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Un libro que todavía no he leído pero que podría resultar interesante a alguien. Su título es: "Morir para ser yo" y ha sido escrito por Anita Moorjani. Una historia que comenzó con un cáncer y condujo al cabo del tiempo al cuestionamiento de ¿quién o qué realmente soy?Para saber más sobre el libro, hay abundante información en la siguiente web: http://campomorfico.com/anitamoorjani.htm
Dicha web contiene también una entrevista a la autora del libro; la entrevista está subtitulada en español (es un vídeo de VIMEO) y tiene una duración de 38 minutos.
De esa misma web (CampoMórfico.com) copio todo lo que resta de post:
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Para los que estamos sumergidos en el estudio e
investigación del trasfondo que mueve los hilos sutiles del proceso de
nuestra Humanidad terrena, es de gran satisfacción el conocer que por
fin pueda disponerse en habla hispana de la historia de Anita Moorjani,
por cuanto la misma aporta un conocimiento más allá de lo que toda
Ciencia tiene en sus posibilidades ofrecernos de la realidad vivencial
en la que estamos inmersos.
El propio lenguaje de Anita, con una dialéctica
sencilla, surgida desde el sentir natural que guía el recuerdo de sus
vivencias, hace muy asequible el entendimiento de cuanto trata de
transmitirnos en este tan preciado libro.
Anita nos cuenta en su libro cómo fue dando lugar
en su organismo a un proceso de cáncer (Linfoma de Hodgkin) que le
condujo a una degradación casi completa de aquel, en cuyo proceso final
pasó por una experiencia cercana a la muerte (ECM), de la que nos
informa con detalles lo vivenciado en ese "otro plano" y cómo esto le
sirve para retornar a su cuerpo y llevar a éste a una recuperación
fuera de todo lo que se podría esperar de su situación.
En esa ECM percibió algunos aspectos de lo que
podría ser su vida futura, comprendiendo que una de las razones por las
que decidió regresar a su vida en el cuerpo fue por el aporte que
significaría a nivel humano el dar a conocer su experiencia en tal
estado, y que esta labor no requeriría de hacer nada especial, sino ser
sólo ella misma y permitir ser instrumento para aquello que tuviera
que suceder a su través.
Comienza la historia con su niñez y el marco
social donde la desarrolla, mezcla de oriente y occidente, donde
convergían diversas culturas y religiones, con creencias a veces
contradictorias, y en la que en ocasiones tiene que negarse a sí misma
para no contradecir las expectativas que sobre ella sus padres
esperaban desde su tradición hinduista, sintiendo que no tendría la
oportunidad de cumplir ninguno de sus sueños, esperanzas y deseos. Al
mismo tiempo, se sentía marginada por sus compañeros de escuela al ser
su región colonia británica, hasta el punto de que en ocasiones se
hacía las siguientes preguntas: "¿Por qué soy siempre la diferente dondequiera que vaya? ¿A dónde pertenezco? ¿Por qué siento que no pertenezco a ningún lugar?". O bien esto otro ante situaciones familiares: "¿Por qué estoy siempre disculpándome? ¿Por qué tengo que disculparme sólo por ser yo?".
En el verano de 2001 se entera de que una amiga ha
sido diagnosticada de cáncer, y dos meses más tarde ocurre otro tanto a
un cuñado de su marido. A partir de entonces y tras lo que fue en su
inicio una búsqueda de conocimientos sobre el cáncer para poder ayudar a
su amiga, mientras más leía sobre ello más miedo fue desarrollando
sobre todo lo que pudiera causarlo. Hasta el punto de que creía que
todo producía cáncer, por lo que empezó a tenerle miedo a la vida
misma.
El 26 de abril del siguiente año, 2002, en que
acudió a una consulta médica para saber del diagnóstico de una
protuberancia surgida en su hombro derecho, le fue informado de lo
siguiente: “Usted tiene un linfoma lo cual es una forma de cáncer del
sistema linfático”. A partir de entonces comenzó un amplio peregrinaje
en busca de criterios de salud donde encontrar ayuda, incluyendo
terapias orientales y muy diferentes modalidades de sanación, e incluso
viajando a la India por un periodo de 6 meses donde pareció que había
recuperado la salud.
Mas cuando regresó a casa su contento duró poco.
Al contar a aquellos que querían saber de su estado lo que había hecho
en la India, comenzaron a manifestar su desconfianza y a sumergirla en
un mar de dudas, sembrando de nuevo el miedo en su interior. En tal
situación, recurrió a terapias alternativas de occidente, donde
percibiría contradicciones entre unas y otras, y esto no solamente
aumentó su confusión sino sus miedos, y su salud se deterioró
rápidamente.
