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Lo siguiente lo escribió una gran devota de Ramana Maharshi: Akhilandamma:
En la obra Sri Ramana Gita, se recoge la siguiente pregunta de un devoto: «¿Cómo se puede detectar la existencia de gñana [conocimiento] en un individuo?». Bhagaván respondió: «La existencia de gñana se percibe en forma de visión ecuánime expresada con un amor absoluto por todos los seres vivos». Bhagaván es, en sí mismo, un ejemplo de esta respuesta ya que su vida entera ilustra esa ecuanimidad. Bhagaván no aceptaba nada que se le ofreciera a él y no a los demás. (...) No sólo insistía en que se tenían que compartir todas las ofrendas, también insistía en que no se le diera más a él que a los demás; tampoco permitía que se le diera algo de mejor calidad que lo que se daba a los devotos. Por esa razón, solo aceptaba una pequeña cantidad de comida cuando los devotos insistían en servirle a él primero.
Cuando yo cocinaba, echaba la mayoría de los alimentos en una cazuela grande y, el resto, en un cazo pequeño para Bhagaván y, cuando le servía la comida de ese cazo pequeño, a veces me decía: «¡Me estás poniendo demasiado! ¿Cómo vas a poder dar de comer a todos los demás con lo poco que queda en ese cacito?». Para tranquilizarle, yo tenía que decirle: «En una cazuela grande tengo mucha más comida y, con eso, bastará para que todos puedan comer una buena cantidad». Hasta que Bhagaván no se cercioraba de que eso era cierto, no transigía y aceptaba la oferta.
Todos éramos conscientes de este principio, así que Bhagaván confiaba en que nosotros repartiéramos la comida equitativamente después de ponerle a él una pequeña cantidad. Sin embargo, al cabo de los años, cuando se dio cuenta de que aquello no se aplicaba al pie de la letra, Bhagaván se negó a que nadie le sirviera en primer lugar e insistía en que se le sirviera en último lugar con lo que quedara después de haber repartido la comida entre todos los presentes. También se negaba a empezar a comer hasta que no se hubiera servido la comida a todos los presentes. Todas esas costumbres se mantuvieron cuando Bhagaván se trasladó al nuevo áshram al pie de la colina.
En la época de Skandáshram, la buena fortuna de compartir los alimentos con Bhagaván estaba tanto al alcance de los pájaros y de los animales como de los seres humanos. Bhagaván nunca distinguía entre sus devotos humanos y sus devotos animales: la misma compasión estaba al alcance de todos.
Relato tomado del libro «El Poder de la Presencia», volumen 1, de David Godman.
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