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Copio del capítulo 15 ("Control") del libro La Danza del Vacío, de Adyashanti:¿Qué pasaría si dejases de controlar y te librases de cualquier urgencia, hasta de la más mínima urgencia de controlar algo, en cualquier parte, incluyendo todo lo que estuviese sucediendo en este preciso instante? Imagina que pudieses deshacerte del control en todos los niveles, por completo. Si fueses capaz de abandonar cualquier control, absolutamente, totalmente, serías un ser libre a nivel espiritual.
Según muchas personas, al hurgar hasta lo más profundo del maquillaje emocional del ser humano descubres que el miedo es la principal emoción que mantiene a la gente separada. En mi experiencia esto no es así. Yo creo que la razón principal de que las personas se experimenten como seres separados es el deseo y la voluntad de controlar. El miedo surge cuando tenemos la sensación de perder el control. O nos asustamos al darnos cuenta de que no tenemos ningún control, y sin embargo seguimos deseándolo.
Cuando hablo de control me refiero a todo. El control más obvio tiene lugar cuando la gente trata de controlarse entre sí. Si te acuerdas de cualquier conversación que hayas mantenido hoy mismo, probablemente encuentres algún elemento de control en ella. Seguramente estabas intentando controlar la mente de alguien para que te entendiera, para que estuviese de acuerdo contigo, para que te escuchase o para que le gustaras. Tal vez no sea así en todas las conversaciones ni con todo el mundo, pero probablemente sí lo sea en unas cuantas.
Me estoy refiriendo a todas las cosas, desde las formas de control y poder más obvias hasta las más sutiles. En estas últimas intentamos modificar la experiencia de este momento concreto. Una de las preguntas más frecuentes que recibo dice algo así: «Adya, he tenido un cierto despertar espiritual, al menos eso creo, y aunque ha sucedido, tengo la sensación de que no es completo. En realidad no me siento totalmente libre. Tal vez me haya despertado a lo que soy y a quién soy, y eso es muy hermoso y profundo, Adya, pero hay algo que no ha terminado de completarse». A esto le sigue: «¿Qué puedo hacer?». Todavía no me he encontrado con ningún caso de este estilo en el que el individuo no esté enfrentándose, principalmente, al problema del control. Ninguno, porque a no ser que nos hayamos liberado del deseo de controlar, todo el mundo gestiona el control de un modo u otro.
Para resumirlo de forma muy sencilla, la diferencia entre las personas que han tenido iluminaciones espirituales profundas en relación a su verdadera naturaleza y las que están verdaderamente liberadas y se sienten completamente libres es ésta, únicamente: aquellos que están libres y liberados se han deshecho por completo del control. Esto ocurre porque, cuando te deshaces del control, no puedes evitar sentirte liberado y libre. Es como si saltaras de un edificio. No podrías evitar caer hacia abajo; la gravedad te empujaría en esa dirección. Si te liberases por completo del control, terminarías realizándote plenamente.
(...)
Por eso te sugiero que te imagines lo que sucedería si no tuvieses absolutamente ningún movimiento de control en tu interior, ningún deseo de control, ninguna idea que controlar (al nivel más obvio o más profundo de tu experiencia). Imagina qué implicaciones tendría una total ausencia de control en tu sistema.
En último término, el deseo de control es nuestra falta de predisposición a despertarnos del todo. (...)
Es un movimiento muy profundo. Una auténtica mutación del núcleo de tu ser. No tiene que ser una revelación, ni un logro espiritual o una realización. Es una mutación fundamental respecto a nuestra forma de existir: vivir sin el deseo de controlar. Cuando llegues al centro del control, lo más probable es que te sientas morir. Casi todo el mundo se siente así porque, en cierto sentido, te vas a morir. Cuando la vida deja de tener control, ni siquiera en el nivel más fundamental, es una muerte. En la mayoría de los casos nuestra vida comenzó a girar en torno al control a la edad de un año, más o menos. Verás que hay niños de tan sólo dos años que intentan controlar a su madre, y ordenan y manipulan a mamá y a papá. Esta urgencia de control, esta especie de sensación biológica de que la supervivencia depende del control aparece a una edad muy temprana.
Es una transformación fundamental. Por eso mismo, aunque tengamos una realización muy profunda de la verdad, en último término la auténtica libertad no llega necesariamente a través de una realización. Evidentemente, casi todo el mundo necesita pasar por una realización profunda de su verdadera naturaleza para poder entregarse de una forma natural y espontánea. Pero ésta sólo se completará a sí misma cuando esa persona deje de controlar ciega e impredeciblemente. En relación a este tema, la gente suele preguntarme: «Pero ¿cómo lo hago?». Y lo único que puedo decir es que el control está en la propia pregunta. El control intenta hacer de las suyas. La pregunta de «cómo» siempre se refiere al control. Tener un cómo tal vez nos resulte útil, pero al fin y al cabo no es más que control. No existe ningún cómo. Limítate a relajarte por completo.