Por su tradición hinduista creía en el karma,
creyendo ser merecedora de tal situación, y ante tal idea se percibía
impotente. De esta forma se sintió encerrada en su propia jaula de
temor y desesperación, donde su salud se deterioraba por día, hasta que
la mañana del 2 de febrero de 20006 tuvo que ser llevada rápidamente
al hospital, donde comenzó todo el proceso en el cual surge su ECM, y
del cual ella extrae como lo más esencial la importancia de tratar de
percibir nuestra magnificencia, la que trasciende todos nuestros
condicionantes generadores de sufrimientos y limitaciones de la
felicidad que ansiamos.
Angel Baña
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Todo lo que se cuenta en este libro me llega
directamente al corazón. Y más aún lo hace mi relación personal con
Anita Moorjani, que entró en mi vida gracias a una serie de
coincidencias que sólo puede calificarse de divina y providencial. A lo
largo de más de cuatro años el avance implacable de un cáncer llevó a
Anita a las puertas de la muerte e incluso más allá, ya pasado el
umbral y el vestíbulo por así decirlo, a lo más profundo de la propia
morada de la muerte. Anita describe todo ese proceso minuciosamente en
este libro, un libro escrito para conmover el alma. Animo
encarecidamente a todo el mundo a que lo lea con atención y con la
mente absolutamente abierta, aunque en él encuentre cosas que pongan en
cuestión algunas de sus más arraigadas creencias sobre lo que hay después de este mundo, en eso que solemos llamar «más allá».
Rodeada de sus seres queridos y del equipo médico
que la trataba, que esperaban que exhalara su último aliento en
cualquier instante, Anita permanecía sumida en un coma profundo.
Entonces se le dio la oportunidad de volver a su cuerpo arrasado por el
cáncer, desafiando todas las probabilidades, para después protagonizar
una curación increíble propiciada únicamente por el amor incondicional.
Más que eso: volvió desde la antesala de la muerte para poder
contarnos a todos cómo es la vida más allá del mundo corpóreo y, lo que
es más importante, qué sensaciones se tienen allí.
Esto es una historia de amor, de un amor enorme e
incondicional, con una visión revolucionaria de lo que somos en
realidad, de por qué estamos aquí y de cómo podemos superar cualquier
miedo o impulso negativo que esté marcando nuestras vidas. Anita nos
habla del cáncer con una franqueza poco habitual y cuenta por qué cree
que se ha visto sometida a la dura prueba que supone la enfermedad, por
qué se ha curado y por qué ha vuelto a este mundo desde la antesala del
que hay más allá. Yo personalmente no tengo ninguna duda de que la
misión de su vida está plasmada en la crónica de su experiencia que
están a punto de leer y de que en alguna parte estaba escrito que yo
tenía que ayudarla a que este mensaje crucial llegara a todo el mundo.
Lo que Anita descubrió durante esas 24 horas en las que estuvo en coma y cruzó el umbral hacia lo desconocido
está en extraordinaria consonancia con todo lo que yo he percibido en
diversos momentos de inspiración mientras escribía mis libros o daba
charlas. Ambos estamos convencidos de que la intervención divina ha
movido las piezas necesarias para que esta mujer, que vivía al otro
lado del mundo, en una cultura totalmente distinta a la mía, llegara
hasta mí y conectara a la perfección con mi experiencia y con mi vida.
La primera vez que oí hablar de Anita fue cuando, a
través de Mira Kelly (una mujer de Nueva York que más tarde se
convirtió en mi amiga y que fue quien me hizo la regresión a una vida
pasada de la que hablo en mi libro Wishes Fulfilled) me llegó una
copia de una entrevista que le habían hecho sobre su experiencia
cercana a la muerte (ECM). Tras leer la entrevista de Anita sentí una
necesidad irresistible de hacer todo lo que estuviera en mi mano para
que el mensaje cautivador que encerraban sus palabras se difundiera y
llegara a todo el mundo. Llamé a Reid Tracy, el presidente de Hay
House, y le pedí que encontrara a Anita Moorjani y la convenciera para
que escribiera un libro en el que narrara su experiencia con todo lujo
de detalles. Y añadí que me encantaría, no, que me sentiría honrado,
de escribir un prólogo para el libro si ella quería comprometerse con
el proyecto. Gracias a una serie de esos increíbles y maravillosos
caprichos del universo (entre ellos una llamada de Anita desde Hong
Kong a mi programa de radio semanal que se emite en
www.hayhouseradio.com, que me dio la oportunidad de hacerle una
entrevista que se retransmitió a todo el planeta) ambos conectamos a
nivel profesional y personal.
