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Se dice que el vudú es una superstición y que las supersticiones tienen su principal caldo de cultivo allí donde hay poca cultura (= ignorancia). Por ejemplo, hay quienes creen que si un "brujo vudú" elabora un muñeco representando a cierta persona, lo que se le haga a dicho muñeco lo sufrirá esa persona. Se han relatado casos de aparente "éxito" en maniobras similares, por ejemplo en las sociedades donde se cree en el chamán y que lo que dice el chamán se cumple, y si el chamán maldice a alguien para morir, la persona a veces muere. Se ha comentado al respecto que cuando sucede algo así, la persona muere por su propio miedo, por su creencia en la infalibilidad del poder del chamán. Es su propio miedo/creencia la que la mata.La gente educada, más sofisticada, sonríe con aires de superioridad ante tales supersticiones. No se les ocurriría preocuparse si alguien atacara un muñeco que les represente, del mismo modo que nadie tiene por qué sufrir si se ataca una fotografía suya. Pueden romper la foto de alguien, pero ese alguien sigue intacto y no tiene por qué permitirse ser afectado. Uno no tiene por qué llorar ante la "muerte" de una foto suya, porque la foto puede ser por ejemplo quemada, pero uno mismo sigue intacto.
Y así, los sofisticados nos reímos de los crédulos que se preocupan cuando un supuesto "brujo" ataca una foto suya o un muñeco que les represente. Sin embargo, en la medida en que estemos identificados con el cuerpo, estaremos cometiendo un error similar.
No somos el cuerpo realmente, sino el puro Ser sin forma, inmutable, eterno. No nos sentimos afectados si una fotografía nuestra resulta dañada. ¿Por qué nos afecta entonces cuando nuestro cuerpo parece estar dañado? Esta creencia es "el vudú de los sofisticados", el vudú de los cultos, de la gente educada.
El tema de este post es un absurdo para quienes creen ciegamente en la dualidad y en la consecuente identificación con el cuerpo. Pero si investigamos a fondo, la identificación con el cuerpo se verá rápidamente puesta en tela de juicio, pues las cosas no son lo que parece a primera vista. Al igual que uno percibe que el sol gira alrededor de la Tierra (y eso parece obvio a primera vista) pero una investigación profunda revela que es en realidad la Tierra la que gira alrededor del sol, también sucede que a primera vista parece obvio que somos un cuerpo, pero una investigación seria conduce a la revelación de que el cuerpo no es otra cosa que un símbolo, una representación (al igual que una fotografía o un muñeco), y no es lo que somos. Somos puro Ser. Y lo que suceda en apariencia al cuerpo, no afecta al Ser que somos, tal como tampoco afecta a nuestro Ser que rompan una fotografía "nuestra" o que ataquen a un muñeco que nos represente. El cuerpo también nos representa, pero al igual que una foto o un muñeco, tampoco es nuestro verdadero ser.
