lunes, 17 de enero de 2011

Pura Consciencia es el estado natural

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Fragmento de una charla con Ramana Maharshi, acaecida el 12 de abril de 1937:

D (Devoto/a): La vida es del cuerpo y el renacimiento es para encarnarse en otro cuerpo.

Ramana Maharshi: El mero cambio de cuerpo no produce ningún efecto. El ego asociado con este cuerpo es transferido a otro cuerpo. ¿Cómo puede eso satisfacer a alguien?

Además, ¿qué es la vida? La vida es existencia, la cual es su Sí mismo. Eso es la vida Eterna. Por otra parte, ¿puede usted imaginar un tiempo en el que usted no es?

Esa vida está ahora condicionada por el cuerpo, y usted identifica erróneamente su ser con el del cuerpo. Usted es vida incondicionada. Estos cuerpos se adhieren a usted como proyecciones mentales, y usted está afligida ahora por la idea de «yo soy el cuerpo». Si esta idea cesa, usted es su Sí mismo.

¿Dónde o cómo era usted antes del nacimiento? ¿Era usted en su sueño profundo? ¿Cómo era usted? Usted existe también entonces sin el cuerpo. Entonces surge el ego, y después la mente que proyecta el cuerpo. La idea «yo-soy-el-cuerpo» es el resultado. Debido a que el cuerpo existe, usted dice que él ha nacido y que morirá, y transfiere la idea al Sí mismo diciendo que usted ha nacido y que usted morirá. De hecho, usted permanece sin el cuerpo en el sueño profundo; pero ahora usted permanece con el cuerpo. El Sí mismo puede permanecer sin el cuerpo, pero el cuerpo no puede existir aparte del Sí mismo.

El pensamiento «yo-soy-el-cuerpo» es ignorancia; que el cuerpo no es aparte del Sí mismo es conocimiento. Ésa es la diferencia entre conocimiento e ignorancia.

El cuerpo es una proyección mental; la mente es el ego; y el ego surge del Sí mismo. Así pues, el pensamiento-cuerpo distrae y extravía del Sí mismo. ¿Para quién es el cuerpo o el nacimiento? No es para el Sí mismo, el Espíritu. No es para el no-sí-mismo que se imagina a sí mismo separado. Mientras hay el sentido de separación, habrá pensamientos aflictivos. Si se recupera la fuente original y se pone fin al sentido de separación, hay paz.

Considere lo que ocurre cuando se arroja una piedra hacia arriba. Abandona su origen y es proyectada hacia arriba, trata de bajar y está siempre en movimiento hasta que recupera su origen, donde está en paz. Así también, las aguas del océano que se evaporan, forman nubes que son movidas por los vientos, se condensan en agua, caen como lluvia y las aguas corren colina abajo en arroyos y ríos, hasta que llegan a su fuente original, el océano, con cuyo alcance están en paz. Así pues, ve usted, dondequiera que hay un sentido de separación de la fuente, hay agitación y movimiento hasta que el sentido de separación se pierde. Así también con usted misma. Ahora que usted se identifica con el cuerpo, usted piensa que está separada del Espíritu —el Sí mismo verdadero. Usted debe recuperar su fuente antes de que cese la identidad falsa, y usted es feliz.

El oro no es un ornamento, pero el ornamento no es nada sino oro. Cualquiera que sea la forma que el ornamento pueda asumir y por diferentes que sean los ornamentos, hay sólo una sola realidad, a saber, el oro. Así también, con los cuerpos y el Sí mismo. Identificarse uno mismo con el cuerpo y buscar la felicidad, es como intentar cruzar un río sobre la espalda de un cocodrilo. La identidad con el cuerpo se debe a la extroversión y a la divagación de la mente. Continuar en ese estado sólo le mantendrá a uno en una confusión inacabable y no habrá ninguna paz. Busque su fuente, sumérjase en el Sí mismo y permanezca en paz.

Renacimiento significa descontento con el estado presente, y deseo de nacer donde no haya ningún descontento. Los nacimientos, al ser del cuerpo, no pueden afectar al Sí mismo. El Sí mismo permanece incluso después que el cuerpo perece. El descontento se debe a la identidad errónea del Sí mismo Eterno con el cuerpo perecedero. El cuerpo es un adjunto necesario del ego. Si el ego es matado, el Sí mismo Eterno se revela en toda su gloria.

El cuerpo es la Cruz. Jesús, el hijo del hombre, es el ego o la idea «yo soy el cuerpo». Cuando es crucificado, resucita como el Sí mismo Glorioso —¡Jesús, el Hijo de Dios!

«ENTREGA ESTA VIDA SI QUIERES LA VIDA»

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2 comentarios:

  1. No soy este cuerpo, es liberador.
    Pero también, este cuerpo es el templo morada del sí mismo divino, con los cuidados que requiere.

    Me encanta el último párrafo: Jesús, el hijo del hombre, resucita como es Sí mismo Glorioso.

    Un abracito

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  2. "La LUZ,La Dicha y La PAZ Habitan en Ti"

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