Anita me contó que ella siente que todos nosotros
somos puro amor; que no sólo estamos conectados de alguna forma con
todos los demás seres humanos y con Dios, sino que a un nivel más
profundo todos somos Dios; que hemos permitido que nuestros
miedos y nuestro ego dejen a Dios fuera de nuestras vidas y eso tiene
una relación directa no sólo con las enfermedades de nuestro cuerpo
sino también con las de nuestro mundo. Me habló de aprender a apreciar
nuestra grandeza y vivir como seres de luz y amor y también de las
propiedades curativas inherentes a la mente humana. Anita describió cómo
fue experimentar la ausencia de tiempo y espacio y sentir por primera
vez que la unicidad es más que un concepto intelectual, que
verdaderamente todo está ocurriendo a la vez. Me dijo que se sentía
bañada por un aura de amor puro y feliz y que ese sentimiento ha
demostrado tener un ilimitado potencial para curar. Ella vio hacerse
realidad en su vida las palabras de Jesús: «Con Dios todo es posible», y
entendió su verdadero significado, que lo engloba todo y no deja nada al margen, ni siquiera el pasado. Anita comprobó personalmente lo que yo había escrito en Wishes Fulfilled: que ante la auténtica presencia de Dios no son aplicables las leyes de lo material (incluidas las de la medicina).
Tenía que conocer a esa mujer. A partir de
nuestras conversaciones telefónicas empecé a sentir vivamente la
esencia espiritual de Anita y su mensaje de esperanza, que había
llegado para sustituir al miedo. La animé no sólo a que escribiera este
libro, sino también a que apareciera conmigo en la cadena PBS y contara
su historia de amor, esperanza y curación a todo el mundo.
Le envié la entrevista sobre la ECM de Anita a mi
madre, que tiene 95 años y vive en una residencia de ancianos. Mi
madre ve la muerte con bastante frecuencia, ya que muchos de sus nuevos
amigos de avanzada edad fallecen mientras duermen o se van para siempre
de alguna otra forma. He tenido muchas conversaciones con ella sobre
lo que piensa del gran misterio que llamamos muerte, que es el destino
de todos los seres vivos: todo lo material debe en algún momento perder
ese estado. Todos conocemos racionalmente esta verdad, pero lo que nos
espera al abandonar este estado sigue siendo un gran misterio.
Después de leer la entrevista de Anita mi madre
dijo que la había embargado una gran sensación de paz que había acabado
con todo su miedo, ansiedad y estrés por lo que podía traer esa gran
desconocida que es la muerte. De hecho todos los que han leído lo que
Anita cuenta de su experiencia cercana a la muerte, incluidos mis
hijos, han sentido una esperanza renovada y han decidido que, por encima
de todo, se van a amar a sí mismos, que intentarán apreciar su
grandeza y eliminar todos los pensamientos que puedan atraer la
enfermedad a su vida diaria. Mientras yo escribía sobre estas ideas,
Anita las demostraba a través de su propia experiencia.
Anita logró curar su cuerpo gracias a todo ello y
me ha comentado en muchas ocasiones que siente que ha vuelto para
enseñar a todo el mundo esta sencilla pero poderosa lección que no sólo
puede curarnos a todos, sino también transformar el mundo entero. Y
por eso, estoy seguro, es por lo que Dios nos unió a Anita y a mí.
Siempre he sentido que es mi dharma mostrarle a todo el mundo su
propia divinidad, para que sepan que lo más importante que hay en ellos
es Dios. Nosotros no somos estos cuerpos, ni tampoco nuestros logros
ni nuestras posesiones; nosotros somos uno con la fuente de toda la
vida que es Dios. Mientras escribía todo esto en Wishes Fulfilled,
Anita Moorjani llegaba a mi vida, la culminación de todo lo que yo
estaba sintiendo y escribiendo automáticamente. Ella lo había vivido y
lo contaba con tanta belleza… Y ahora podemos disfrutar de la bendición
de leer todo lo que Anita llegó a aprender en su furiosa lucha contra
un cáncer muy avanzado y su sereno viaje de vuelta gracias a la
experiencia directa de la curación divina, lo que nos brinda la
oportunidad de aplicarlo en nuestras vidas.
