miércoles, 29 de marzo de 2017

Todos somos socios

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La palabra SOCIO tiene su gracia. Puede usarse en un sentido profundamente bello, si la utilizamos para indicar unidad en vez de diferencia o dualidad.

Tras la aceptación de la última de las ilusiones (la iluminación; ilusoria únicamente en el sentido de que el Ser siempre ha estado despierto y nunca necesitó realmente despertar), desde ahí, desde el estado verdadero o natural (y no hay otro estado en realidad), el concepto de SOCIOS alcanza su cúspide, más allá de cualquier conceptualización humana, más allá de la propia palabra, pues en el estado natural no se trata simplemente de igualdad o de compañerismo entre seres diferentes; se trata de total unidad. Somos socios, somos iguales, pero aún más que eso: somos uno. No somos un "uno" formado por "muchos", sino lo auténticamente Uno. Lo auténticamente Socio. Unidad total. El "Club" perfecto en el que todo fluye sin la más mínima interferencia, pues no hay oposición posible, al no haber dualidad.

Pero donde es más útil la palabra "socio" es cuando aún nos percibimos en la apariencia o dualidad, para señalar nuestro camino más rápido hacia el despertar a la Unidad. En nuestra vida diaria disponemos básicamente de dos actitudes posibles: unión o separación; aceptación o rechazo; vernos como socios o vernos como competidores; amigos o enemigos; amorosos o enfadados; comprensivos o resentidos; etc. En color azul he señalado lo que nos acelera a despertar de la dualidad, y en color rojo lo que nos retiene a seguir soñando un "ratito" más (refiriéndonos a nivel de nuestro sentimiento interior, no de nuestro comportamiento: es decir, alguien puede obrar de un modo que parezca enfadado o duro, y sin embargo interiormente permanecer tranquilamente amoroso). 

Por lo tanto, si veo al prójimo (sea quien sea) con ojos de enfado, como un enemigo, o simplemente como diferente de mí, entonces estoy aceptando la separacion y estaré eligiendo permanecer en dualidad. Por el contrario, si veo al prójimo como un socio con quien comparto unos mismos intereses, con quien soy igual en lo básico, entonces estoy aceptando el proceso que me conduce a despertar.

Podemos vernos como socios (unión) o como antagonistas (dualidad). Podemos enfatizar los intereses que compartimos como mente/conciencia (todos sufrimos cuando dormimos en dualidad; todos necesitamos lo mismo: despertar a la unidad; en esto todos somos básicamente iguales, por no hablar de la identidad total que compartimos como UNO en el estado natural o Cielo). Vernos como socios acelera nuestra iluminación. En cambio, rechazar a alguien, o creer que nuestras aparentes diferencias a nivel de la forma son importantes o son reales, frena nuestro despertar. No importa a quién o qué detestemos. No importa que se trate de un objeto, de una persona, un animal, etc. No importa de que se trate de una persona habitual de nuestra vida o de alguien que encontramos fugazmente. No importa si se trata de alguien cercano o lejano, de un hijo o de un político que vemos en las noticias de la tele. Si le vemos como enemigo en vez de como socio, nos estamos separando de él, y por lo tanto produciendo dualidad en nuestra mente. Si le negamos nuestro amor/comprensión, estamos aceptando la separación en nuestra mente. Amarlo, o aceptarlo como socio, no significa estar de acuerdo con lo que esa persona esté haciendo a nivel de la forma. Pero sí significa tomar conciencia de que eso no tiene importancia (las formas son ilusiones) y por lo tanto lo que parezca suceder en las apariencias de la forma no va a tener influencia sobre nuestra paz/amor. Entonces podemos ser amigos, socios. Como lo cortés no quita lo valiente, esto no impide que si a nivel de la forma vemos una agresión, la impidamos o lo denunciemos, o si trabajamos como policía o juez, nos encarguemos de encarcelar a alguien peligroso a nivel de las ilusorias formas. Pero si nuestra mente tiene la actitud de SOCIOS, podremos hacer eso sin odio, sino con amor/comprensión. Los que se equivocan, simplemente necesitan corrección (amor), no odio. Simplemente necesitan lo mismo que nosotros: despertar del odio; despertar de la dualidad y reconocer la Unidad de Dios. Por lo tanto, aunque a nivel de la forma hagamos lo que sintamos oportuno, si en el interior de nuestra mente/corazón no le negamos a nadie su condición de ser nuestro SOCIO, estaremos en la actitud de unión/aceptación que nos conduce a la iluminación o despertar. No se necesita nada más. Simplemente asociarnos (ser socios) con todo, sin rechazar a nadie a nivel del contenido, aunque a nivel de las formas haya situaciones disparatadas. De este modo podemos desempeñar nuestros roles y escenas en el teatro de las formas, conservando un contenido interior de amor y paz, con independencia de la forma que nos corresponda escenificar.

