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La foto que ilustra este post es la portada del libro de donde copio esta entrevista: "Conversaciones con yoguis", de Ramiro Calle. Sadhu Ram no aparece en la imagen de esa portada. Ni siquiera se llama 'Sadhu Ram', tal como se explica en el texto introductorio. Copio el capítulo 13 íntegro:
13. SADHU RAM
He sido un "cazador" de sadhus (persona santa, asceta, monje) a lo largo de muchos recorridos por la India. Hay siete millones de sadhus, pero algunos son sadhus de verdad, genuinos peregrinos en pos de lo Inefable. He tenido la fortuna de hallar algunos, entre ellos Sadhu Ram. Nunca he sabido su nombre, pero yo lo designo como Ram, porque me pareció luminoso como el mismo Sol; también me podría referir a él como Sadhu Om, porque vibraba el cosmos a través de su presencia. Si nuestro encuentro, como tantos otros, fue casual o causal, no lo sé. Tampoco importa. El caso es que lo conocí cerca del hotel en el que me hospedaba, a media tarde, poco antes de que el Sol comenzara a declinar. Al pasar junto a él lo miré fijamente y vi que estaba sentado cerca de la calzada, en siddhasana (postura de yoga). Al cruzarse nuestras miradas me hizo un ademán con la mano invitándome a acercarme y a que me sentara a su vera. Aun sin ser invitado es lo que he hecho muchas veces, así que esta con mayor razón.
SADHU RAM: Gracias por sentarse a mi lado. Es bueno reunirse de cuando en cuando y comunicarse. ¿Es usted francés?
RAMIRO CALLE: No.
SR: ¿Italiano?
RC: Español. ¿Y usted es de Benarés?
SR: Benarés está siempre en mi corazón. Es como el manto de Brahma que me arropa. Soy del Sur de la India, de un pequeño pueblo. Peregrino de cuando en cuando a Benarés. Peregrino constantemente. Usted tal vez no comprenda el profundo sentido que tiene peregrinar. El mundo es tan grande como esta mano (me la mostró) para un microbio. Peregrinar es una búsqueda, un darse, un canto de vida. Peregrinando encuentro. ¿Acaso no le he encontrado a usted? Peregrinando me fundo con los seres humanos y la Naturaleza. Peregrinando me abro a la grandeza del Divino y su manifestación más excelsa: el mundo. Excepto cuando acudo a Benarés, mis pasos no se dirigen a un lugar definido. Únicamente camino, y camino con la firme confianza de que allí donde me lleve el Divino estará conmigo, y yo con Él. Peregrinando encuentro. Encuentro los muchos aspectos de la existencia. Encuentro el dolor, ¡cuánto dolor! Peregrinando veo al hombre y me acerco a él. Veo en él cosas que no me gustan, cosas incluso que me horrorizan. Veo cuánta envidia puede anidar en su corazón y cuánta malevolencia en su mente. Compruebo que son muchos los hombres que no quieren escuchar la voz del Divino. Y entonces me siento en cualquier parte e invito al transeúnte a sentarse a mi lado para que conversemos unos minutos.
RC: Es curioso. ¿Cuánto tiempo lleva peregrinando?
SR: Muchos años. Y quizá también peregriné en anteriores vidas. Quiero mostrarle algo. Observe el cielo. Todo está cubierto. Solo podemos ver el cielo, que impide una visión más penetrante. ¿Diría usted que por ello ahí acaba todo? No, no lo diría salvo que fuera un necio. Y usted no lo es, ¿verdad? El ser humano común no ve más allá de su ilusión, que todo se lo oculta. Pero la Realidad está más allá, aunque él, por ignorancia, la niegue. ¿Qué sabemos en realidad? Estamos viviendo en una dimensión de sombras y, neciamente, negamos otras dimensiones de luz.
RC: ¿Es una imagen? ¿Un símil?
SR: Es y no es una imagen. Ustedes los occidentales todo quieren clasificarlo. No les culpo por ello. Me gustan las personas que preguntan y preguntan. Muchas cosas son posible para el ser humano evolucionando. ¿Ha leído usted los Yoga Sutras?
RC: Con frecuencia.
SR: Se habrá sorprendido ante los siddhis (poderes mentales que se desarrollan a veces mediante la práctica del yoga) que allí se mencionan. Todo es posible. Un hombre puede tornarse tan grande como el Universo, o hacerse tan pequeño como un átomo. Un hombre, naturalmente, que haya despertado todos sus potenciales ocultos, que pueda ejercer su dominio sobre la dimensión astral. Esa dimensión, ignota para la gran mayoría de las personas, es una realidad y puede ser dominada.
RC: ¿Qué hacer? ¿Cómo avanzar en la evolución de la consciencia?
SR: Escuche en usted mismo. Meses, años, el tiempo que haga falta. Escuche y oirá.
RC: Ahora sus palabras me desconciertan. Me gustaría que fuese más concreto.
SR: ¿Lo siente?
RC: ¿El qué?
SR: El poder de Dios.
RC: ¿En qué forma?
