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Es bien sabido que el legendario piloto brasileño de Fórmula 1 Ayrton Senna (1960-1994) tenía fuertes convicciones religiosas. Lo que tal vez no sea tan conocido es que tuvo alguna que otra experiencia de tipo místico.“En los entrenamientos del sábado me di cuenta de que el coche estaba desequilibrado, sin posibilidad real de victoria. El McLaren de Berger tenía los mismos problemas. Ganar en Montecarlo era muy importante, y se lo expliqué a Dios. Él sabe todo lo que pasa por nuestro corazón. Pero es necesario entregarse a través de la oración. Y eso fue lo que hice. Cuando llegó el domingo, en el warm-up ya tuve una sensación y una visión. Conseguí verme fuera del coche. Alrededor de la máquina y de mi cuerpo había una línea blanca, una especie de aureola, que me proporcionaba fuerza y protección.”
“Entré en otra dimensión. Tuve una paz increíble, y la certeza de que estaba equilibrado, en cuerpo y alma. Generalmente, antes de salir me concentro, muy serio. Esta vez incluso sonreí. Salí del box con el mismo coche que un día antes había presentado problemas, y los defectos… ¡habían desaparecido! Estaban allí, pero no los sentía, no me molestaban. Después de la carrera, Berger vino a hablar conmigo y me dijo que su coche había seguido desequilibrado. Sólo sonreí, pero no entré en detalles. Pero en mi coche no había ocurrido nada.”
Los defectos del coche, dice... "habían desaparecido". Pero en seguida explica que no es que hubieran desaparecido formalmente, sino que sencillamente ya no importaban: no le molestaban (al contrario que a su compañero de equipo Gerhard Berger, que manejaba un coche similar).
Ayrton Senna ganó esa carrera (Mónaco, 1990). Ese año de 1990 se convirtió en campeón del mundo de F1, como ya lo había sido en 1988 (otro año con experiencias místicas, como se puede leer más abajo en el artículo copiado) y lo fue también por tercera vez posteriormente en 1991.
En cierto modo, nuestro cuerpo es también como un coche (en el sentido de que no somos nosotros). Si dejamos de identificarnos con el cuerpo, podemos llegar a experimentar algo parecido a lo que comentó Senna, pero con respecto al cuerpo. Por ejemplo, que el cuerpo esté enfermo y no sintamos la enfermedad: que no nos moleste en absoluto. Nuestro Ser es paz. No necesitamos nada para tener acceso a la paz, pues es lo que somos. Podemos experimentar la paz independientemente de toda circunstancia. Así es la experiencia del iluminado, de una manera constante independientemente de lo que parezca suceder.
Volviendo a Senna, su intensa relación con Dios (aunque fuese en alto grado dualista probablemente, al menos en cuanto a eso de explicarle a Dios la importancia de ganar la carrera de Fórmula 1 jejeje) queda patente incluso tras su muerte, pues en la placa sobre su tumba en el Cementerio Morumby, el epitafio dice: "Nada pode me separar do amor de Deus", que traducido al español quiere decir: "Nada puede separarme del amor de Dios".
Y para quien le interese leer más, copio el artículo entero que he encontrado sobre sus experiencias místicas y extrasensoriales, y abajo pondré más links. De momento... el siguiente artículo lo he tomado de aquí: http://sobreleyendas.com/2008/05/21/las-experiencias-extrasensoriales-de-ayrton-senna/
Las experiencias extrasensoriales de Ayrton Senna
Publicado por Domingo A. Gómez Gallego
Decía Ayrton Senna que en la curva Eau Ruge del circuito belga de Spa-Francorchamps hablaba con Dios. La frase quedó para la Historia del automovilismo como la afirmación excéntrica y un poco irónica de un genio irrepetible; sin embargo, la verdad es que el piloto brasileño era profundamente religioso y sentía muy cercana la presencia de lo sobrenatural.