Adyashanti
Del mismo capítulo, extraigo algún párrafo más, esta vez de la sección en la que le hacen preguntas:
Adyashanti: Es el miedo a la muerte, sí. Para dejar de controlar debemos experimentar la muerte de nuestro yo separado y se trata de una muerte muy profunda. Muy profunda. Evidentemente, esta muerte no es más que una ilusión.
Estudiante: ¿Dejamos de controlar cuando nos morimos?
Adyashanti: No, no del todo. Puedes morir físicamente y seguir conservando el deseo de control en otras dos mil vidas.
(...)
Adyashanti: Ocurre cuando el tiempo se acaba. Puede suceder con el paso del tiempo. Puede ser muy gradual o muy repentino. Sólo hay una regla: no existe ninguna regla sobre el modo de evolucionar.
Estudiante: ¿Deberíamos dejar de hacer preguntas?
Adyashanti: No, eso tampoco funcionaría. Implicaría demasiado control.
Estudiante: Pero cuando empiezas a hacer preguntas, estás intentando controlar algo.
Adyashanti: Sí. Pero si dejas de hacer preguntas también estás intentando controlar. Lo mejor que pueden hacer por sí mismos los seres humanos es ser siempre absoluta y totalmente honestos con ellos mismos, manteniendo una total integridad interna. Si tienes una pregunta profunda y real, que es muy importante para ti, hazla. (...)
(...)
Estudiante: Si dices que se trata de quién soy, ¿qué sucede cuando el «yo» deja de existir, cuándo te das cuenta de que todo lo que conocías como «yo» no es permanente?
Adyashanti: Lo averiguarás. Lo que quiero decir es que te enfrentas a esta paradoja, sorprendentemente hermosa, de que no existe ningún «yo» y de que el «yo» está en todas partes, y las dos cosas son verdad al mismo tiempo. No te podría ocurrir nada más divertido. No existe ningún «yo» y lo único que existe es un gran «yo» que brilla desde todas las cosas. Pero eso no es más que cháchara. Nuestra integridad no nos permite sentirnos satisfechos con la verdad de ninguna otra persona. Desearás saberlo por ti mismo, pues ésa es la única manera posible. Averigua lo que eres por ti mismo.
En este preciso momento se produce un misterio, incluso a nivel de la experiencia. Desde el mismísimo principio, en el centro de ese misterio puedes saborear que no existe ningún yo separado. No puedes descubrir lo que eres y, sin embargo, obviamente estás aquí porque esta nada está percibiendo algo. Tal vez obtengas, desde el principio, una prueba que no haya obtenido la gente que lleva meditando veinte años. Quizás se hayan perdido algo tan sencillo. Este sabor está ya en todo el mundo, y eso mismo es lo más sorprendente. No hay que irse lejos para conseguirlo.
Post relacionado: http://jugandoalegremente.blogspot.com/2010/06/la-no-meditacion-reflexiones-sobre-la.html
¡Saludos!
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Muy bueno este post, Toni.
ResponderEliminarCuanto cuesta el dejarse llevar, sin deseos, sin control, pero ahí andamos ;)
Gracias.
Un abrazo.
Hola Sina, a mí también me ha gustado lo que cuenta Adyashanti, así que le voy a dedicar los próximos posts, culminando con una segunda y larga entrevista que me pareció también muy inspiradora.
ResponderEliminarQuienes resuenen con Adyashanti probablemente disfrutarán de los próximos posts.
Un abrazo
Ojo porque la honestidad es tambien un placer imprecionante...cuando descubrimos ese placer, es como saltar de una ventana que esta a un metro de altura...no es dificil..es una desicion en el corazon terminante y un salto..El comprender que no hay una proteccion mas grande que la honestidad y no hay una ausencia de control mas grande que la honestidad total...
ResponderEliminarsalud
Gracias Toni, sabio aprendizaje,...es tan sutil el control que busca la mil y una arista para seguir aquí, son muchos años en practica, porque tal como lo dice allí comienza a edad muy temprana así que ha desarrollado miles de estrategia para seguir controlando, por ello es importante no de limitarse porque eso también es control, mas bien como esta en un comentario hay que ser honesto, y yo agrego estar despierto a toda lo que hagamos, decimos y pensamos...cuando estemos en cualquier situación o pensamiento, podríamos preguntarnos (aunque esto por ser pregunta es control) ¿para que me sirve esto? el decir para que? identifica el control, así que puedes elegir de nuevo, soltar lo que estés llevando, pensando, haciendo...gracias una vez mas por este importante tema liberador...lleva mis saludos calidos.
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