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Los siguientes dos versos, de Federico García Lorca:
Pero el 2 no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra...
Pequeño poema infinito.
Nueva York, 10 de enero de 1930.
Y tras leer estas dos breves líneas me vino a la mente el aroma no-dual de tales palabras. ¿No sería un guiño de García Lorca a la no-dualidad? ¿Conocía Federico García Lorca este tema? No tengo ni idea, pero es una posibilidad. Además, siendo un literato es normal que haya tenido ocasión de indagar en todo tipo de ideas, como la de la obra "La vida es sueño" u otras, como algunos guiños fugaces a la verdad en las obras de Shakespeare. Es también probable que a alguien culto como él le interesara la filosofía en general. Lo que quedaría por ver es si simpatizaba con la idea de la no-dualidad o no. Pero saber, sabía. Presentir, presentía. ¿Son esos versos un guiño no-dual? Pues... ni idea jejeje
En fin, simplemente comento este tema. Añado unas líneas sobre Federico García Lorca, copiadas de la web: http://federicogarcialorca.net/
Se sentía, como él lo dijo en una entrevista a El Sol de Madrid poco antes de su muerte, íntegramente español.
Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.
Y copio ahora, de la web Poemas del alma, lo que parece ser el "Pequeño poema infinito", copiado entero, para ver dónde iban situados esos dos versos que iniciaron este post:
Pequeño poema infinito
Equivocar el camino
es llegar a la nieve
y llegar a la nieve
es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.
Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.
Pero si la nieve se equivoca de corazón
puede llegar el viento Austro
y como el aire no hace caso de los gemidos
tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.
Yo vi dos dolorosas espigas de cera
que enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un asesino.
Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos odian el número dos,
pero el número dos adormece a las mujeres
y como la mujer teme la luz
la luz tiembla delante de los gallos
y los gallos sólo saben votar sobre la nieve
tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.
es llegar a la nieve
y llegar a la nieve
es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.
Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.
Pero si la nieve se equivoca de corazón
puede llegar el viento Austro
y como el aire no hace caso de los gemidos
tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.
Yo vi dos dolorosas espigas de cera
que enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un asesino.
Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos odian el número dos,
pero el número dos adormece a las mujeres
y como la mujer teme la luz
la luz tiembla delante de los gallos
y los gallos sólo saben votar sobre la nieve
tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.
Aprovecho para mencionar una película sencilla y apacible: La luz prodigiosa (2003).Uno de los protagonistas de la película (el personaje interpretado por el actor Alfredo Landa) llega a sospechar que el hombre al que décadas atrás encontró medio moribundo y al cual salvó tras un fusilamiento en agosto de 1936, cuando él era un joven pastor que casualmente presenció la escena, ahora 40 años después es un olvidado mendigo, y él sospecha que pudiera ser nada más ni nada menos que Federico García Lorca. La película es agradable de ver, sin efectos especiales ni giros espectaculares, sino centrada en el silencio y la sencillez. La música es de Ennio Morricone.
Saludos
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