SR: Sin forma, pero como una trascendente realidad.
RC: Sigo desconcertado. El idioma es un problema. No logro comunicarme intelectualmente con usted de un modo claro.
SR: He ahí el problema: la intelectualidad. No se llega a lo Absoluto mediante el intelecto.
RC: Ese poder del que usted habla, ¿lo experimenta intuitivamente?
SR: Incluso físicamente. La energía cósmica nos penetra. Si uno se hace lo suficientemente receptivo, puede experimentarla incluso físicamente. Aquel que aprende a controlar esa energía es poderoso y nada debe temer.
RC: ¿Se refiere usted al prana (energía vital)? Supongo que sí.
SR: Efectivamente. ¿Lo ha experimentado alguna vez?
RC: Sí.
SR: Trabaje sobre esa fuerza. Trabaje sobre ella, incansablemente, y obtendrá mucho más de lo que espera.
Puso su mano sobre el vértex de mi cabeza y dijo:
SR: Vibra. Pero tiene que vibrar mucho más. Persevere. Cuando se sienta desfallecer, repita el nombre de Dios y concéntrese en su poder.
RC: ¿Qué procedimientos son los más idóneos para despertar la kundalini (energía espiritual femenina que se encuentra enroscada en el chakra inferior y que debe ser conducida hacia los chakras superiores en kundalini-yoga)?
SR: La kundalini es el poder al que me refiero, inmerso en el ser humano. Ese poder que, despierto, hace a la persona semejante a la divinidad. Si quiere despertar la kundalini, viva a través de ella, mímela, arrópela como a la mujer más deseada. No la olvide ni un momento. Haga japa (repetición de un mantra dado por un guru) y recuérdela. Despiértela con amor, sin brusquedad, sin recurrir a medios ratificables. Dígale: «Madre, ¿por qué te ocultas? Enséñame tu rostro para cubrirlo con mis besos; enséñame tus manos para arroparlas con mis manos. Ven a mí y haz de mí tu siervo, tu hermano, tu amante». Kundalini espera que la ayudemos a resurgir.
RC: ¿Qué sucede en la persona cuando despierta su kundalini?
SR: Arrojamos fuera de nosotros todo aquello que nos estaba mancillando. Penetramos en la dimensión a la que antes me refería. Sabemos de nuestras pasadas existencias y vivimos en la gloria de Dios. Se siente como una potentísima descarga eléctrica que abrasa y, a la vez, hiela nuestros miembros. Se experimenta tal gozo que le falta a uno la respiración. ¿Qué sucede? Es algo así como ver el mundo desde arriba.
RC: ¿Podría decirme su nombre?
SR: ¿Qué importa el nombre? Es una palabra y solo la palabra "Dios" tiene sentido. ¿Se ha bañado en el Ganges?
RC: ¿Debería hacerlo?
SR: Él transmite esa fuerza, ese poder del que le hablaba. Pero para ello es necesario mantenerse lo más receptivo posible. No basta simplemente con meterse en el agua, como si uno se bañase en un charco o una fuente. Hay que invocar al Divino y confiar en sus bendiciones.
RC: ¿Puede decirme algo sobre usted?
SR: No voy a hablarle de mis experiencias espirituales. Pero puedo decirle que me he sometido a penosas austeridades, que he vivido aislado y que he ayunado hasta casi la muerte. He meditado ininterrumpidamente durante muchos días, he invocado en sueños el nombre de Dios y he buscado en diferentes sistemas. El raja-yoga ("Yoga real", el yoga que trabaja con la mente) me enseñó a controlar mi mente, y el hatha-yoga (es el yoga que conocemos típicamente en occidente, con sus posturas corporales), a dominar mi cuerpo. En el tantra-yoga (modalidad de yoga esotérico) encontré todo el poder que yace en el ser humano, y mediante el bhakti-yoga (yoga basado en la devoción) me elevé hasta la Divinidad. He sufrido, he envejecido buscando. Créame: para obtener el gozo de la Divinidad hay que entregar todo de uno mismo. ¿Quiere que pronunciemos juntos el nombre del Divino? ¿Le parece bien? Cierre los ojos y retire su mente de todo lo exterior. Piense ahora con todo su ser en la Divinidad y pronuncie en su interior el nombre sagrado: OMMMMMMMM
Le busqué al día siguiente, pero ya no lo encontré. Años después, estando en una barca en el centro del ganges, en Benarés, me arrebató un momento de exaltación mística, me arrojé al fondo del río y me mantuve varios minutos en él, sumergiéndome una y otra vez y acordándome de ese hombre de ojos profundos y sumamente expresivos.
Fin del capítulo. ¡Saludos!
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He leido todo lo publicado por Ramiro. Sus libros me han ayudado a descubrir algo de la India.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Toni por este post. Estaba buscando justo esto. Me gusta mucho Ramiro Calle y lo que habla aquí de la kundalini y de lo que se siente me interesaba mucho. A partir de ahora me pasaré por tu espacio para ver qué cosas vas colgando. Saludos
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