Según confesó a diversos periodistas (declaraciones que recogen biografías como la de Fernando Santos), algunas veces, mientras giraba por el infinito trazado de los circuitos, con su mente en un estado de concentración máxima, había tenido intensas experiencias místicas y extrasensoriales.
El principal escenario de tales experiencias no fue Bélgica, sino Montecarlo: el legendario Gran Premio de Mónaco, aquel en el que el menor error puede conducir al monoplaza contra los muros. La primera tuvo lugar en 1988, durante la sesión clasificatoria de los sábados. Senna mejoraba sus propios tiempos vuelta a vuelta, pero entonces su percepción sufrió una extraña alteración espacio-temporal.
“Recuerdo que corría más y más deprisa en cada vuelta. Ya había conseguido la pole por unas décimas de segundo, y luego por medio segundo, y después por casi un segundo, y después por más de un segundo. Y más y más. Llegó un momento en que yo era dos segundos más rápido que cualquier otro, incluyendo a mi compañero de equipo, que conducía un coche igual. En aquel momento me di cuenta, de repente, que estaba pasando los límites de la consciencia. Mónaco es corto y estrecho, y, entonces, tuve la sensación de que estaba en un túnel, el circuito, para mí, era sólo un túnel. Dentro de los límites físicos del circuito, era como si circulase sobre raíles. Y por supuesto que no lo estaba. En ese momento me sentí vulnerable. Había establecido mis propios límites y los del coche, límites que jamás había alcanzado. Aún mantenía el control, pero no estaba seguro de lo que estaba sucediendo exactamente: yo corría…, y corría… Fue una experiencia espantosa. De repente me di cuenta de que aquello era demasiado. Fui despacio hacia los boxes y me dije a mí mismo que aquel día no regresaría a la pista.”
La carrera del día siguiente comenzó inmejorablemente bien para el piloto brasileño. Con su compañero de equipo y a la vez máximo rival Alain Prost bloqueado tras un coche más lento, Senna pudo abrir un hueco de 50 segundos. Tenía la carrera en el bolsillo, pero, en un error de concentración, perdió el control de su coche, estrellándose contra uno de los guardarrailes. A pesar de que este abandono suponía un duro revés a sus aspiraciones, el piloto le extrajo un significado trascendente:
“Este accidente me dio mucho que pensar, me hice muchas preguntas; fue muy importante para mí empezar a conocerme mejor y a dar la debida importancia a mi mundo y a todo lo que me rodea. Todos intentamos aprender cosas nuevas, cosas diferentes, especialmente sobre nosotros mismos. Es un proceso infinito. Hay tantas cosas a las que no encontramos respuesta… Buscaba un nuevo camino en la vida que me diera montones de respuestas, y creo que lo he encontrado, un camino donde voy encontrando esas respuestas poco a poco. Fue precisamente la necesidad de encontrar esas respuestas la que hizo que lo encontrara.”
“Creo que las cosas que tenemos, tanto de las que somos conscientes como de las que no, nos las dio Él. Que las entendamos o no, que vivamos de un modo u otro, tanto da. Si conseguimos entender por lo menos un poco, todo tiene más sentido, especialmente las dificultades, el saber gozar de los momentos buenos. Veo esto como algo natural. Desafortunadamente, no lo había experimentado antes, y creo que es una pena (aunque nunca es demasiado tarde…)”.
Más tarde resumiría: “aquello no fue sólo un error de pilotaje. Era el resultado de una lucha interna que me paralizaba y me convertía en invulnerable. Tenía un camino hacia Dios y otro hacia el diablo. El accidente sólo fue una señal de que Dios estaba allí esperándome para darme la mano.”