Obviamente todos somos distintos a nivel de la forma. Humanos o no humanos, pero ciñéndonos a nuestro caso particular (humanos), somos diferentes unos de otros a nivel de la aparente forma: hombres o mujeres, altos o bajos, ricos o pobres, rubios o morenos, o pelirrojos o lo que sea, sanos o enfermos, mundanos o espirituales, solteros o casados, con hijos o sin hijos, panaderos o peluqueros, o políticos, o fontaneros, o en paro, o lo que sea. Pero el quid de la cuestión no son esas diferencias aparentes a nivel de la forma. Es si consideramos esas diferencias importantes y/o reales, o no. Pues en esencia todos somos lo mismo: seres, despiertos o dormidos (generalmente dormidos en nuestra percepción jejeje), y si dormidos, compartiendo el hecho de que sufrimos en dualidad, y de que lo que realmente queremos (consciente o inconscientemente) y necesitamos es despertar de la dualidad y reconocer lo único que siempre ha habido en realidad: la Unidad.

A nivel de la forma podemos parecer diferentes, pero si no damos importancia a estas diferencias aparentes, podremos vernos como iguales en lo básico, como socios en el camino del despertar. En todos nosotros hay luz y oscuridad (solo los iluminados han desvanecido la apariencia de oscuridad en su mente), en todos nosotros hay confusión/dualidad, pero también disponemos de la parte de nuestra mente que brilla de discernimiento y que corrige la dualidad, permitiendo el reconocimiento de la verdad.

Así que, a nivel de la forma, si vemos lo que nos une en vez de lo que nos separa, si nos vemos como socios en vez de como enemigos, nos resultará más fácil mantenernos en una actitud de unión y aceptación, que es la actitud que hace desvanecerse la dualidad en nuestra mente. Si por el contrario nos dejamos llevar por resentimientos, regodeándonos en ellos, estaremos sin darnos cuenta aferrándonos a la dualidad. Pues la actitud de separarnos de otros (en nuestro sentimiento interior, de rechazo, menosprecio, enfado, etc) refleja nuestro deseo inconsciente de separarnos de Dios, es decir, de mantenernos en dualidad con respecto a nuestro verdadero Ser.

Por lo tanto, animémonos a vernos todos como socios. Como compañeros, ya sea en la desdicha (ilusoria, pero experimentada cuando elegimos dualidad) o en la dicha de la unidad (experimentada cuando aceptamos nuestra unidad). Vernos como socios nos encamina al reconocimiento de la total unidad. Es un paso en la dirección correcta. Pero no debemos hacer excepciones, si queremos iluminarnos de manera más rápida. Porque basta con considerar a una sola persona como enemiga, para que inconscientemente sigamos rechazando nuestra unidad con Dios, que es la Totalidad. No estamos aceptando la Totalidad mientras sintamos aversión o resentimiento hacia cualquier porción percibida de ella. En cambio, si aceptamos a todos, viendo a todos como socios con quienes podemos simpatizar, esto nos conducirá finalmente a la revelación de que ese "todos" no era ni siquiera un plural, sino que todo reflejaba mi actitud hacia mi propio Ser. Al final, resulta que ese "todos" era Uno, y por consiguiente Yo Mismo (el verdadero Ser).

