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El devoto Chalam relató lo siguiente acerca de Bhagaván Sri Ramana Maharshi:Subramanian, uno de los cocineros del áshram, me contó una maravillosa historia que ilustra las imprevisibles costumbres alimentarias de Bhagaván. Un par de años antes de su muerte, Bhagaván estaba sentado en la sala rodeado de devotos. Todos tenían hambre. Ya había sonado la campana que anunciaba la hora de comer y algunos devotos lo estaban esperando en el comedor. A Bhagaván lo había retrasado el reuma que padecía en las rodillas: para poder levantarse tuvo que estar un rato frotándoselas. Cuando terminó su breve masaje, se levantó despacio, se apoyó en su bastón y empezó a caminar hacia la puerta. Sin embargo, cuando estaba a punto de salir de la sala, se fijó en un lechero del pueblo que iba envuelto en su chal de algodón con un cántaro de barro que colgaba de una correa sujeta a su hombro. Bhagaván se detuvo, lo llamó y exclamó sorprendido: «¡Eh! ¿Eres Chinnapaián?». «Sí, Suami, soy yo», le respondió el aldeano con devoción y respeto.
«¿Qué tal estás, hombre?», le preguntó Bhagaván. «¿Estás bien? ¿Has venido a verme? Tienes muy buen aspecto. ¿Qué llevas en el cántaro? ¿Llevas koolu [gachas de mijo]?». «Sí, Suami» —contestó el lechero con timidez— «te traigo un poco de koolu». «Pues venga, trae que me lo como», le dijo Bhagaván, que puso el bastón en el suelo, ahuecó las manos juntas y se inclinó hacia delante, con las manos cerca de los labios. El lechero empezó a dejar caer de su cántaro un fino chorro de gachas en las manos de Bhagaván. Mientras este sorbía el líquido con la barbilla entre las muñecas, la cara del pobre lechero resplandecía de felicidad. Bhagaván se lo bebió sin parar, como si aquel líquido grisáceo fuera néctar.
Mientras tanto, el comedor estaba lleno de personas hambrientas, algunas de las cuales se sentían un poco molestas porque no se les podía servir comida hasta que Bhagaván ocupara su sitio. Uno de los visitantes que llevaba bastante tiempo allí sentado salió a ver qué era lo que estaba retrasando la llegada de Bhagaván; cuando le comentó que todos le estaban esperando en el comedor, Bhagaván se indignó: «¿Cómo? ¿Qué os pensáis?, ¿que estoy aquí sólo para vosotros?, ¿es que os pertenezco? ¿Os ocupasteis de mí cuando vivía en la montaña? Entonces nadie se interesaba por mí, solo algunos pastores como Chinnapaián, que compartía su koolu conmigo». Después, Bhagaván invitó al lechero a comer con él y lo acompañó hasta el comedor.
Copiado del libro «El Poder de la Presencia», volumen 1, de David Godman, páginas 245 y 246.
¡Saludos!
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