Y yo tengo el honor de representar un pequeño
papel en la gran misión de trasmitir este esperanzador mensaje de que
el amor es la cura definitiva. Espero que las palabras de Anita se
conviertan en un instrumento para eliminar todas y cada una de las
enfermedades de nuestro cuerpo, de nuestras relaciones, de nuestro
país, sea el que sea, y de nuestro mundo. Como dijo muy poéticamente una
vez Elizabeth Barrett Browning: «La Tierra está llena de Cielo y
Dios arde en cada arbusto». La curación y el cielo en la tierra están
en nuestras manos y en manos del amor.
Disfruten de este valioso e increíble libro de Anita. Todo mi amor está con este libro y con ella.
—Doctor Wayne W. Dyer
Maui, Hawaii, Estados Unidos
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(traducción provisional)
¡Ay, Dios mío, me siento increíble! ¡Estoy tan
libre y tan ligera! ¿Por qué ya no estoy sintiendo más dolor en mi
cuerpo? ¿Dónde se ha ido todo esto? ¿Por qué parece que todo a mi
alrededor se está alejando de mí? ¡Pero no estoy asustada! ¿A dónde se
ha ido mi miedo? ¡Ya no puedo encontrar el miedo!
Estos fueron algunos de mis pensamientos cuando
estaba siendo llevada de urgencia al hospital. El mundo a mi alrededor
empezó a parecerme irreal, como un sueño y podía sentir cómo me
alejaba cada vez más de mi consciencia y me adentraba en un coma. Mis
órganos empezaron a dejar de funcionar a medida que sucumbía al cáncer
que había, más que acabado, devorado mi cuerpo durante los últimos
cuatro años.
Era el 2 de febrero de 2006, el día que va a grabarse para siempre en mi memoria como el día en que “me morí”.
Aunque estaba en un coma, yo estaba consciente y
con gran lucidez de todo lo que estaba pasando a mi alrededor
incluyendo el sentido de urgencia y el frenesí emocional de mi familia
mientras era llevada rápidamente al hospital. Cuando llegamos, en el
momento en que la oncóloga me vio, su cara estaba horrorizada.
“El corazón de su esposa puede seguir latiendo” le
dijo ella a mi esposo Danny, “pero ella no está ahí realmente. Es
demasiado tarde para salvarla”.
¿De quién está hablando la doctora?, me pregunté.
¡Nunca me había sentido mejor en mi vida! Y, ¿por qué mi mamá y Danny
parecían tan asustados y preocupados? Mamá, por favor, no llores. ¿Qué
está pasando? ¿Estás llorando por mí? ¡No llores! ¡Yo estoy bien,
querida mamá, de verdad lo estoy!
Pensé que yo estaba diciendo esas palabras en voz alta, pero nada se oyó. No tenía voz.
Quería abrazar a mi madre, consolarla y decirle
que yo estaba bien y no podía comprender por qué no era capaz de
hacerlo. ¿Por qué mi cuerpo físico no cooperaba? ¿Por qué
simplemente yacía allí, sin vida y sin energía cuando todo lo que
quería era abrazar a mi amado esposo y a mi madre y asegurarles que yo
estaba bien y ya sin dolor?
Mira, Danny, puedo moverme sin mi silla de ruedas.
¡Esto se siente tan increíble! Y ya no estoy conectada al tanque de
oxígeno. ¡La respiración ya no se me dificulta y las lesiones de mi
piel se han ido! Ya no son dolorosas ni están supurando. ¡Después de
cuatro años agonizantes, estoy finalmente sanada!
Estaba en un estado de pura felicidad y júbilo.
Finalmente, estaba libre del dolor causado por el cáncer que devastó mi
cuerpo. Quería que ellos se sintieran felices por mí. ¿Por qué no
estaban felices de que mi lucha finalmente había acabado? ¿Por qué
ellos no compartían mi júbilo? ¿No podían ver ellos la felicidad que
estaba sintiendo?
“Por favor, debe haber algo que usted pueda hacer”, Danny y mi Madre le rogaban al médico.
“Es cuestión de sólo unas horas” argumentó la
oncóloga. “¿Por qué sus otros doctores no nos la remitieron antes?
Sus órganos ya están dejando de funcionar y es por esto que ha caído
en un coma. Ella no va a lograr pasar la noche; ustedes están pidiendo
lo imposible. Cualquier cosa que le administremos en este estado
puede ser demasiado tóxica y fatal para su cuerpo, ¡ya que sus órganos
ni siquiera están funcionando!
“Bueno, puede ser”, Danny insistió, “pero, ¡yo no me voy a dar por vencido!”
Mi esposo sostenía con fuerza mi mano débil,
mientras yo yacía allí, consciente de la angustia y desesperación en su
voz. Yo quería más que nada, relevarlo de su sufrimiento. Quería que
él supiera qué tan maravillosamente me estaba sintiendo, pero fui
incapaz de comunicarlo.
