamente necesarias para la vida humana: alimento, oxígeno y sexo”».
Probé
un par de aproximaciones más, pero no conseguí llegar a ninguna parte y
nadie más en la habitación parecía dispuesto a arrimar el hombro y
ayudar. Él siguió repitiendo su declaración original. Después de unos
minutos oyó pasos en la escalera. Él inmediatamente comenzó a hablar
sobre la conciencia, y cuando los nuevos visitantes, un grupo de la
población local, entraron en la habitación, él ya estaba bien metido en
sus explicaciones estándar. Obviamente él no se sentía cómodo hablando
de sexo delante de sus devotos
marathi. Nunca llegué a saber cuál era el
punto de su declaración, porque él nunca sacó el tema de nuevo.
Harriet: Por lo que
dices me da la sensación de que Maharaj tenía un gran respeto por los
extranjeros que venían, porque venían en busca de la verdad acerca de sí
mismos, y no por algún paliativo, una práctica o una creencia que los
mantuviera felices durante un tiempo.
David: En cierto sentido, sí. Yo le oí decir un par de
veces que respetaba el hecho de que todos nosotros habíamos abandonado
nuestra vida en occidente para llegar a la India en busca de la
liberación, pero eso no significa que en la práctica nos tratara con
respeto. A todos nos gritó en varias ocasiones, y nos riñó de vez en
cuando debido a las cosas que hicimos o dijimos. Todos estábamos un poco
temerosos de él porque nunca sabíamos cuándo podría suceder la
siguiente erupción. Habíamos venido a expulsar las impurezas fuera de
nosotros, de la misma manera que los limpiadores limpian la ropa
aplastándola contra las rocas. Maharaj rompió nuestros egos, nuestras
mentes y nuestros conceptos sobre la roca inamovible del Ser, porque
sabía que en la mayoría de los casos esa era la única manera de
ayudarnos.
Hace unos minutos te dije que Maharaj descartaba todas las
teorías de la reencarnación, pero sí contó una historia que posiblemente
indicaba que todos nosotros habíamos estado buscando a Dios en la India
antes:
“Al final del
Ramayana”, dijo, “todos los animales que
habían ayudado a Ram [Rama] para ganar la guerra fueron recompensados. A
los monos se les dijo que podían ir al cielo de los monos. Ahora bien,
¿qué es el cielo para un mono? Grandes cantidades de alimentos, un
montón de peleas y sexo sin límites. Por eso, todos los monos renacieron
como seres humanos en occidente en el siglo XX para experimentar su
idea del ‘cielo’. Después de algún tiempo, sin embargo, todos ellos
comenzaron a aburrirse de todo este exceso. Uno por uno, todos ellos
empezaron a regresar a la India porque querían encontrar a Ram y estar
con él otra vez”.
La segunda (y última) parte en que he dividido esta entrevista, podéis leerla en este link:
http://jugandoalegremente.blogspot.com/2013/11/recordando-nisargadatta-maharaj-parte-2.html
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