En la última vuelta de aquella temporada de 1988, en el Circuito de Suzuka, a punto de ganar el campeonato, Senna volvería a sentir la presencia de Dios, pero ahora no solo como una revelación, sino como una imagen física:
“Vi a Dios, Él fue quien me guió. Tuve señales que me indicaron Sus deseos y Su poder. Por encima de todo, Su poder para controlar lo que fuera, todo. Algunas personas nunca vivirán la experiencia que yo viví, y no creerán lo que digo, pero yo me limito a relatar la experiencia que viví, como un hecho. Rezaba, agradeciendo a Dios que iba a ser Campeón Mundial. Cuando, concentrado al máximo, abordaba una curva de 180 grados, vi su imagen, grande, allí, suspendida, elevándose hacia el cielo. Todo al mismo tiempo en que me concentraba, conduciendo el coche. Este contacto con Dios fue una experiencia maravillosa”.
En 1990, otra vez en Mónaco, Senna pide ayuda a Dios para ganar la carrera, y este se la presta en forma de extraña experiencia de desdoblamiento:
“En los entrenamientos del sábado me di cuenta de que el coche estaba desequilibrado, sin posibilidad real de victoria. El McLaren de Berger tenía los mismos problemas. Ganar en Montecarlo era muy importante, y se lo expliqué a Dios. Él sabe todo lo que pasa por nuestro corazón. Pero es necesario entregarse a través de la oración. Y eso fue lo que hice. Cuando llegó el domingo, en el warm-up ya tuve una sensación y una visión. Conseguí verme fuera del coche. Alrededor de la máquina y de mi cuerpo había una línea blanca, una especie de aureola, que me proporcionaba fuerza y protección.”
“Entré en otra dimensión. Tuve una paz increíble, y la certeza de que estaba equilibrado, en cuerpo y alma. Generalmente, antes de salir me concentro, muy serio. Esta vez incluso sonreí. Salí del box con el mismo coche que un día antes había presentado problemas, y los defectos… ¡habían desaparecido! Estaban allí, pero no los sentía, no me molestaban. Después de la carrera, Berger vino a hablar conmigo y me dijo que su coche había seguido desequilibrado. Sólo sonreí, pero no entré en detalles. Pero en mi coche no había ocurrido nada.”
Se podría decir que Dios nunca abandonó a Ayrton Senna. O casi nunca. Tal vez sólo aquel fatídico 1 de mayo de 1994, justo cuando más lo hubiese necesitado. Transcurría el Gran Premio de San Marino, en el Circuito de Imola. El día anterior, durante la sesión de clasificación, había fallecido el piloto austriaco Roland Ratzemberger en un brutal accidente, y su muerte había causado una honda impresión a Senna. “No tengo buenos presentimientos, y, si pudiese, no correría”, confesó por la noche a su novia. Pero no estaba en su mano tomar aquella decisión, así que, como los demás pilotos, al día siguiente cruzó la línea de salida.
En la vuelta sexta, al tomar la curva Tamburello, el Williams que conducía escapaba a su control para terminar estrellándose contra un muro de cemento a 15 metros de la pista. El coche quedaba destrozado, y el piloto en coma profundo. A las 18:40 fallecía en el hospital Maggiore de Bolonia; el mundo del automovilismo comenzaba a llorar a uno de sus grandes mitos, un genio con una sensibilidad muy especial, un indómito y místico guerrero del asfalto.
Fuente: http://sobreleyendas.com/2008/05/21/las-experiencias-extrasensoriales-de-ayrton-senna/
Otros links sobre Senna:
La experiencia mística de Senna: http://somostodosum.ig.com.br/conteudo/conteudo/conteudo.asp?id=6004
Ayrton Senna, con Dios hasta la muerte: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/23/television/1337794153_290303.html
Senna (Documental biográfico, de 2010): http://es.wikipedia.org/wiki/Senna_%28documental%29 (En este documental aparecen declaraciones de algunas de las veces que mencionó sus experiencias místicas conduciendo, aunque las menciona muy pero que muy de pasada).
Ayrton Senna (en Wikipedia): http://es.wikipedia.org/wiki/Ayrton_Senna
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