Vernos como socios es algo interno. No implica exigencias a nivel de la forma. Por ejemplo, uno no puede casarse con todos a la vez, o invitar a comer a todos a la vez, o dar un paseo con todos a la vez. Pero el quid de la cuestión es no rechazar en nuestro corazón a nadie. Uno puede tener incluso preferencias, o estar casado con alguien en concreto, sin necesidad de que eso conlleve una actitud interior de menospreciar a los demás. Al igual que uno puede disfrutar de un libro o de una actividad sin necesidad de apegarse a eso, es decir, sin menospreciar los demás libros o actividades, o sin creer que el nuestro es mejor (o peor) que los demás. Simplemente uno sigue su ruta en el provisional teatro del mundo, uno sigue sus intuiciones y gustos, sin menospreciar cualquier otra opción disponible o preferida por los demás a nivel de la apariencia de las formas.

Por lo tanto, todos somos socios; diferentes en nuestra manera de expresarnos, diferentes en la forma, pero iguales en corazón. Todos somos mente/luz/conciencia capaz de vernos como socios y así despertar. Cuando despertemos del todo, sin embargo, reconoceremos que en realidad siempre estuvimos despiertos, no como "muchos", sino como el Uno que somos eternamente, en perfecta Plenitud, Amor y Paz.

TODOS SOMOS SOCIOS significa que en la práctica todo va bien y que de un modo u otro vamos a despertar, todos de la mano (unidos en conciencia), no como seres separados. TODOS SOMOS SOCIOS significa que nada puede salir mal, pues ya estamos abriéndonos a una actitud de unión. Y cuando nos parezca percibir algún conflicto o problema, podemos acordarnos de que tiene que tratarse de una ilusión, y que la solución no es cambiar nada a nivel de la forma, sino cambiar simplemente nuestra manera de mirar a eso: cambiar nuestro punto de vista. Si cada vez que vemos un problema o enemigo, cambiamos para vernos como SOCIOS, el problema desaparecerá (es decir, que interiormente estaremos en paz, independientemente de cómo transcurran las ilusorias circunstancias "externas").

Cuando no somos SOCIOS con respecto al mundo, el mundo parece volverse hostil, lo cual refleja (el mundo es un espejo donde vemos reflejado de manera simbólica nuestro deseo inconsciente) nuestro inconsciente deseo de oponernos a Dios (dualidad). Cuando aceptamos verlo todo como SOCIOS, estamos desapegándonos de la ilusión de nuestra aparente y limitada individualidad, y por lo tanto estamos aceptando como SOCIO a Dios, es decir, a nuestro verdadero Ser. Que es una forma de decir con palabras que estamos aceptando soltar la dualidad y permitirnos ser lo que realmente somos, el Ser puro o Unidad.

Veámonos todos como SOCIOS
y así, muy pronto, reconoceremos
que en realidad y desde siempre
TODOS SOMOS UNO. 
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domingo, 19 de marzo de 2017

Don Quijote inspirado

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Apunto aquí 3 citas encontradas en el libro "Don Quijote de la Mancha", de Miguel de Cervantes. El ejemplar que he leído es la versión moderna de Andrés Trapiello, que es, como si dijéramos, una especie de "traducción" del Quijote, pasándolo del castellano antiguo a un castellano moderno que podamos entender fácilmente. Las 3 citas pertenecen a la segunda parte del Quijote:

- sólo a Dios está reservado conocer los tiempos y los momentos, y para Él no hay pasado ni porvenir, que todo es presente. (II, 25) ((Quijote, 2ª parte, capítulo 25)) Pág. 686 (de una frase pronunciada por don Quijote).

- que todo este mundo son intrigas (invenciones, artificios) y apariencias, contrarias unas de otras. (II, 29) Pág. 713 (pronunciada por don Quijote).

- las cosas humanas no son eternas, y van siempre en declive desde sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los hombres (II, 74) Pág. 1006 (frase del narrador, al comienzo de este capítulo).

Estas citas tienen cierto aroma espiritual. Por otro lado, también resulta interesante como reflexión la vida de Don Quijote en general, como ejemplo de cómo nuestros deseos nos conducen a percibir lo que queremos que sea verdad, convirtiendo en gigantes los molinos, o convirtiendo el Ser en ser, o la Totalidad en individualidad, o la conciencia pura en un cuerpo, etc.
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