Sin embargo, saber intelectualmente que no somos el cuerpo no es suficiente para sentirnos inafectados de lo que parezca sucederle a ese símbolo llamado "cuerpo". Porque aunque intelectualmente lo entendamos, mientras en nuestra mente inconsciente persista algún grado de identificación con el cuerpo/separación, nos parecerá que sentimos los efectos de tal creencia. Diversas prácticas espirituales ayudan a deshacer esta identificación a nivel de la mente subconsciente. Cuando esta identificación con la creencia falsa en la separación (la creencia en el cuerpo y los límites) es completamente deshecha, se experimenta una dicha constante que jamás desaparecerá. Esa dicha es nuestro propio Ser, es lo que somos ahora y siempre, desde siempre y para siempre. Pero de nada nos sirve ser Eso mientras sigamos jugando a creer que somos otra cosa. Porque mientras deseemos ser otra cosa (un cuerpo, límites, dualidad, apego), perderemos de vista nuestro verdadero Ser, el cual permanece tranquilamente inmutable siendo lo que somos, pero seremos inconscientes de la Realidad y sufriremos la apariencia hasta que nos cansemos de jugar. Cuando nos cansemos de jugar, una sadhana potente (práctica espiritual que favorece y acelera el despertar de este sueño/juego de dualidad) fluirá por sí sola sin esfuerzo (al principio tal vez haya una sensación de esfuerzo, pero la motivación hará que esa sensación desaparezca). La motivación por despertar acabará predominando en cada mente (todas las mentes son en realidad una sola), y así cada aspecto de esta única mente reconocerá que lo único que realmente puede satisfacerle es la Verdad, y entonces el proceso de deshacer los apegos (identificación con cuerpos, con límites) resultará un proceso espontáneo y sin sensación de esfuerzo. El despertar está garantizado porque la Verdad se conoce a sí misma y los "chistes" acaban, sin haber producido otra cosa que risa. El chiste (el sueño, la dualidad) depende del tiempo para desarrollarse. Pero con el despertar, la ilusión del tiempo se desvanece, junto con todos los demás aspectos de la ilusión. Con el despertar, los supuestos efectos de lo ilusorio desaparecen, pues nunca fueron reales. Al igual que en un sueño nocturno podemos soñar que un agresor nos agrede con un cuchillo y nos corta un dedo, pero luego despertamos y vemos que tenemos todos los dedos intactos y no hemos sufrido daño ni secuelas de ningún tipo, similarmente cuando despertemos del sueño de la dualidad seremos plenamente conscientes de que no hemos sufrido daño alguno. La dualidad es una mera fantasía que desaparece junto a todos sus efectos cuando dejamos de creer en ella (dejando de creer tanto a nivel de la mente superficial como de la mente subconsciente; para esta "limpieza" es la práctica espiritual, los procesos de despertar). Al final se despierta y los absurdos desaparecen definitivamente, sin dejar secuelas ni señal de ningún tipo. Lo irreal no existe y esto resulta obvio tras el despertar.
Concluyendo: no somos un muñeco, ni una fotografía (en realidad nadie puede fotografiarte... solamente el cuerpo puede ser fotografiado, no tú), ni tampoco somos un cuerpo, y nuestro verdadero ser no resulta afectado con lo que suceda a los muñecos las fotos o los cuerpos. Lo que creemos ser sí parece resultar afectado, y esto nos hace sufrir en apariencia. Pero somos libres de despertar de este sueño de sufrimiento, y una vez completamente despiertos, resulta obvio todo. Entonces da risa que pueda afectarnos nada relacionado con el cuerpo, como si fuera una simple foto o muñeco sin relación real con nosotros.
Tengamos paciencia con nosotros mismos, con nuestras creencias mientras todavía las tengamos aunque sea a nivel inconsciente. Si confiamos en el poder despertador del Amor, estaremos abiertos a Su ayuda y nuestro despertar se acelerará. Y pronto veremos cuán a salvo hemos estado siempre. Por muchos muñecos que ataquemos, por muchas fotos que rompamos, por muchos cuerpos que deterioremos, nuestro Ser siempre ha permanecido perfectamente inmune, a salvo de nuestras fantasías duales y en una constante calma profunda, y una infinita felicidad. Nada puede separarnos de esta paz inmutable que es lo que somos. Nada puede impedirnos despertar cuando lo deseemos por encima de todo. Es solamente el apego al sueño lo que nos hace caer en la tentación de seguir jugando a soñar "un ratito más", pero este apego disminuirá porque jugar a limitarse acaba por aburrir, pues algo en nosotros vislumbra la verdad de nuestro ser ilimitado, intuyendo que nuestra verdadera naturaleza es la deliciosa omnipresente plenitud.
Nada puede dañarnos. Nada puede perturbar al Ser, ni siquiera el tiempo. Lo que no existe no puede perjudicar a lo que sí existe. Y solamente existe el puro Ser, el cual es Amor infinito y perfectamente bondadoso Consigo Mismo. Así pues todo está bien, pues solamente existe Uno, y ese Uno es nuestro Ser de puro Amor.
Que nos desapeguemos pronto de las ilusiones y así la perfecta felicidad sea plenamente reconocida para siempre.
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