No escuches a la doctora Danny, por favor, ¡no
la escuches! ¿Por qué está diciendo eso? Yo todavía estoy aquí y estoy
bien. Mucho mejor que sólo bien – en verdad, ¡me siento grandiosa!
No podía entender por qué, pero experimenté todo
lo que cada uno estaba sintiendo –tanto los miembros de mi familia como
la doctora. Realmente, podía sentir su miedo, ansiedad, impotencia y
desesperación. Era como si sus emociones fueran mías. Era como si yo
me volviera ellos.
Estoy sintiendo tu dolor querido – puedo sentir
todas tus emociones. Por favor no llores por mí y dile a mamá que no
llore por mí, tampoco. Por favor, ¡díselo!
Tan pronto empecé a sentirme apegada
emocionalmente al drama que tenía lugar a mi alrededor, me sentí siendo
halada simultáneamente hacia afuera de allí, como si hubiera un cuadro
más grande, un plan mayor desenvolviéndose. Podía sentir mi apego a
la escena que desaparecía a medida que me daba cuenta que todo era
perfecto y se desenvolvía de acuerdo con el plan, en un entramado mayor.
Fue ahí que entró el entendimiento de que realmente me estaba muriendo.
Ah… me estoy muriendo! ¿Es esto lo que se siente?
No se parece a nada de lo que me había imaginado. Siento una paz
bellísima y una calma….y finalmente, ¡me siento sana!
Y ahí entendí que aunque mi cuerpo físico dejara
de funcionar, todo continúa siendo perfecto en el grandioso
tapiz/entramado de la vida, ya que realmente nunca morimos.
Todavía estaba consciente y lúcida de cada detalle
que se desenvolvía ante mí, cuando observaba al equipo médico
transportando mi cuerpo casi sin vida a la unidad de cuidados
intensivos. Ellos me rodeaban en un frenesí emocional, conectándome a
las máquinas, e insertándome agujas y tubos.
No sentí ningún apego a mi cuerpo casi inerte
mientras yacía en la cama del hospital. No sentía que fuera mío. Se
veía demasiado pequeño e insignificante como para contener aquello que
yo estaba experimentando. Me sentí libre, liberada y magnificente!
Cada dolor, molestia, tristeza y sufrimiento habían desaparecido.
Estaba completamente libre de cargas y no podía recordar haberme
sentido así nunca antes.
Luego tuve la sensación de estar abarcada
(contenida) por algo que sólo puedo describir como puro amor
incondicional; pero inclusive la palabra amor no le hacía justicia. Era
la más profunda forma de dar amor que nunca antes había
experimentado. Iba mucho más allá de cualquier forma de afecto físico
que podamos imaginarnos y era incondicional: era mío, sin
importar lo que yo hubiera hecho jamás. No tenía que hacer nada o
comportarme de cierta manera para merecerlo. ¡Este amor era para mí,
sin que nada importara!
Me sentí completamente bañada y renovada en esta energía que me hacía sentir como si yo perteneciera, como si finalmente hubiera llegado después de años de lucha, dolor, ansiedad y miedo.
Finalmente, ¡había llegado a casa!
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Dedicatoria [Dedicatoria de Anita] Prólogo [de Dyner W Dyer] Introducción [por Anita] Parte I -Prólogo- El día en que "morí". Capítulo 1 Creciendo de una manera diferente. Capítulo 2 Muchas Religiones, muchos Caminos. Capítulo 3 Pasos en falso para Matrimonios arreglados. Capítulo 4 Mi verdadero Amor. Capítulo 5 Diagnóstico de miedo. Capítulo 6 Buscando salvación. Parte II -Capítulo 7- Dejando el Mundo atrás. Capítulo 8 Algo Infinito y totalmente Fantástico. Capítulo 9 Realizando el Milagro. Capítulo 10 Prueba de sanación. Capítulo 11 Usted debería estar muerta. Capítulo 12 Viendo la Vida con nuevos ojos. Capítulo 13 Encontrando mi Camino. Capítulo 14 La Sanación es sólo el comienzo. Parte III -Capítulo 15- Por qué me enfermé… y sané. Capítulo 16 Seres infinitos y Energía universal. Capítulo 17 Permitiendo y siendo Tú mismo. Capítulo 18 Preguntas y Respuestas. Conclusión |
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(Fin de lo copiado)... Fuente de la cual he copiado lo de arriba: http://campomorfico.com/anitamoorjani.htm
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